El líder de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi, contestó durante 40 minutos las preguntas de los periodistas en TVE. En una intervención envuelta en polémica, el dirigente inhabilitado por su pertenencia a ETA se atribuyó el fin de la violencia y negó la derrota policial. Recordó sus disculpas a las víctimas recogidas en su libro El tiempo de las luces, pero obvió otras fases donde justifica el terrorismo. Insistió en la tesis de los miles de torturados por las fuerzas de seguridad y se marchó eludiendo la condena a los 800 asesinados por la banda.
Le preguntaron por su no condena del terrorismo. Otegi prefirió llamarlo "violencia política" y se atribuyó el mérito de “algo más importante”: “Hemos hecho desaparecer la actividad armada de este país por parte de ETA”. No fue así.
Cuando los terroristas decretaron el cese definitivo de sus atentados el 20 de octubre de 2011, atravesaban el momento de mayor debilidad operativa de su sangrienta historia fruto de los golpes policiales. En ese momento había 700 miembros en las cárceles (560 en España y el resto en otros países, principalmente Francia).
En noviembre de 2009, la izquierda abertzale arrinconada por las sucesivas ilegalizaciones comenzó en Alsasua (Navarra) a apelar a los Principios Mitchell, utilizados en su día en Irlanda del Norte. Consistía en defender las vías exclusivamente políticas. La reflexión era que la violencia ya no era útil para lograr sus objetivos. “No es necesaria”, precisó Otegi anoche en TVE.
El verdadero final de ETA
Aún así, la cúpula de la banda no pensaba en dejar de matar tal y como dejó claro en su primer comunicado tras aquella declaración de su brazo político: "Una tregua de ETA no conlleva que haya un proceso democrático", replicaron los terroristas, que insistían en seguir con "la lucha". La pugna interna se prolongó hasta que ETA no pudo más.
Entre ese primer cruce de mensajes y el cese definitivo dos años después, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de España y Francia llevaron a cabo numerosas operaciones contra todas las estructuras terroristas que decantaron el debate. Desde finales de 2009, la banda sufrió la desarticulación de su cantera organizada en torno a SEGI, el ahogamiento de su comisariado político, EKIN, forzado a disolverse. También desmantelaron las bases logísticas como la de Óbidos (Portugal) o arsenales como el de Legorreta (Guipúzcoa).
A esto hay que sumarle la detención de decenas de terroristas incluidos casi todos sus máximos dirigentes. Entre 2009 y 2011 le quitaron a ETA cerca de 4.000 kilos para fabricar explosivos. Con todo, en marzo de 2010 ETA volvió a matar. Fue su última víctima, un gendarme francés llamado Jean Serge Nerín que intentó evitar que robasen varios coches a las afueras de París. Dos meses después, fue detenido el máximo dirigente militar etarra del momento, Mikel Carrera Sarobe.
Eso forzó a ETA a decretar en septiembre de 2010 un “cese de las acciones armadas ofensivas” que incumplieron una vez más en abril de 2011 con otro tiroteo contra gendarmes galos en los que un agente resultó herido en un hombro. Solo la suerte y -en mayor medida- la acción de las fuerzas de seguridad fueron los factores que despejaron el camino a Otegi, incapaz de controlar a la banda.
Las otras frases de su libro
En 2012, ya con el cese de los atentados, Otegi publicó su libro entrevista, El tiempo de las luces, al que aludió de forma selectiva anoche en TVE. En concreto a la página 201 donde textualmente dice: “Si en mi condición de portavoz he añadido un ápice de dolor sufrimiento o humillación a las familias de las víctimas de las acciones armadas de ETA, quiero pedirles desde aquí mis más sinceras disculpas acompañadas de un lo siento de corazón”.
Pero obvió Otegi durante su entrevista en TVE todos los mensajes de justificación de la violencia que recoge su libro. Solo un párrafo más abajo de su disculpa, el líder aberztale destacaba el “sufrimiento”, no de las víctimas, sino de los etarras: “Existen decenas de militantes de ETA muertos, presos muertos, miles de torturados (entre los que me cuento) y ese sufrimiento persiste todavía”.
Su alusión a los miles de torturados parte la denuncia histórica del mundo abertzale y de un estudio impulsado por el Gobierno vasco sin el aval de los tribunales. Existen condenas por casos de torturas, pero en ningún caso en los términos que expuso anoche Otegi. Entre los etarras muertos, el líder de Bildu incluye a aquellos que perdieron la vida en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad o manipulando explosivos para atentar.
En ese mismo libro explica las motivaciones reales del cambio de estrategia en la izquierda abertzale iniciado en 2009. Aseguraba que cuando adoptó "el compromiso de hacer virar el trasatlántico de la izquierda abertzale", al independentismo "le quedaba muy poca andadura para estrellarse contra la costa". Este libro se realizó durante la estancia en prisión de Otegi, condenado por desarrollar una nueva estrategia política a las órdenes de ETA.
“Aceptamos que hemos generado sufrimiento indirectamente porque nunca hemos sido militantes de ETA”, dijo en otro momento de la entrevista en alusión a su trayectoria. Eso choca con lo que él mismo dijo en su libro donde sí admitía esa militancia: “Yo he sido militante de ETA, he practicado la lucha armada durante el franquismo y, por lo tanto, he entendido que existen circunstancias políticas o sociales excepcionales”.
La condena pendiente
Una de las preguntas que le formularon durante la entrevista en TVE es si alguna vez Bildu dará el paso de renegar de su pasado ligado a ETA. La preguntó si EH Bildu en algún momento condenará su pasado. En su respuesta, Otegi eludió la cuestión diluyéndose en las distintas siglas que integran el partido y que nunca han formado parte de ETA. Entre ellas también estaba Sortu, la formación en torno a la que se aglutinó el histórico brazo político etarra.
Otegi obvió que esa formación jamás ha condenado los atentados de ETA pese a recibir el visto bueno del Tribunal Constitucional. Los estatutos de este partido fueron redactados por el histórico abogado abertzale Iñigo Iruin, quien incluyó un rechazo “sin ambages” a la violencia de ETA. No obstante, ese rechazo no incluía los atentados ya perpetrados en el pasado sino que se condenaba a futuro. Así lo expresó el líder de la ilegalizada Batasuna, Rufino Etxeberria, durante la presentación de estos estatutos el 7 de febrero de 2011.
Según dijo, "la Izquierda Abertzale rechaza y se opone al uso de la violencia, o la amenaza de su utilización, para el logro de objetivos políticos y, eso incluye la violencia de ETA". Pero a continuación, matizaba esta oposición a la violencia con la siguiente expresión: “Si la hubiera”. De ese modo el brazo político de ETA eludió condenar los 800 asesinatos pasados. “¿Nos vamos a seguir instalando en el pasado?”, despejó de nuevo Otegi.