Ofrecían sus servicios como canguros, abusaban sexualmente de los niños, lo grababan y lo distribuían por Internet. Así actuaba la red de Nanysex, una de las mayores tramas de pederastia de España integrada por veinteañeros. Uno de ellos es Eduardo Sánchez Moragues, condenado a 20 años de cárcel de los que ha cumplido 14. El centro penitenciario de Daroca (Zaragoza) le aprobó recientemente un permiso de salida con el visto bueno de la Fiscalía, pero la Audiencia Nacional lo ha frenado momentáneamente.
Según el auto del Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria al que ha tenido acceso Vozpópuli, los expertos de la propia cárcel se muestran divididos. Uno de los informes advierte su “ausencia de empatía” hacía sus víctimas y que no ha pagado la indemnización para reparar el daño causado. Por ello considera “prematura” su excarcelación, que provocaría “alarma social”. El preso ya ha recurrido la decisión ante la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, que tendrá la última palabra.
“Una de las condenas del interno es por el caso conocido como Nanysex por lo que la trascendencia pública creada en este supuesto es todavía mayor en base a la importante repercusión mediática que tuvo”, recoge el informe elaborado por la jurista de la prisión. Sánchez Moragues fue condenado por el Tribunal Supremo a diez años y seis meses por un delito continuado de abusos sexuales y tres delitos de corrupción de menores. Los hechos se remontan a finales de 2003 cuando apenas tenía 22 años.
Condena en EEUU
Fue invitado por el cabecilla de la red, Álvaro Iglesias, a pasar varios fines de semana en la localidad madrileña de Collado Villalba. Allí realizaron todo tipo de actos sexuales con un niño de menos de dos años. También viajó a Vigo invitado por otro de los condenados en su día, José Gómez Cansino. Sánchez Moragues le grabó manteniendo actos sexuales con otros dos niños de siete años de edad a los que obligaron también a mantener sexo entre ellos.
Luego esas imágenes se distribuían a terceras personas en foros privados de Internet donde Sánchez Moragues se hacía llamar Todd. Este joven nacido en Lérida llegó a contactar con un ciudadano norteamericano, quien le invitó a Pensylvania (EEUU) para hacer lo mismo con su propio hijo, de tres años de edad. Por estos hechos la justicia estadounidense también condenó al pederasta español.
Todos los presos clasificados en segundo grado que tienen buena conducta y han cumplido un cuarto de su pena tienen derecho a solicitar entre 36 y 48 días de permiso al año. En prisión desde 2005, Sánchez Moragues cumplió su cuarta parte de condena en 2010. “El interno presenta buena conducta y ha realizado programa específico de tratamiento. Estas circunstancias hacen que se acuerde la concesión de un permiso de salida para iniciar su proceso de resocialización y de preparación de la vida en libertad”, dice el acuerdo de la Junta de Tratamiento de la cárcel de Daroca.
Excarcelación "prematura"
Pero teniendo en cuenta de quién se trataba, el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional -a quien corresponde este preso por su condena en EEUU- pidió más datos. Al juez, José Luis Castro, le llamaba la atención que justo los profesionales de la cárcel que más contacto han tenido con el pederasta consideran “prematura” su excarcelación y recomiendan mantenerle en prisión para “evitar recaídas”. Una parte de la Junta de Tratamiento (integrada por el director, juristas, psicólogos…) apela a que aún le quedan años de cárcel por lo que aún es pronto para que un permiso sirva para su adaptación a la vida en libertad. Termina de cumplir condena en diciembre de 2024.
El informe que recoge el auto del Juzgado de Vigilancia destaca, “en especial, su ausencia total de empatía hacia las víctimas y su nulo resarcimiento del daño causado a través del pago de la responsabilidad civil”. En ese sentido, el informe considera necesario “un mayor tiempo trabajando un cambio real de actitudes antes de iniciar un régimen habitual de permisos ordinarios”. Eso a pesar de que se ha sometido al menos dos veces a programas de tratamiento para el control de la agresión sexual.
El primero fue entre enero 2013 y octubre de 2014 tras el que se observó en él un cambio de actitud. El segundo, centrado en controlar impulsos ante la pornografía infantil, fue entre mayo de 2017 y el mismo mes de 2018. Según el informe, no constan datos sobre los resultados que permitan valorar su evolución.
El preso se puso en contacto con el Juzgado para manifestar su voluntad de empezar a pagar la indemnización a sus víctimas, pero a día de hoy no consta que lo haya hecho. Con todos estos argumentos, el auto termina por rechazar la concesión del permiso y el pederasta seguirá en prisión mientras la Sala de lo Penal no autorice su salida.