España

Virgilio Zapatero: "La Ley de Memoria de Sánchez y Bildu es un insulto a todos los demócratas españoles"

El exministro de Presidencia de Felipe González afirma que aquel PSOE nunca hubiera llegado a pactos con Bildu y que no se puede hablar de buenos y malos en la guerra civil

Virgilio Zapatero se crio en Cisneros, un pequeño pueblo de Palencia, entre el humo del tabaco y el sonido de los vasos al chocar contra la barra. Su padre regentaba un bar, y él echó una mano durante muchos años. En aquellos tiempos, la democracia solo existía en la imaginación de unos pocos idealistas. Que Virgilio Zapatero terminase siendo ministro de la Presidencia durante 7 años con Felipe González parecía más ciencia ficción que La guerra de las galaxias.

Desde que era un chiguito (como se dice en el argot de Tierra de Campos), Zapatero mamó la vida del hostelero. En el bar de su padre había una monumental cafetera de corte italiano coronada por un ángel. Hoy, esa cafetera preside el salón de la casa del exministro en Madrid. "Está ahí porque me recuerda a mi padre", dice. Y es que por mucho que uno haya sido ministro, el lugar donde todos queremos volver se llama infancia.

También le marcó su etapa estudiantil en el Seminario Pontificio de Comillas, una maravilla modernista diseñada por el arquitecto Lluís Domènech que preside desde las alturas este pueblo costero de Cantabria. Zapatero fue entrando en la vida adulta mientras escuchaba el ruido de las olas romper en la costa y sumaba lecturas filosóficas animado por los jesuitas.

Acaba de publicar 'Aquel PSOE. Sueños de una generación' (Almuzara), título nostálgico que evoca un tiempo, no tan lejano, en el que la democracia estaba por construir. En él habla de luchas que hoy parecen tan básicas como el divorcio o la Ley General de Sanidad, pero que no cumplen ni medio siglo en el calendario. Aquel PSOE no hubiera hecho lo mismo que este PSOE, no hubiera pactado con Bildu y no hubiera sacado adelante una Ley de Memoria Democrática que es "un insulto" a toda la generación de la Transición. Admite los errores de aquella etapa en la que formó parte del Gobierno de Felipe González, porque el libro es un ejercicio de euthyna, la obligada rendición de cuentas que la Atenas clásica exigía a sus políticos al abandonar el mandato.

Zapatero dice haberse inspirado toda su vida en el filósofo Epicuro, pero su bonhomía recuerda más a Demócrito, el filósofo risueño al que siempre se rememora con una sonrisa en la boca. "La primera y mejor de las victorias es vencerse a sí mismo", decía el sabio.

Pregunta: Virgilio Zapatero, ¿echa de menos la política?

Respuesta: No. No la echo de menos. Soy profesor de universidad y solamente he sido político porque en un momento determinado de la historia de nuestro país una generación tuvo que asumir ciertas responsabilidades. Participé 17 años en política y me volví a la universidad tan pronto como pude. No la echo de menos, pero no porque la desprecie. Tuvo su momento y ya pasó.

P: Cuando un político cuelga los guantes, ¿los cuelga de verdad? ¿O es imposible desengancharse de la política?

R: Sí que engancha. La política es como la nasa de los pescadores. El pez entra fácilmente en la nasa, pero que salga es complicado. En política entras y después no encuentras el momento adecuado para volverte.

P: En el libro describe que la generación de ‘aquel psoe’ erais profundamente marxistas, seguidores de Marcuse, con pósters del Che Guevara en la habitación, admiradores de la Cuba castrista y seguidores de los Beatles y Simon and Garfunkel. Salvo en los gustos musicales, suena bastante al ecosistema de Podemos. ¿Diría que Podemos es la bisoñez ideológica? ¿Un animal político que no ha madurado?

R: Sí, yo creo que es un proyecto inmaduro. Y me da la impresión de que también un poco abortado. Se ha diluido en poco tiempo. Pensaban que iban a alcanzar los cielos, y en cuatro o cinco años se han cargado toda la credibilidad que pudieron tener al principio. Deberían reflexionar sobre por qué habiendo suscitado tantas esperanzas y tantas expectativas han quedado frustradas en tan poco tiempo. Nosotros también generamos ilusión y expectativa y la supimos llevar a la práctica.

Pregunta: En aquellos tiempos la convivencia política era diferente a la de ahora. Recuerdo que contó que el ministro de Agricultura de UCD les dejaba dependencias a los socialistas para enmendar sus propias normas. Algo impensable hoy.

Respuesta: Así fue. Hubo en España un momento donde nos dimos cuenta de que otra forma de gobierno era posible, distinta de la confrontación, En las cuestiones importantes llegamos a acuerdos. Esto es lo que hecho en falta ahora. La polarización política actual impide volver a aquellas maneras, que pasaban por el diálogo y la negociación. Ahora no se puede negociar nada, izquierda y derecha son dos bloques cerrados.

P: ¿Se valora lo suficiente la labor de Adolfo Suárez y de la UCD?

R: A Adolfo Suárez sí, porque lo que hizo fue extraordinario. La de UCD no se valora tanto, porque al desintegrarse no ha tenido ningún sucesor que reivindique su legado. Pero fue un legado muy importante. Gobernó en unos momentos dificilísimos para el país, llegando a acuerdos con el Partido Socialista y con otros partidos.

P: ¿Qué le parece que la Ley de Memoria Democrática pactada por el PSOE de Sánchez con Bildu quiera enmendar la transición hasta el 82?

R: Creo que es un insulto a todos los hombres y mujeres que hicieron la transición en este país, y a todos los demócratas españoles.

P: ¿Aquel PSOE habría pactado con Bildu?

R: No. Bildu es un arbusto venenoso, como el manzanillo, que es peligroso porque si te toca puede producirte enfermedades. Hacer pactos y acuerdos con ellos es blanquear a personas que todavía no han pedido perdón por los casi 900 asesinatos que cometió ETA.

P: En el libro cuenta el proceso de construcción de la ley del aborto, ¿cree que debería haberse quedado como estaba?

R: Fuimos pioneros y al mismo tiempo nos quedamos cortos. Teníamos dos posibles sistemas, el de plazos y el de indicaciones. Y optamos por el sistema de indicaciones. Una ley de despenalización del aborto (por tímida que fuera) ya era una ruptura muy fuerte en el ordenamiento jurídico y en la cultura española. Optamos por aquellas indicaciones que contaban con un 90% de consenso entre los españoles: posibilidad de daño para la madre, para el bebé, etc. Pronto la sociedad fue cambiando y se nos reprochó que aquella ley era insuficiente. Y realmente nosotros planteamos el aborto no como un derecho de las mujeres, sino como un remedio a un problema. Lo que nosotros hicimos fue romper un tabú.

P: Dice que se quedaron cortos, pero hace pocos años apenas se había aprobado el divorcio…

R: Sí, es que eran leyes, ahora parece que no tienen mayor importancia, pero se aprobaron con unos debates tremendos. Yo fui ponente de la ley del divorcio y tuve que llevar la negociación con mi amigo Antonio Sotillo ante Francisco Fernández Ordoñez, que entonces era ministro de UCD. La Iglesia de entonces se revolvía con unas declaraciones y unas soflamas tremendas. El obispo de Cuenca, Guerra Campos, nos amenazó con la excomunión. Mi madre me llamó preocupada: "Hijo, ¿qué estáis haciendo?". Era romper una historia de siglos.

P: En el episodio de los GAL afirma que “no había X que despejar” y que no se puede hablar de terrorismo de Estado. Esta es una afirmación polémica…

R: Pues posiblemente sea polémica. Lo que sí ocurre es que no es una afirmación mía, es del Tribunal Supremo. En un Estado de Derecho la verdad judicial prima sobre todas las demás interpretaciones. Y el Tribunal Supremo dijo rotundamente que no había una estructura jerárquica, ni una organización, por lo tanto, no se podía hablar de crímenes de Estado, ni de guerra sucia. Hubo ciertamente actuaciones horrorosas cometidas por algunos funcionarios y fueron castigados por ello.

P: También relata cómo salvasteis el cambio de opinión en cuanto a la presencia de España en la OTAN. Pedro Sánchez también cambia de opinión con frecuencia, pero él parece que saldrá menos indemne… ¿Qué hicisteis vosotros entonces?

R: Eso nos costó y nos hizo daño. Fuimos demasiado frívolos diciendo que sacaríamos a España de la OTAN. Los mismos que hicimos pueblo por pueblo, la campaña del no a la OTAN, volvimos a los mismos sitios a vender que sí que había que entrar. Eso tiene un coste. Con el caso de la OTAN perdimos la inocencia y mucha credibilidad.

Pregunta: En el libro describe a Podemos y Vox, los populismos emergentes, como las grandes amenazas a nuestro sistema democrático. ¿Por qué?

Respuesta: No, no me refiero a ninguno en concreto, porque además todos ellos me parecen respetables. Todos los partidos legales merecen respeto, el respeto que se da a los ciudadanos. Sí creo que en nuestro país se ha adoptado una forma de hacer política conocida como populismo. Consiste en proclamarse los únicos intérpretes de la voluntad popular frente al resto de los partidos, a los que se desprecia como casta. Ahora ellos son casta también y, por lo tanto, tienen un problema.

P: Otra gran amenaza son los nacionalismos. ¿Fracasó su equipo de Gobierno en forjar los cimientos de un sentimiento nacional como el de Estados Unidos a través de la Educación?

R: Sí, no hicimos suficiente. Se debió hacer un esfuerzo mayor en enseñar la constitución a los niños y jóvenes en todo el proceso educativo. Creo que en eso hicimos poco o tal vez nada. También deberíamos haber incidido más en los buenos ejemplos que tiene la historia de nuestro país. La guerra civil es un horror, es lo peor que le puede ocurrir a una sociedad. Pero en la historia de nuestro país hay muy buenos ejemplos en el arte, la literatura, la cultura, en la obra de la civilización de España en el mundo. A su vez, habría que haber explicado más esa proeza que es pasar de una dictadura a una democracia de común acuerdo y sin pegar tiros. Eso en España es un milagro.

P: Y usted, como defensor de la monarquía parlamentaria, ¿cree que Juan Carlos I podría venir a pasar sus últimos años en España?

R: Si él lo desea, sí. ¿Por qué no? Mientras no tenga ningún problema ante la administración de justicia, ¿por qué no? Si quiere venir para llevar una vida privada como un ciudadano más creo que tiene derecho a hacerlo.

Pregunta: Hay un episodio muy llamativo en el libro donde habla del abad del Valle de los Caídos, un sacerdote que combatió por la Segunda República.

Respuesta: Fue curioso porque la secretaria me dijo estando en el Ministerio de Presidencia que me quería ver el abad del Valle de los Caídos. La verdad es que fue una entrevista cordialísima, porque uno se imagina un abad del Valle de los Caídos feroz, una cosa un poco siniestra... y me encontré con una persona cultísima y educadísima. Me contó que fue militar de la República. He contado esta anécdota en el libro porque creo que sirve muy bien para explicar cómo era España. No vale esto de decir que los de izquierda eran los buenos y los de derecha eran los malos en la guerra civil. La Historia es tan compleja que hubo gente que estuvo en un bando y terminó en el otro.

Pregunta: ¿Qué tiene aquel PSOE que no tenga este?

Respuesta: Yo conozco aquel PSOE, y este lo conozco menos. Creo que es que no se pueden comparar porque son momentos diferentes. Hay que juzgar a los partidos por su capacidad para detectar bien los problemas del país en su momento de la historia. Nuestros eran muy distintos de los de ahora. Nosotros teníamos el terrorismo, teníamos el problema de las autonomías, teníamos las relaciones con la Iglesia, entrar en Europa... A nosotros se nos debe juzgar por cómo resolvimos estos problemas. Ahora los partidos son digitales, y nosotros éramos analógicos. Los líderes también eran distintos. Entonces estaban sometidos a unas estructuras de partido que limitaban su poder.

P: Es la primera vez que, sin crisis económica de por medio, las encuestas prevén una derrota electoral del PSOE. ¿A qué lo atribuye?

R: Creo que este gobierno ha hecho una gestión razonable de la política económica y de la política social, llegando a acuerdos con los sindicatos muy importantes. También hay que valorar que ha tenido que bregarse con una pandemia. Eso sí, ha cometido fallos, leyes que difíciles de asumir. Tiene unos aliados que provocan rechazo en una parte importante del electorado tradicional del PSOE. No estuve de acuerdo con suprimir el delito de sedición. Derogar este delito es desproteger al Estado. También estoy en contra de la rebaja de la malversación y la ley del sí es sí ha sido otro gravísimo error. El PP, por su parte, ha bloqueado la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Desde el punto de vista institucional ha sido una legislatura digna de olvido.

Pregunta: Usted es un gran amante de la Grecia clásica y de la vieja Atenas. ¿No le parece un gran error eliminar la Filosofía del temario obligatorio? ¿No es un signo de nuestros tiempos que no haya ningún filósofo en el Consejo de Estado?

Respuesta: Hay una falta de consideración enorme hacia las grandes humanidades. El latín, el griego, la historia antigua... Yo lo lamento por mis hijos y por mis nietos. Yo procuro contarles todo lo que puedo de Atenas. Los pensadores clásicos, Platón, Aristóteles, Séneca, Epicuro... Son maestros de vida. Epicuro me ha ayudado muchísimo en la mía. Y respecto a lo del Consejo de Estado, solo diré que tiene un nombre muy sonoro y muy rimbombante, pero no sé si se cuida la composición tanto como merece su nombre. Y no digo más.

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