Un emotivo regreso ha conmovido a Jordania recientemente. Osama Hasan al Batayna, un ciudadano que ha pasado 38 años preso en la notoria cárcel militar de Sednaya, en Siria, volvió a su hogar. Su liberación marca el fin de una prolongada tragedia personal y arroja algo más de luz sobre las oscuras prácticas de detención impuestas en el régimen del depuesto presidente sirio, Bachar al Asad.
El portavoz del Ministerio de Exteriores jordano, Sufian Al Qodat, confirmó el regreso de suso prisionero en declaraciones a la agencia oficial Petra. “Osama Hasan al Batayna fue trasladado desde Damasco al centro fronterizo de Yaber y luego llevado con su familia en la provincia de Irbid”, explicó el propio Al Qodat.
Al Batayna desapareció en 1986, cuando tenía apenas 18 años. Según su familia, fue detenido sin cargos y permaneció en la prisión de Sednaya durante casi cuatro décadas. La prisión, ubicada a 30 kilómetros al norte de Damasco, se ha ganado una siniestra reputación por el uso sistemático de torturas y condiciones inhumanas.
La organización Amnistía Internacional estima que entre 10.000 y 20.000 personas podrían estar en Sednaya, muchas de ellas detenidas arbitrariamente. Desde el inicio del conflicto sirio en 2011, la prisión se convirtió en un destino común para opositores políticos y militares sospechosos de desafiar al régimen.
La familia de Al Batayna no sabía nada sobre su paradero durante años. “Cuando desapareció, la embajada jordana en Damasco preguntó a las autoridades sirias, pero hubo una negación total de su presencia en Siria”, aseguró Al Qodat. Solo después de que la historia de Al Batayna comenzara a circular en redes sociales, las autoridades jordanas lograron confirmar su identidad y coordinar su liberación.
Al Batayna regresó con un estado de salud crítico
El estado de salud de Al Batayna es preocupante. Tal y como informó también Al Qodat, fue encontrado “inconsciente y sin memoria”. Tras su traslado al centro fronterizo de Yaber, las autoridades jordanas lo llevaron a la capital, Amán, para realizarle pruebas genéticas que confirmaron su parentesco con su familia. “Gracias a Dios, el preso llegó a la frontera de Yaber y fue entregado a su padre”, declaró.
Sednaya, supervisada por la Policía Militar del régimen de Al Asad, se convirtió en un símbolo del terror estatal. La prisión ganó notoriedad internacional tras un motín en 2008, que fue sofocado con extrema violencia. Desde entonces, múltiples organizaciones de derechos humanos han denunciado las atrocidades cometidas.
La caída del régimen de Al Asad en diciembre, tras una ofensiva insurgente liderada por el Organismo de Liberación del Levante, abrió nuevas oportunidades para investigar las violaciones de derechos humanos en Siria. Sin embargo, todavía quedan cientos de jordanos y miles de sirios en las cárceles del país. Según Abdelkarim Al Sharida, presidente de la organización Árabe de Derechos Humanos y Antiviolencia, hay al menos 236 ciudadanos jordanos encarcelados en Siria.
Mientras tanto, Jordania continúa trabajando para traer a casa a otros ciudadanos encarcelados en Siria, con la esperanza de más encontrar otros "finales felices".
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