Amnistía Internacional (AI) ha denunciado las violaciones sistemáticas de Derechos Humanos de las que son víctimas miles de refugiados en la frontera entre Serbia y Hungría por parte de las autoridades húngaras, que realizan devoluciones en caliente y persiguen con perros a los inmigrantes, a los que en muchas ocasiones luego agreden físicamente. AI ha publicado este martes un informe con el que condena el programa que ha puesto en marcha el presidente húngaro, Viktor Orbán, para mantener a los inmigrantes fuera de Hungría. El conjunto de medidas, conocido como "Schengen 2.0" se basa en "violentas devoluciones en caliente, detenciones ilegales dentro del país y condiciones inhumanas para aquellos que esperan en la frontera serbia".
En menos de un año, más de 3.000 refugiados han sido arrestados de forma irregular cerca de la frontera serbia. Orbán aprobó una nueva legislación que permite las devoluciones en caliente de vuelta a Serbia, siempre y cuando los inmigrantes se encuentren a menos de 8 kilómetros de la frontera. La Policía y los militares que vigilan la valla hacen caso omiso de esta ley y persiguen a los inmigrantes más allá de la distancia estipulada. De acuerdo con los testimonios recogidos por AI, suelen hacerlo con perros de caza, y una vez alcanzan a los inmigrantes les propinan graves palizas y les devuelven a Serbia independientemente de la gravedad de sus heridas. "Somos tratados como animales", contaba uno de los refugiados entrevistados por la ONG.
El presidente húngaro Viktor Orbán basa su discurso en la lucha contra los inmigrantes, a los que quiere mantener fuera de Hungría
Para poder acceder a Hungría desde Serbia, los inmigrantes tienen que pasar por las "zonas de tránsito", una serie de controles altamente militarizados donde pueden pedir asilo. Sólo admiten a 30 personas por día, mientras cientos de refugiados malviven en campamentos en la frontera serbia en condiciones precarias. Según AI, dentro de estas "zonas de tránsito", el 90% de los hombres que viajan sin familias son arrestados y retenidos en las instalaciones durante semanas. Por otra parte, las autoridades húngaras rechazan las solicitudes de asilo de la inmensa mayoría de los refugiados que sí logran pasar por el control, bajo el pretexto de que deberían haber pedido asilo en Serbia, que es "un país seguro"
La mayoría de los inmigrantes, después de semanas esperando en Serbia frente a la frontera húngara en pésimas condiciones, acaban por intentar cruzar la frontera de forma ilegal, lo que suele resultar en fracaso. Una vez son devueltos de forma irregular por las autoridades húngaras a Serbia, son forzados a vivir hacinados en centros de inmigrantes muy precarios. Por otro lado, al ser devueltos en caliente, dejan de ser reconocidos como refugiados en Serbia, que no se hace cargo de sus necesidades, por extremas que sean. Se quedan sin poder solicitar asilo allí y sin poder entrar en Hungría. Los pocos que logran entrar en Hungría y solicitar asilo en el país también sufren abusos. De acuerdo con AI, se han registrado numerosas agresiones por parte de la Policía y de los militares a cargo de los centros de detención de inmigrantes, que suelen propinan palizas a los residentes.
El 2 de octubre, la población húngara votará en un referéndum si quiere seguir adelante con las cuotas de reasentamiento impuestas por la UE
En los testimonios recogidos por AI, los refugiados han hablado de la frustración que sienten al "ser tratados como criminales sin haber cometido ningún delito". No tienen acceso a la asistencia humanitaria más básica y tampoco hay traductores que les ayuden a comunicarse con las autoridades. "Mi mujer y yo estamos gravemente enfermos. Ella tuvo que ser llevaba en brazos todo el camino desde Afganistán. Esta silla de ruedas la conseguimos en Belgrado. Llevamos aquí 22 días y no parece que vayamos a poder cruzar mañana. Seguimos a la espera de entrar en Hungría, pero la cosa no va acabar allí", ha contado Z., un solicitante de asilo entrevistado por AI en el campamento de refugiados de Horgos, en Serbia.
Amnistía Internacional ha denunciado los abusos de Derechos Humanos que está perpetrando de forma continua el Gobierno de Hungría contra la población refugiada, pasando por alto todos los tratados de Derechos Humanos que ha firmado, tanto a nivel internacional como dentro del marco de la UE. AI exige a las autoridades de la Unión Europea a que actúen con dureza contra los abusos que Hungría está perpetrando sobre los solicitantes de asilo, que llegan a su frontera huyendo del terror de la guerra para encontrar aún más violencia.
Con el objetivo de mantener a los inmigrantes fuera del territorio húngaro, por el que miles de refugiados quieren pasar para poder llegar a Alemania o Francia, Orbán ordenó la construcción de una valla a lo largo de su frontera meridional con Serbia y Croacia, que aún no son miembros de la UE.La comunidad internacional -en especial desde la Unión Europea- le han criticado por su "retórica tóxica", caracterizada por ser extremadamente radical en materia de inmigración. Orbán ha llegado a calificar a los refugiados de "veneno" para Europa. El próximo 2 de octubre, la población húngara votará en un referéndum si quiere seguir adelante con las cuotas de reasentamiento impuestas por la Unión Europea.