El juicio al “monstruo de Mazan”, Dominique Pélicot, acusado de drogar a su esposa e invitar a más 50 individuos a violarla, concluye con penas menores de las esperadas por la víctima, Gisèle Pelicot, y por las asociaciones de feministas que le han apoyado desde el inicio en un proceso que ha durado quince semanas y que ha concitado el interés internacional. “Violador, tu pene en una batidora”, decía una pancarta exhibida por una mujer en el exterior del tribunal de Avignon donde los 51 acusados han conocido sus penas, uno por uno, y con la explicación individualizada de los jueces. Cientos de mujeres de todas las edades han acudido a apoyar a la mujer que se ha convertido en un icono y que ha marcado y sensibilizado a la sociedad francesa sobre la violación contra las mujeres y el concepto de "consentimiento".
Dominique Pélicot ha sido condenado a 20 años de prisión - de los que deberá purgar dos tercios obligatoriamente - mientras que el resto de los violadores, reconocidos culpables por “violación agravada”, reciben un castigo menor de los 11 años a los que han sido condenados otros individuos por casos de violación en Francia en este mismo año. Seis de los acusados han salido libres. La decisión fue acogida en el exterior del edificio con gritos de “vergüenza de justicia” por algunas militantes feministas que denunciaban lo que consideran cortas condenas entre lágrimas.
La abogada de Dominique Pélicot, Béatrice Zavarro, declaró tras la sentencia que todavía no ha decidido con su defendido si apelará la decisión, lo que llevaría a la celebración de un juicio con jurado popular. Tanto Pélicot como el resto de condenados tienen diez días para recurrir.
Por su parte, Gisèle Pélicot leyó un breve comunicado poco más tarde de conocer las sentencias en el que tuvo palabras para sus hijos y nietos, “por los que ha planteado su combate”. Se dirigió también a “todas las víctimas no reconocidas” y expresó su agradecimiento para las personas que le ha apoyado y para los periodistas que han seguido el proceso, “con respeto y dignidad”.
Concluyó afirmando su deseo de que mujeres y hombres puedan vivir en armonía y respeto. En su única respuesta a la prensa, manifestó respetar la decisión del tribunal.
Gisèle Pélicot, 72 años, hoy alejada de Mazan, el pueblo donde se produjeron los hechos entre 2011 y 2022, fue la primera en negarse a que el juicio se celebrara a puerta cerrada, como permite la ley para proteger a los presuntos delincuentes. Esa decisión ha podido permitir el eco mediático que ha desvelado la monstruosidad de los hechos. Según ella, la visibilidad debía servir “para que la vergüenza cambie de bando”.
No son escenas de sexo, son escenas de violaciones. Hay dos o tres encima de mí y yo estoy inerte"
Los vídeos encontrados en el ordenador y el teléfono de Dominique Pélicot sirvieron para desenmascarar a los acusados que aducían que no participaron en ninguna violación, y a otros que afirman que estaban seguros de participar en un “juego” o, incluso, que pensaban que Gisèle Pélicot se hacía la dormida mientras la penetraban. Blancos, negros, magrebíes, de todas las edades y profesiones, así son los individuos “invitados” por Dominique Pélicot violar a su esposa, “personas normales”, para sus allegados que desconocían los hechos.
IMAGEN: Dominique Pelicot.
Violada al menos 92 veces por más de 80 hombres
Las justificaciones que algunos abogados sugirieron a sus defendidos quedaron al descubierto cuando otros de los acusados confiesan que el marido instigador de las violaciones les enumeraba las precauciones necesarias para no despertar a su mujer del estado comatoso producido por la sumisión química: lavarse las manos con agua caliente antes de tocarla; no perfumarse, no fumar antes de venir al lugar del crimen, no hacer ruido…
Gisèle Pélicot no se arredró ante ninguna de las maniobras de la defensa y, desde el primer momento hizo frente a las insinuaciones: “Me tratan de alcohólica, cuando está claro que he sido tratada como un trozo de carne, como una muñeca de trapo”; tengo la impresión de que la culpable soy yo y que los 50 que están sentados detrás de mí son las víctimas”, manifestó. “Estaba en estado de coma”, subrayaba Gisèle Pélicot, “los vídeos pueden demostrarlo y los expertos que los han visto son hombres". "No son escenas de sexo, son escenas de violaciones. Hay dos o tres encima de mí y yo estoy inerte", relató antes de insistir en que le "sacrificaron ante el altar del vicio". Días antes, en respuesta a otro abogado de la defensa, dijo que no le extraña que a las víctimas de la violación les sea difícil denunciarlo.
IMAGEN: Violadores de Gisèle Pelicot. EFE.
Gracias a los vídeos encontrados por la policía se pudo demostrar el calvario de Gisèle: según esas pruebas gráficas, fue violada al menos 92 veces en nueve años por más de 80 hombres. Ese material puso al descubierto otro horror. La hija de Pélicot, Caroline Darian, descubrió que su padre la fotografió cuando era adolescente en ropa interior, quizás drogada. La hija mayor de Pélicot manifestó estar convencida de que también fue drogada por su padre.
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