Francia ha vivido una tercera noche de disturbios en protesta por la muerte del joven delincuente Nahel M., fallecido tras el disparo de un policía cuando se negó a detener su vehículo en un control el pasado martes, en la ciudad de Nanterre.
El despliegue de más de 40.000 policías -5.000 solo en la región de París y el RAID, la unidad de élite de la policía nacional- evitó, sin embargo, una repetición de los graves sucesos que en las dos noches precedentes han llevado al país a una situación nunca conocida, donde comisarías, escuelas, bibliotecas, guarderías, bancos, oficinas de correos, automóviles o viviendas de particulares fueron arrasadas por el fuego; donde policías o guardianes de prisión fueron perseguidos por las calles o donde, incluso, se pudo abortar un asalto a la prisión de Frèsnes, uno de los principales centros de internamiento del país.
Algunos policías declaran anónimamente que estas últimas noches se han traspasado todos los límites conocidos. Los ataques bien organizados contra las policías buscando incluso hacer víctimas entre ellos es el fin buscado. Matar un policía es uno de los objetivos declarados de grupos radicales. También confiesan haber tenido que huir en retirada en las últimas noches y, en ciertos sectores, haber estado escasos de material antidisturbios. Y concluyen añadiendo una novedad: la presencia de niños de menos de doce años en las algaradas, utilizados como escudos por los delincuentes.
La “marcha blanca” organizada en protesta y recuerdo del joven delincuente de origen magrebí, Nahel, 17 años, se convirtió en la tarde de ayer en una manifestación política contra la institución policial (gritos de “policía asesina”) y degeneró en incendios, destrozos y enfrentamientos con la policía en Nanterre. Más de seis mil personas (y “1000“perturbadores según la Prefectura) se manifestaron siguiendo la camioneta donde se encaramó la madre del joven, que no paraba de sonreír a sus conocidos y a gritar puño en alto.
Es difícil y sería insultante ponerse en el estado anímico de una mujer que acaba de perder a su único hijo; para “ayudarla” a no decaer contaba con los representantes del “Comité Adama”, es decir, la familia de un conocido delincuente que murió cuando fue detenido por gendarmes en julio de 2016 y de cuya muerte han hecho un trampolín político-financiero que ha llevado a una de sus hermanas a convertirse en una figura en el New York Times y en modelo para los zapatos de lujo de la marca francesa Lubotin. Al final de la jornada, la madre de Nahel intentó calmar los ánimos y declaró que “la policía no mata”, fue solo un hombre el que mató”.
Paz social a cambio de droga, Kaláshnikov e islam
Por la parte estrictamente política, los manifestantes están espoleados, aparte de la sincera cólera de muchos, por los representantes de “La Francia Insumisa”, el partido de extrema izquierda liderado por Jean-Luc Melenchón, que se niega a llamar a la calma, al contrario del resto de las organizaciones políticas. Para LFI, los hechos ocurridos en Nanterre el martes pasado representan el ejemplo de lo que claman para ganarse electoralmente a la juventud de los barrios marginados: “la policía mata”. Con este lema y con hechos como la muerte de Nahel, LFI llena su depósito de combustible para incitar a posiciones insurreccionales y no condenar el salvajismo que ha destrozado barrios de varias ciudades francesas, donde se han aliado menores en plenas vacaciones, delincuentes habituales, capos de la droga, asociaciones proislamistas de todo tipo subvencionadas con dinero público y grupos de ultraizquierda.
Nada nuevo en Francia, cuyos responsables políticos son incapaces, desde hace más de tres décadas, de frenar las revueltas y los destrozos de una parte de la juventud de estos barrios donde se ha concentrado desde los años 70 a pobres recién llegados del extranjero con descendientes de dos y tres generaciones de inmigrantes. Son las llamadas “banlieues” que, a pesar de haber sido regadas con miles de millones de euros y buenas palabras, se han ido convirtiendo en “territorios perdidos para la República”, donde no solo desaparecen los servicios sociales básicos, sino que escuelas, bibliotecas, mediatecas, o centros deportivos son incendiados; donde policías, bomberos o personal sanitario no pueden entrar sin ser atacados y donde los propios habitantes son controlados por sus vecinos que supervisan los accesos para proteger su negocio de estupefacientes. Se impone la llamada “paz social” y el clientelismo para los políticos, a cambio de permitir el negocio de la droga, la acumulación de Kaláshnikovs y la penetración del islamismo radical.
El presidente Emmanuel Macron se encontraba en Marsella, una ciudad con varios “barrios sin ley” cuando el suceso de Nanterre se produjo. Se le estropeó el discurso ante las innumerables “banlieues” de la ciudad mediterránea y en un primer momento cometió lo que muchos le reprochan como un error que alimentó la violencia callejera. El jefe del Estado declaró que, la muerte de Nahel era “injustificable” y “inexcusable”, lo que incriminaba al policía autor del disparo antes de que la investigación comenzara.
Macron y Mbappé, en fuera de juego
Macron quizá no sabía, en ese momento, que el delincuente que desobedeció la orden de detener su vehículo había sido ya arrestado en dos ocasiones por los mismos hechos, además de conducir sin permiso y a gran velocidad por el carril del autobús en el momento del recibir el alto. Hechos, que por supuesto, no justifican- sin conocer la investigación- la utilización del arma por el policía, pero que rebajan la calificación de “ángel” que el futbolista Mbappé y otros de sus colegas utilizaron para lamentar la muerte de Nahel. Una actitud que ha enervado a muchos franceses que reprochan al jugador y a otros personajes de la farándula de manifestar su duelo por un delincuente y nunca por otras personas que tienen un color de piel determinado. “Me duele Francia”, escribió Mbappé, el nuevo Unamuno del césped. No sintió lo mismo por recientes víctimas de origen no africano o árabe de atentados islamistas, como el profesor Samuel Paty, o de la delincuencia rampante en el país.
Por supuesto, Macron y su gobierno reaccionaron a la violencia callejera con retraso y con llamamientos a la calma que los instigadores y protagonistas de los disturbios ignoran absolutamente. El macronismo empujó también a la Asamblea a celebrar un minuto de silencio en recuerdo de Nahel. ¡Un minuto de silencio por la muerte de un joven delincuente! La política de “una de cal y otra de arena” del primer dirigente del país puede llegar a extremos insospechados.
El centroderecha de “Los Republicanos” piden, a través de su dirigente, Eric Cioti, la declaración del estado de emergencia”. Marine Le Pen mantiene un perfil bajo, siguiendo su política de respetabilidad. Es el presidente del partido Agrupación Nacional (RN) quien pide un endurecimiento de las leyes contra los delincuentes que son condenados decenas de veces sin entrar en prisión.
En esta Francia que camina paso a paso hacia el comunitarismo separatista y el fin de la República laica, entró en juego también el rector de la Gran Mezquita de París para hacer un llamamiento a sus jóvenes musulmanes para “no responder con violencia”. En las redes sociales algunas personas llamaban a cesar la violencia y dejar actuar “a la justicia de Alá”.
Los sindicatos policiales no cesan de expresar su enfado por el no respeto a la presunción de inocencia de su compañero, un agente condecorado tres veces y sin antecedentes. Su identidad ha sido revelada en las redes sociales poniendo en peligro también a su familia. El conductor de ambulancia que hizo público el nombre del policía ha sido condenado a seis meses de cárcel por haber puesto en peligro la vida del agente y la de su familia.
Policías y gendarmes afirman ser la institución más supervisada y controlada de Francia. Recuerdan, además, que solo en el año pasado hubo 25.800 casos de personas que rehusaron detener su coche cuando se lo reclamaba la policía.
¿”Guerra civil”?
El agente incriminado por “homicidio voluntario” está detenido de forma provisional por orden del fiscal de Nanterre, que ayer declaró: “con los elementos conocidos hasta ahora, las condiciones para la utilización del arma no están justificadas”. No se podía esperar otra cosa si políticamente se persigue calmar los ánimos en las calles, porque en Francia los fiscales también dependen de quien dependen.
Algunos analistas hablan ya desde hace pocos años de “guerra civil” en Francia. Puede parecer exagerado. Lo cierto es que el país camina hacia lo que ya predecía el primer ministro del Interior de Macron, el socialista Gerard Collomb, quien advirtió: “de momento, las comunidades viven juntas, pero corremos el peligro de vivir frente a frente”.
Los disturbios de los últimos años se circunscribían a los barrios de donde precisamente proceden los vándalos y los alborotadores. Pero ya se han producido los primeros enfrentamientos en zonas donde las recriminaciones de los vecinos hacia los delincuentes han sido respondidas con ataques de morteros de fuegos artificiales que han provocado incendios en casas particulares, como es el caso de Villeurbanne, junto a Lyón.
Si los enfrentamientos entre ciudadanos de distintos barrios – y por tanto de distintos orígenes - se recrudecen ante la impotencia de las fuerzas del orden se llegará al escenario más temido, por mucho que se rechace como impensable.
En una reciente entrevista en la publicación “Front Populaire”, impulsada y codirigida por el filósofo Michel Onfray, el escritor Michel Houellebecq anunciaba un posible y venidero “Bataclán al revés contra los musulmanes”. El novelista recibió una querella de la Gran Mezquita de París y tuvo que pedir perdón por escrito en un acto de sumisión que le ha valido el abandono de muchos de sus incondicionales.
Más allá de considerar anecdóticas – o no - las cavilaciones de un escritor, autoridades y políticos empiezan a preocuparse por la creación de grupos de autodefensa, ya sea de vecinos preocupados por sus familias y pertenencias, o por grupos de ultranacionalistas armados que hasta ahora eran solo fantasías en la mente de algunos paranoicos y en el cajón de excusas preparadas para utilización política de los autodenominados “progresistas”.
acbrot
Cada vez que pulso una de las caritas al pie de un comentario, para votar, me sale un mensajito en verde diciéndome que debo iniciar la sesión para votar. Ya he iniciado la sesión unas cinco veces y ni recoge el voto ni deja de salir el mensajito de marras. Les agradeceré perfeccionen el programa de gestión de opiniones.
xaxonem
¿Guerra civil? Ya hace años se predijo esto por un periodista, que dijo que Francia caminaba hacia una guerra civil. Había vídeos que no localizo, porque los dirigentes franceses no les gustaban lo que decía. Pero lo recuerdo perfectamente. Y como soy buen fisonomista, sé quien es. Eric Zemmour, un contrincante de Macron en las últimas elecciones francesas. Esto es a lo que nos avocan los políticos de toda Europa con el buenismo que profesan, se olvidan de quienes les votaron y legislan para dar derechos a los que llegan de los países donde no hay tal cosa. Es vergonzoso que aumenten los barrios de las ciudades, tanto de Francia como de toda Europa, donde la policía no se atreve a entrar. El nombre del periodista que predijo esto de la guerra civil, ahora político, es Eric Zemmour. Sigamos creyendo que progresamos gracias a los progresistas, que son los que nos van a llevar al siglo pasado.
DANIROCIO
ya sabemos lo del sabio refran,cuando las barbas de tu vecino veas quemar pon las tuyas a remojar y que verdad es,este problema en EUROPA es como una mancha de aceite como no se limpia se extiende y al final la mancha nos llega a todos, INGLATERRA ,FRANCIA paises muy humanos y buenismos ya lo estamos viendo donde nos lleva,el proximo ¿ ESPAÑA? posiblemente
vallecas
La Izquierda Francesa quiere destruir Francia desde hace decenas de años (80). Utiliza todo lo que esté disponible para este fin. No excluye nada y alienta y no resuelve las injusticias para lograr sus objetivos. El Islamismo Radical ?? Pasen bienvenidos.
ma
Los musulmanes no tienen sitio en europa, se puede integrar a individuos concretos, pero como colectivo no.
BRIBON
No querían diversidad? Aquí está. Haber ahora quién soluciona esto, el buenismo nos está destruyendo.
Norne Gaest
1. Francia está viviendo lo que puede pasar en España y el resto de Europa en poco tiempo. A los partidos (solo Vox) o personas que decimos que hay que controlar la inmigración y combatir sin miedos la inmigración ilegal se nos acusa de xenófobos, racistas y demás coletilla. El problema no es solo la cantidad de inmigrantes, que también, sino la clase de inmigrantes. Por ejemplo, alentar o permitir una inmigración islámica importante es suicida, como ya se está viendo, por tratarse de culturas contrarias a los valores laicos y democráticos que tanto ha costado ir consiguiendo en Europa. En Francia ya hay barrios "liberados", donde, según la crónica, la droga, las armas y el islamismo campan a sus anchas. Y otros países ingenuos (los nórdicos) ya están viendo las consecuencias de su buenismo con la inmigración. Da la impresión que Europa se está suicidando. Y al decir Europa digo los valores que hoy la caracterizan: la libertad, el progreso, la democracia, su tradición cultural, etc. 2. Aquí, entre los m.c.s. que no afrontan en profundidad estos temas y las miserias alicortas de la política nacional, nos tienen entretenidos. La izquierda y el nazionalismo anti español quedan, una vez más, ridícula y tristemente en evidencia, como los lastres que realmente son (en España al menos, porque la social democracia portuguesa parece se otra cosa), cuando se ven estos problemas de sociedad, de civilización.
Leonidas
La delincuencia y la inmigración ilegal serán nuestra caballo del Apocalipsis. Y las élites se creen a salvo, de momento. Cualquier cosa les vale para montar un follón, el delincuente muerto les importa un pito a los alborotadores.