Casi todo es posible en esta España donde se prohíbe fumar en la calle y después un juez prohíbe la propia prohibición, donde la gente invoca el "habeas corpus" sin saber ni qué carajo es o donde Miguel Bosé publica vídeos como los que está publicando. Lo que ocurre en la televisión es, al cabo, un reflejo de esta sociedad histérica. Acabamos de verlo con el despido fulminante de Marta López de Mediaset.
La cosa es que la cadena ha decidido prescindir de sus servicios por su "actitud irresponsable". Esa actitud consistió en irse de fiesta al festival Starlite, no respetar la distancia de seguridad ni el uso de la mascarilla y publicarlo todo en sus redes sociales. Para la empresa, su ya ex colaboradora erró al "no mantener la rigurosa conducta que todo ciudadano debe cumplir para superar la crisis sanitaria provocada por la covid-19 y que por supuesto exige esta compañía".
Este jueves unos cuantos presentadores y colaboradores de programas de Telecinco donde colaboraba López, Sálvame y Ya es mediodía, no pudieron trabajar porque entraron en cuarentena. Había un positivo en la cadena que podría ser el de la ex concursante de Gran Hermano. Si se confirma que ella se contagió y extendió el virus, estaríamos, en efecto, ante un caso de irresponsabilidad manifiesta, aunque no tan grave como el de ese hombre infectado y asintomático que se saltó la cuarentena en Tejeda (Gran Canaria) para acudir a una fiesta en la que contagió a 14 personas.
En programas de Telecinco se permite casi de todo, porque se han emitido comportamientos que están lejos de ser los más edificantes, pero no se toleran bromas con esta pandemia porque el asunto es demasiado serio como para tomárselo a broma
Que la ex concursante de Gran Hermano, con solera en otros muchos programas de Telecinco, haya perdido sus colaboraciones tampoco cambia el mundo, teniendo en cuenta que es probable, no diremos seguro para no pillarnos los dedos, que dentro de un tiempo reaparezca para contar lo mal que lo ha pasado por esta situación. En todo caso, este despido es sólo un síntoma más de cómo está cambiando la vida, también la televisiva, a raíz del dichoso virus.
Para empezar, lo ocurrido es bastante paradójico, si no perdemos de vista que Marta López se había convertido en una tertuliana habitual para hablar del coronavirus. Puede parecer que se crea un precedente peligroso, por aquello de despedir a personas que se han contagiado, pero desde la cadena remarcan que prescinden de la colaboradora por su actitud irresponsable y no por estar contagiada.
¿Hay doble moral en esta decisión? En programas de Telecinco se permite casi de todo, porque se han emitido comportamientos que están lejos de ser los más edificantes, pero no se toleran bromas con esta pandemia porque el asunto es demasiado serio como para tomárselo a broma. Habrá quienes ataquen a Mediaset y defiendan a López porque el despido puede ser injusto o improcedente. Lo harán utilizando la palabra mágica, libertad, porque cuestionan las restricciones y porque ella se comportó así en su vida privada. Legalmente es un debate interesante que ya veremos cómo acaba.
Tampoco es justo, todo hay que decirlo, que ahora López sea perseguida y linchada en las redes como si hubiera perpetrado una matanza. Pero ese síntoma es de otra enfermedad que padecemos
Acabe como acabe el embrollo, creo que con esta decisión Mediaset ha querido enviar un mensaje de responsabilidad. Bien mandado está. Porque los medios de comunicación tienen que ser responsables en un momento tan delicado como este y no servir sólo como altavoces de conductas que nos ponen en peligro a todos. Aquellos que se saltan a la torera las medidas de seguridad y lo hacen público se equivocan porque infravaloran el poder del virus. Mucho peor es cuando actúan así personas con notoriedad que pueden provocar que otros les imiten.
Marta López se ha equivocado y ya está pagando por ello. Tampoco es justo, todo hay que decirlo, que ahora sea perseguida y linchada en las redes como si hubiera perpetrado una matanza. Pero ese es síntoma de otra enfermedad que padecemos y que por desgracia parece no tener cura.