"Es tiempo de tomar decisiones, pues urgen, dado que la situación de la compañía es grave". Es el razonamiento que utilizaba este lunes uno de los accionistas con más peso en Prisa para resumir la situación del grupo, con una deuda financiera de más de 1.000 millones de euros, un negocio afectado por la crisis del coronavirus y una acción que se ha depreciado casi el 70% desde el pasado marzo.
Tal es así que actualmente hacen falta cuatro acciones de Prisa para adquirir un ejemplar (1,70 euros) de El País, su periódico generalista. Hace exactamente un año, los títulos cotizaban a 1,43 euros. Al término de la sesión bursátil de este lunes, a 42 céntimos.
El cónclave de la editora de medios de comunicación se reunirá en septiembre para tratar de avanzar en dos proyectos que le urge tener listos en el corto plazo y que están ligados el uno al otro. El primero es la refinanciación de sus adeudos, que el pasado 31 de marzo ascendían a 1.067 millones de euros.
La compañía espera cerrar antes del final de 2020 este movimiento y entre sus accionistas existe optimismo en que sus acreedores acepten la petición, pese a que es el cuarto salvavidas financiero que le solicita desde 2010. Sea como fuere, cabe recordar que el pasado abril el grupo superó la fecha límite que le habían puesto los bancos (llamada Milestone 2020) para amortizar 275 millones de euros. Dado que no pudo cumplirlo, su plan de amortización se modificó. En resumidas cuentas, se 'encarecieron' sus mensualidades.
División del negocio
Este 'rescate financiero' iría ligado, en principio, a la división de los negocios de la compañía en dos partes, tal y como adelantó este periódico. Por un lado, se 'aislaría' Santillana en una empresa independiente que contaría con su propio Consejo de Administración; y que probablemente asumiría la totalidad del pago de la deuda de la compañía, tal y como explican fuentes de los accionistas.
En este sentido, añaden que podría iniciarse la búsqueda de accionistas -fondos de inversión interesados- para entrar en este nuevo negocio y tratar de aprovechar su potencial.
No hay que olvidar que uno de los proyectos que ha barajado Prisa durante los últimos meses ha sido el de sacar a Bolsa la parte digital de su división de educación. De hecho, los bancos privados habían sugerido esta posibilidad, dado que la brasileña Arco Plattform realizó hace dos años un movimiento similar y consiguió que su negocio se revalorizara un 150% en pocas semanas.
La idea es que la división de medios de comunicación de Prisa quede totalmente al margen de Santillana y se gestione con un Consejo de Administración autónomo. Para realizar labores de asesoría sobre este movimiento, el grupo ha contratado a los despachos Uría y Pérez Llorca.
Paz en el Consejo
Sea como sea, parece que la práctica totalidad de los accionistas están de acuerdo con la necesidad de completar este movimiento para tratar de poner fin a la grave crisis económica que vive la compañía. Ahora bien, existen diferencias sobre la dimensión que debería tener Prisa tras esta operación, pues fondos de inversión como Amber Capital (casi el 30% de las acciones) consideran que una parte de los activos deberían, al menos, ponerse a la venta para tantear el interés que generan en el mercado.
La entidad liderada por Joseph Oughourlian ha mantenido un fuerte enfrentamiento durante los últimos tiempos con el presidente del grupo, Javier Monzón, quien sobre el papel ejerce de consejero independiente, pero que tiene un evidente nexo con Banco Santander (de hecho, es chairman en OpenBank). La clave de estas discrepancias se encontraría en los diferentes puntos de vista sobre la forma de gestionar el Grupo Prisa, tal y como recuerdan fuentes internas.
El pasado junio, la tensión se cortaba con un cuchillo en los días previos a la Junta General de Accionistas, en las que incluso se rumoreó sobre la posibilidad de que Monzón fuera destituido como presidente. Sin embargo, unas horas antes de la celebración de la reunión, ambas partes alcanzaron un pacto de mínimos para tratar de reflotar a la compañía. Sus líneas maestras eran la refinanciación de la deuda y la escisión de Santillana.