La atronadora confesión de Víctor de Aldama ha puesto en jaque la honorabilidad del Gobierno. Después de abrir la caja de Pandora el jueves en la Audiencia Nacional, el cerebro del caso Koldo fue puesto en libertad por Santiago Pedraz en lo que fuentes de Génova consideran una prueba de "credibilidad" del juez a su testimonio. "Entiende que está colaborando con la Justicia", se congratulan en el principal partido de la oposición, donde cruzan los dedos, deseosos de que cada coma de lo dicho por Aldama sea cierto. Y de que también lo sea su amenaza a Pedro Sánchez a su salida de Soto del Real.
"Como tantas pruebas quiere, que no se preocupe el señor Sánchez, que va a tener pruebas de todo lo que se ha dicho", retó Aldama, buscando las alcachofas y las cámaras de los periodistas presentes, en una imagen que ya figura en la hemeroteca más espinosa del sanchismo. Fue su respuesta al menosprecio de Sánchez en el patio del Congreso, reduciendo sus confesiones a "inventada" y su figura a "personaje". Un marciano con ínfulas. O como asegura de los principales lugartenientes de la guardia pretoriana del presidente, Óscar López, alguien que "se piensa que es James Bond y se parece mucho más al Pequeño Nicolás".
En este contexto, la comparecencia de Aldama en la comisión que investiga la trama con epicentro en el Ministerio de Transportes mientras estuvo dirigido por José Luis Ábalos (2019-2021) –que, como publicó Vozpópuli este sábado, pedirá al Tribunal Supremo que le cite a declarar tras acusarle Aldama de cobrar 400.000 euros en efectivo–, pilotada por el PP para tratar de ahondar en las vergüenzas del Ejecutivo, pierde toda importancia. "La prioridad es que cante en sede judicial", zanjan fuentes populares con mano en el Senado, sabedores de que terremoto político desatado por Aldama donde tiene efecto, efecto de verdad, es ante un juez.
Además, en el PP recuerdan que el gólem del Gobierno pasó de puntillas por la comisión que celebró el Parlamento de Baleares para investigar el rastro de la trama en el archipiélago. Fue el pasado 20 de mayo, tres días antes que Koldo García Izaguirre y Ábalos. "No voy a declarar", contestó Aldama, una tras otra, a las más de 20 preguntas que le lanzaron los diputados baleares de PP, PSOE, Vox y Més. "Su estrategia de defensa es clara: sólo habla en sede judicial para llegar a acuerdos con Fiscalía sobre su libertad", tienen claro en Génova. Una afirmación compartida con otras fuentes con mando en plaza en el PP que dan pábulo a algunas de las afirmaciones de Aldama, asegurando, sin ahondar, que así lo han podido conocer.
Como publicó este periódico hace siete meses, los populares siempre atisbaron en Aldama al "eslabón más débil de la cadena", el posible Tommaso Buscetta del caso Koldo. Un pentito que, desde el primer momento de su detención en febrero –aunque si estaba en prisión ahora era por el fraude de los hidrocarburos–, habría "trasladado a su entorno que quiere tirar de la manta para tratar de alcanzar un acuerdo con la Fiscalía Anticorrupción que le permita reducir una hipotética condena", según publicó El Confidencial en marzo. Confirmada la noticia, la peligrosidad del comisionista para Sánchez, a ojos del PP, es máxima. "Más que una caja de bombas", ilustra un destacado dirigente. Ni Bond ni el Pequeño Nicolás, una mezcla.
El PP, además, sigue postergando la citación a Sánchez en el Senado. Una amenaza enconada, que los populares sostienen, y que aseguran materializar cuando-todo-se-sepa. ¿Y no sería ahora el momento propicio, capaces los senadores del PP de arrojar como perdigones las confesiones de Aldama al presidente? "No, todavía no se sabe todo", atajan desde el entorno de Alberto Núñez Feijóo. "En el momento en que llamas a Sánchez, todo lo de después ya no interesa", justifican otras fuentes ya citadas. "Es como si pones antes al del telonero al cantante principal", dicen... Aunque, por el momento, a falta de que la Justicia pase el fact-checking a sus acusaciones, el único que canta es Aldama. Y en sede judicial.