Más de tres años después del asesinato de Isabel Carrasco, existen algunas preguntas que no han sido respondidas. La más inquietante -quizá- la descubrieron los autores de Muerte en León mientras preparaban esta serie de televisión. Encontraron un hilo del que tirar que la Fiscalía se ha negado a seguir: decenas de conversaciones telefónicas entre Triana Martínez y Luis Estébanez, asesor del presidente de la Junta de Castilla y León desde 2001. Una de estas llamadas, por cierto, se produjo el día del crimen y duró 3 minutos. El director de este documental, Justin Webster, reconoce su extrañeza porque nadie haya tratado de esclarecer el nexo que existía entre el asistente de Juan Vicente Herrera y la condenada, aunque incide en que, por alguna razón, “a varios periodistas les pararon los pies para que no investigaran” el tema.
Para entender lo que rodea este caso hay que tener en cuenta que la dimensión de Isabel Carrasco en León era inmensa. Era una lideresa repudiada por una parte de su partido, pero que no tenía una oposición real. Básicamente, porque muchos temían pagar las consecuencias derivadas de dar un paso hacia adelante.
Contra sus enemigos aplicaba el látigo y con los neutrales estaba siempre vigilante. Así se observa en Muerte en León, donde se cuenta cómo situaba peones en todos los departamentos de la Institución para detectar a los 'intoxicadores'. Algo común entre quienes ejercen un poder absoluto o casi absoluto: la búsqueda del enemigo interno.
Su muerte causó estupor en la capital leonesa, donde “su nombre tarde o temprano acababa saliendo en todas las conversaciones entre políticos y periodistas” y donde “controlaba cada papel que se movía en la Diputación”, explica un periodista que ejerce en la ciudad. Su asesina, Montserrat González, la ejecutó en una pasarela que cruza el río Bernesga en la tarde del 12 de mayo de 2014. Lo hizo a sangre fría, tras haber trazado un plan "casi perfecto". Fue una acción premeditada de la que nunca ha dado ninguna señal de arrepentimiento.
Los medios de comunicación son conscientes de la existencia de estas llamadas desde hace meses, pero nadie ha publicado ninguna novedad al respecto.
Las muestras de pesar se sucedieron desde que trascendió su muerte. Pero unos días después, apareció una pintada en el lugar del crimen que rezaba “aquí murió un bicho”. Una muestra del rechazo que Carrasco generaba entre una parte de los leoneses, del que ella misma era consciente, como se observa en el documental, donde se escuchan dos frases lapidarias de la expresidenta: “No me extrañaría si aparezco en una cuneta” (…) “cualquier día, me dan dos tiros”.
Poco antes del crimen, a las 12:13 horas, Triana Martínez conversó por teléfono con el citado asesor de Juan Vicente Herrera. Así lo descubrieron los autores de Muerte en León cruzando los datos del registro de llamadas que utilizó la policía científica durante la investigación con los de la agenda telefónica de Triana. Pero, extrañamente, Luis Estébanez no apareció en el sumario del caso. Los medios de comunicación son conscientes de este hecho desde hace meses, pero nadie ha publicado ninguna novedad al respecto.
Sin libertad para informar
En una conversación telefónica mantenida con Vozpópuli, Justin Webster asegura que varios periodistas de Castilla y León le han confesado que sus jefes les han pedido que no toquen este tema, pues es altamente inflamable. “La prensa nunca ha sido totalmente libre al informar de este asunto y en Castilla y León menos”, manifiesta.
En la provincia leonesa, Carrasco aplicó la política del palo y la zanahoria para controlar a los medios. Quienes hablaban bien de ella, recibían subvenciones de la Diputación. Quienes se mostraban críticos con la Institución -como los periódicos online- perdían incluso la invitación para acudir a sus ruedas de prensa. El mismo modus operandi que en política: a los enemigos, el látigo.
La situación no es igual actualmente que antes de su asesinato, pero las dependencias de una gran parte de la prensa local y el poder político siguen siendo fuertes.
El periódico más vendido, de hecho, es El Diario de León, propiedad de José Luis Ulibarri, salpicado por el caso Gürtel. Este constructor explota junto con Antonio Miguel Méndez Pozo la radio-televisión de Castilla y León (RTVCyL), que ha recibido desde 2010 un total de 144 millones de euros en forma de subvenciones por parte de la Junta de Castilla y León.
Es cierto que en Muerte en León aparecen los testimonios de algunos periodistas de la ciudad -de El Diario de León inclusive-, sin embargo, Webster considera que existe “una tensión alrededor de este asunto que se palpaba en cada entrevista” con estos profesionales de la información. El motivo es "obvio".
El director confía, no obstante, en que con la difusión del "cabo suelto" de la investigación sobre el asesinato de Carrasco en algunos periódicos generalistas se hayan roto las barreras que se establecieron alrededor de las llamadas entre Triana y Estébanez. Algo que quizá ayude a esclarecer el caso.
El director de 'Muerte en León' considera que la investigación policial del asesinato de Isabel Carrasco estuvo contaminada.
Durante la charla con Vozpópuli, Webster deja claro que en ningún momento quiere incriminar a Estébanez, dado que nadie ha probado su implicación en este caso.
El director recuerda que hace unos meses habló con este asesor y le confirmó los contactos con Triana, pero aseguró que ella sólo le llamaba porque buscaba empleo y pensaba que le podía ayudar. Puesto que no le convencía su versión, Webster le pidió mantener un encuentro cara a cara, pero se negó, lo que no ayudó a despejar las dudas al respecto de las llamadas.
Webster considera que la investigación policial del asesinato de Isabel Carrasco estuvo contaminada. Así lo piensa porque quienes estaban a cargo de las pesquisas no contactaron con este hombre, pese a que había cruzado decenas de llamadas con Triana y pese a que en el ordenador portátil de la condenada se encontró una copia de seguridad de los datos de su teléfono iPhone, lo que demostraría la relación de confianza que mantenían.
En el ordenador portátil de Triana Martínez se encontró una copia de seguridad de los datos del teléfono iPhone de Estébanez.
“Ni la policía habló con él (Estébanez), ni las llamadas con Triana aparecieron en el sumario, ni él fue a la policía después de enterarse del asesinato”, explica.
Y añade: “Cabría comparar su situación con la de Raquel Gago (la policía local de León implicada en el caso). Ella está condenada a 14 años de cárcel por ser cómplice de Triana y Montserrat. Uno de los hechos por los que se la incriminó fue por ocultar que había visto a Triana (el día del crimen) hasta que los investigadores encontraron el arma. Nadie dice que Estébanez sea culpable de nada, pero no alcanzo a comprender que la policía ni siquiera contactara con él, pese a que habló con Triana durante una hora y media el día antes del asesinato y 3 minutos el mismo día (…). Suena raro eso, así como que la Fiscalía no haya abierto ni diligencias previas”, afirma.
Próximo estreno
Sobre este asunto versará la película-documental Después de la muerte en León (título provisional), que previsiblemente se estrenará en otoño. Webster espera que el filme pueda contener una explicación sobre la “ocultación deliberada” de las llamadas que -considera- realizaron los instructores del caso.
Las pesquisas que durante meses han realizado a este respecto los realizadores de esta serie las recibió la Policía Nacional de Madrid hace unas semanas. Sin embargo, aún no han trascendido noticias sobre cualquier avance en una investigación en la que existe algún cabo suelto del que la prensa, hasta ahora, no ha querido tirar. Entre otras cosas, por la dependencia del poder político que tienen los medios de comunicación en Castilla y León y por el temor de los periodistas a lo que de esa cuestión sin resolver surjan preguntas (o certezas) aún más incómodas.