"No decepcione al millón y doscientas mil personas que les han votado". Así concluyó Ana Pastor su entrevista a Pablo Iglesias en El Objetivo (La Sexta). Si hubiera sustituido ese "han" por un "hemos" nadie se habría extrañado. Pero esa no es la cuestión relevante. El asunto es que el portavoz y líder (a él solo le gusta el primer epíteto) de Podemos aprobó con nota el examen que le planteó la presentadora. No titubeó, tampoco perdió los nervios, colocó sus mensajes -gusten o no- y, por todo ello, venció una batalla dialéctica que se presumía más dura de lo que fue. Eso sí, dejó algunas perlas impagables como esta: "La ley de extranjería, para la Reina Sofía".
El profesor, acostumbrado a formular preguntas a sus alumnos, tuvo que responderlas esta vez. Y la periodista le preguntó por la gran mayoría de asuntos candentes que afectan a Podemos, justo es reconocerlo, pero no logró acorralar al examinado. Si Pastor buscaba un suspenso del político-tertuliano, tendría que haber planteado cuestiones más complejas de contestar. O, mejor dicho, debería haber insistido en desentrañar algunos argumentos un tanto vagos que pronunció el entrevistado. Iglesias, con innegables dotes para comunicar bien, salió más que airoso y no cayó en grandes contradicciones. Continuó fiel a su estilo, con respuestas rápidas pronunciadas sin pestañear y casi sin pararse a respirar. La verdad es que, pese a sus muchas apariciones de estos días, sigue haciéndose extraño verle como entrevistado y no como un tertuliano más.
La periodista se apaga...
Pastor fue de más a menos. Empezó dura, con la exigencia de tres medidas para combatir el paro y poniendo en duda la viabilidad de algunas de las cuestiones que contiene el programa electoral de Podemos (renta mínima para cada ciudadano, jubilación a los sesenta años, destrucción de las fronteras...). Pero después la periodista, terror de otros entrevistados como Esperanza Aguirre, fue apagando su agresividad habitual, quizás convencida por el interpelado. Y continuó la entrevista con preguntas más amables -ejemplo: definición de "la casta"- entre las que intercaló alguna que otra loa a su oponente, como esa insistencia en que las cuentas de este partido están limpias.
Pablo Iglesias asegura que Podemos se gastó 150.000 euros en su campaña, niega relaciones con el chavismo y afirma que seguirá acudiendo a los medios, por ser "el principal espacio de socialización política"
Cuando las preguntas y las respuestas estaban siendo demasiado previsibles y daban ganas de cambiar de canal, Pastor resurgió, aunque fuera tímidamente, sin la bravura de otras veces, para plantear una cuestión resbaladiza. Y claro, llegó el titular. Pablo Iglesias negó "rotundamente" que reciban subvenciones del Gobierno de Venezuela y, como en su formación están "hartos de que se digan barbaridades", anunció acciones legales contra personas "con impunidad mediática" que les acusan de vínculos con el chavismo. Después aseguró que Podemos ha gastado en su campaña electoral "unos 150.000 euros". Y, tras criticar "el enorme problemas de concentración de la propiedad" en los medios de comunicación, reconoció que estos "son el principal espacio de socialización política", por lo que seguirá acudiendo a ellos.
En definitiva, el portavoz de Podemos pudo con una Pastor más tibia que de costumbre. Y colocó eficazmente sus mensajes habituales. Cuestión distinta es que la audiencia esté de acuerdo o no, allá cada cual, en que Keynes representa el paradigma económico necesario hoy día, opine que es bueno utilizar el artículo 128 de la Constitución para expropiar empresas, ansíe la probable "confluencia" entre la nueva formación e IU o considere que, en cuestión de extranjería, en España "no sobran quienes vienen a trabajar, sino que sobran la casta y los corruptos, y en todo caso, la ley de extranjería, para la Reina Sofía".