Pablo Iglesias defiende la libertad de prensa, pero porfía de las empresas de medios de comunicación. Hay garantizar la libertad, sí, pero con matices. El líder de Podemos atribuye una buena parte de las críticas que recibe a los nexos políticos y las dependencias económicas de estas empresas; y desconfía de los periodistas, de quienes ha llegado a sugerir que arremeten contra su partido para ascender en el organigrama de sus periódicos. Poco o nada queda por contar acerca de los intereses de los editores y sobre las malas prácticas que algunos emplean para poder aproximarse a algún poder fáctico o para engordar su billetera. Pero no es menos cierto que de las declaraciones y propuestas que han salido de la boca de los líderes de la formación morada durante los últimos meses se deduce que en la cúpula del partido creen en una conspiración en su contra.
La relación de Podemos con los medios se puede resumir en una frase: ni contigo, ni sin ti. Cuando Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero grababan las primeras ediciones de La Tuerka en las pequeñas instalaciones del Canal 33 madrileño, allá por 2013, y apenas eran recibidos por unos pocos cientos de personas, hablaban de la necesidad de dar el salto a las mesas de debate de las televisiones nacionales para ganar visibilidad. Para que su mensaje llegara a la mayor parte de los ciudadanos descontentos por la crisis que reclamaban un cambio, según relató a este periódico el pasado enero el propietario de Canal 33, Enrique Riobóo.
"Si yo trabajo en el diario 'El Mundo' es imposible que consiga colocar en la portada el titular 'Podemos lo hace todo muy bien'", criticó Pablo Iglesias
Pronto consiguieron ese objetivo e Iglesias se ganó una silla en varias tertulias de canales como Cuatro y La Sexta. Las ideas antisistema llegaron al horario de máxima audiencia y eso resultó fundamental para que el partido germinara. Desde entonces, los líderes de Podemos han practicado un doble juego. Por un lado, han aprovechado estas tribunas para difundir sus ideales -y las han reclamado con vehemencia cuando no las han tenido a su alcance- y, por otro, han criticado con frecuencia a los medios de comunicación y no han dudado en emprenderla con fiereza contra los periodistas que se encontraban en su lista negra.
Un debate sobre los intereses de los medios de comunicación
En la cabeza de sus líderes, está asentada la idea -o, al menos, así lo exteriorizan- de que Podemos recibe un peor trato que el resto de las fuerzas políticas por parte de estas empresas. "La gente sabe que no se trata a Podemos (en los medios) de la misma manera que al resto de las fuerzas políticas", afirmaba este viernes la diputada Carolina Bescansa, quien reclamaba la apertura de un debate para estudiar cómo funcionan los medios por dentro y, de este modo, poder averiguar las causas que les llevan a ser tan críticos con el partido.
La conclusión de Pablo Iglesias, según expresó no hace mucho, es que a los periodistas les sale más rentable ser duros con Podemos que complacientes: "Si yo quiero prosperar en el mundo del periodismo y en particular en mi periódico, tengo que conseguir que haya muchas noticias que vayan a la portada. Pero claro, si yo trabajo en el diario El Mundo es imposible que yo consiga colocar en la portada el titular 'Podemos lo hace todo muy bien'".
Hace unas horas, el número 3 de Podemos, Pablo Echenique, iba un paso más allá e informaba en su blog sobre la impotencia a la que se enfrentan los periodistas en su día a día por las presiones a las que se enfrentan. "¿Sabéis por qué a veces el titular de una noticia tiene poco que ver (en tono y alguna vez hasta en contenido) con el cuerpo de la noticia? Porque, en muchos medios (no en todos pero sí en muchos) y en muchas ocasiones (no en todas pero sí en muchas), el cuerpo lo escriben los periodistas y los titulares los escriben los jefes". A lo que añadía: "En base a la línea editorial se modulan también los tonos y se decide sobre qué temas se les encarga escribir a sus periodistas. Excepto a unos pocos periodistas a los que se les da libertad total en unos pocos medios, esto es así y lo sabe todo el mundo en la profesión".
"En muchos medios y en muchas ocasiones, el cuerpo de la noticia lo escriben los periodistas y los titulares, los jefes", según Echenique
La web de Carmena
Desde Podemos, han hablado en reiteradas ocasiones de la necesidad de regular el sector para que las televisiones públicas no sean cautivas del Gobierno de turno, pero también para evitar que la concentración empresarial. Es decir, para meter mano en el sector privado. Esto último, por ejemplo, supondría limitar el poder de Atresmedia y Mediaset, dos compañías cuyos canales acuden sus líderes a diario. Porque lo justifica su fin. O porque, a la hora de la verdad, los argumentos forman parte del abstracto mundo en el que fluyen las ideas.
Un buen ejemplo de que, en lo que respecta a los medios de comunicación, en Podemos se piensa que 'el infierno son los otros' lo constituye la web Madrid Versión Original, inaugurada por el equipo de Gobierno de Manuela Carmena hace unos meses con el fin de matizar o desmentir las noticias que sus concejales consideraban incorrectas. La iniciativa mereció el rechazo unánime de la prensa conservadora, pues consideró que iba a servir para coaccionar a los periodistas y castigar a los medios afines. En realidad, no ha generado ninguno de los dos fenómenos y actualmente está abandonada a su suerte. Pero su planteamiento ofrece una idea de la desconfianza que en este partido generan las empresas de este sector.
El pasado julio, la extrabajadora de la Radiotelevisión Valenciana (RTVV) vinculada a Podemos, Lola Bañón, expuso en pocas palabras la idea que este partido defiende -también sugerida por Pablo Iglesias en algunas ocasiones- en lo relativo al futuro de este sector: "Hay grandes retos y el primero será liberar a las instituciones para que tengan un poder real de representación ciudadana y liberar también a los medios de sus estructuras de propiedad para que el discurso sea real y no impuesto por las grandes corporaciones".
La filosofía está clara: los propietarios de los medios de comunicación forman parte del sistema y contribuyen a sostenerlo, pues dependen de poderes políticos y económicos que les impiden perjudicarlo. Desde esa perspectiva, Podemos es considerado como un enemigo. Como un elemento subversivo. En esa percepción estriba el malestar de Podemos con la prensa y su pensamiento de que los periodistas son, a fin de cuentas, esclavos de los intereses de sus empresas.
Pablo Iglesias lo ha resumido en una frase recientemente, que atestigua la conspiración que Podemos sospecha que existe contra el partido desde los medios: "buena parte de los periodistas que nos siguen (a Podemos) están obligados profesionalmente a hablar mal que nosotros, porque así son las reglas del juego".