Imaginar una Alemania sin gente diciendo “Prost!” alzando una pinta de cerveza es imposible hoy día. El país reúne tres cuartas partes de las cervecerías de Europa. Su número en suelo teutón supera ampliamente las 1.000 empresas productoras y reuniones ociosas consistentes en pasar el día bebiendo insondables jarras de cerveza como el Oktoberfest o el Starkbierfest de Múnich, el Schützenfeste de Hannover o el Cannstatter Volkfest de Stuttgart cuentan con seguimiento multitudinario. Pero el reinado de la bier en Alemania sobre el resto de refrescos alcoholizados tiene un horizonte poco prometedor.
Checos y austriacos superan claramente a alemanes en el consumo anual de cerveza.
Datos de los últimos tres años de The Brewers of Europe, organización paneuropea de los productores de cerveza, dan cuenta de esta realidad. Un alemán bebe ahora 107 litros de cerveza anuales, tres litros menos que en 2009. Esa cantidad sólo la superan checos (145 litros) y austriacos (108 litros) pero la tendencia de las cifras germanas es claramente descendente. Hay que tener presente que en 1996 un alemán se bebía al año casi 132 litros de cerveza y, en 1976, eran 151, según datos de la Deutscher Brauer Bund, la asociación de compañías cerveceras del país.
¿Cuáles son sus sustitutos?
A principios de año, la Oficina Federal de Estadística señaló que en Alemania se vendieron 96,5 millones de hectolitros de cerveza en 2012, casi un 2% menos respecto al ejercicio anterior. Ocurre que otras bebidas están seduciendo desde hace tiempo a los alemanes. Entre el público más joven, llama la atención la creciente demanda de otros refrescos con alcohol más dulzones y sin duda alejados del sabor amargo de la cerveza. Son ejemplos de este tipo de bebidas el Smirnoff Ice. Brebajes así, “junto a brandies, o mezclas a base de cerveza y cervezas sin alcohol son productos cuyo consumo está creciendo entre los alemanes”, indican en la Gesellschaft für Außenwirtschaft und Standortmarketing (GTAI), institución pública germana dedicada a la divulgación de información comercial.
El consumo de vino creció más de un 1% durante 2012.
No obstante, también hay en Alemania una creciente demanda de vino, otro tradicional “símbolo de la civilización occidental”, según ha definido esta bebida el carismático productor galo Aimé Guibert, ahora retirado de la gestión del Mas de Daumas Gassac, de donde todavía hoy salen algunos de los mejores caldos de Francia. El Deutsches Weininstitue (DIW), Instituto Alemán del Vino, está acostumbrado a hablar de crecimiento en el consumo de este manjar. Así, pese al contexto de crisis, el año pasado los germanos se gastaron un 1,2% más de dinero en vino que en 2011, de acuerdo con el DIW, con sede en Maguncia. “La cerveza se percibe como algo de baja gama comparado con el vino”, ha explicado Walter Bitsch, que se dedica al comercio de vinos, un sector que en Alemania representa, en su conjunto, 9.000 millones de euros y 21 millones de hectolitros.
Nuevo estilo de vida
La competencia con otras bebidas alcohólicas influye en la paulatina reducción del consumo de cerveza entre alemanes. Pero no hay que perder de vista la evolución social de un país donde el paro apenas llega al 7% y en el que la vida laboral manda mucho sobre los usos y costumbres. Así lo advierte en un informe la consultora multinacional de mercados Euromonitor International. Según esta compañía, “el declive de la población del país y los cambios en los estilos de vida” permiten prever que “el consumo de cerveza vaya a decaer a un ritmo de un 1% al año hasta 2016”. “La elevada presión sobre los empleados, el aumento de la movilidad y la preocupación por la salud y el bienestar son algunos de los factores que impedirán desarrollos positivos” en el mundo cervecero germano, añaden desde Euromonitor International.
Ya se ha inventado un término relativo a su ocaso, ‘Brauereisterben’.
Parece oscurecerse el futuro del mercado de la cerveza en Alemania, pero desde la GTA avisan de que hay “oportunidades comerciales” en la producción de bebidas sin alcohol, en vista de la “gran moda según la cual hay que cuidarse”. Para el espumoso refresco dorado que es la cerveza, sin embargo, ya se ha creado un término alemán relativo a su ocaso, Brauereisterben. Significa “muerte de la fabricación de cerveza”. Por suerte, para los amantes de esta bebida, esa muerte será muy lenta. Todavía quedan muchos Oktoberfesten.