El 13 de febrero de 1997 el portacontenedores Tokio Express se encontraba en ruta trasatlántica cerca de la costa de Cornualles cuando fue sorprendido por el temporal de la zona. Una tormenta perfecta que en uno de sus embistes logró inclinar el gigantesco barco casi 60 grados. Como consecuencia de aquella fuerza bruta 62 contenedores normalizados acabaron en el agua. Un desastre.
Uno de aquellos contenedores fue identificado cuando se partió por las consecuencias medioambientales que produjo. Millones de piezas de un lote de Lego que iba destino a Nueva York acabaron esparcidas por el mar y se han ido repartiendo por las playas de medio mundo durante estos dos decenios.
La temática de aquel vertido ayudó a construir una leyenda y revalorizar las piezas encontradas. El catálogo vertido se componía, en su mayoría, de piezas de temática marítima: arpones, aletas, espadas de pirata, y los famosos pulpos.
Años después de aquel vertido se llegaron a encontrar pulpos en una playa de Melbourne, a más de 16.000 kilómetros de distancia. Varias páginas de Facebook de coleccionistas y curiosos han ido contando y recopilando los hallazgos de aquel vertido convirtiéndose algunas incluso en piezas de coleccionistas.
El oceanógrafo Curtis Ebbesmeyer hizo un seguimiento de aquel vertido para estudiar el comportamiento de las corrientes marinas en el mundo. Una pieza tarda unos 3 años en cruzar el Atlántico y debido a su composición podrían seguir navegando por el océano durante siglos.
Es la parte negativa de esta historia. A partir de aquel vertido la multinacional Lego ideó un plan para cambiar la composición de sus celebérrimos ladrillos de juguete. El acrilonitrilo butadieno estireno (ABS) es un plástico muy fuerte y resistente —usado incluso en la industria de la automoción— con una huella medioambiental demasiado perenne. Más de 60.000 toneladas de plástico al año para moldear unas piezas que pasan de generación a generación, incluso para los seres vivos del mar.
20 años después de aquel vertido un ciudadano inglés sigue recuperando las piezas que han contaminado el agua de la zona de Cornualles más cercana al siniestro. 3 millones de todo tipo de piezas de plástico que ha metido en 35 bolsas para luego clasificarlas en su casa.
Semanas de trabajo recogiendo, clasificando, fotografiando e identificando piezas de plástico de la playa de Tregantle. Tapones, filtros de tabaco, palillos, tacos de obra, cuentas de collar,... toda una colección de desperdicios casi intactos que nos cuentan lo imperecedero y dañino que puede llegar a ser este material.
Las fotos las ha compartido en su Facebook y se han viralizado en redes sociales. El post de Reddit con las fotos del proceso tiene más de 35.000 votos y 1.600 comentarios. Las imágenes publicadas en ImgUr llevan medio millón de visitas.
Así se veía la playa de Tregantle después de la acción de limpieza de Rob y su equipo de voluntarios.
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