Cuando todo el mundo estaba pendiente de Ucrania, las primeras bombas cayeron en Madrid. El PP se ha dividido como Corea por el paralelo 38 entre partidarios de Casado (la derecha de misa y náuticos) y los de Ayuso (la derecha de gintonic y gimnasio). Hay algo en el cargo de presidenta de la Comunidad de Madrid que podríamos denominar como el gen Targaryen, que hace que quienes ocupen el sillón no actúen con la racionalidad que se esperaría. A Esperanza Aguirre la vimos huyendo de la policía en su Toyota blanco, a 20 km/h, después de derribar una moto; a Cristina Cifuentes robando cremas de 20€ en el Eroski; y a Ayuso ahora salir a poner a caldo al aparato de su propio partido.
La acusan de favorecer que su hermano se llevase una comisión por la compra de mascarillas para la comunidad en mitad de la pandemia, ella a ellos de espiarla para cargarse su carrera política. Ahora su defensa va a consistir en saber disfrazar el concepto de comisión por otro como “contraprestación”, “salario por servicios”, “minuta”… Puede ganar cualquiera pero sólo puede quedar uno. Casado tiene a su favor que controla el partido y en su contra que es Pablo Casado y ha demostrado el mismo liderazgo que Juan Cuesta o el Tata Martino.
Ayuso tiene a su favor que la han pillado en el país en el que Jesus Gil sacó tres mayorías absolutas, y en su contra tiene la evidencia empírica. El Mascarilla Gate ha sido el trending topic indiscutible de la semana y ha dado pie incluso a teorías conspiranoicas. Una de ellas dice que el ‘error’ de Alberto Casero en la votación de la reforma laboral no fue tal sino una contraprestación al Gobierno por ofrecerles la información sobre Ayuso. Otra va más allá y cuenta que Alberto Casero está saboteando al partido desde dentro para eliminar a la competencia y hacerse con el poder del PP, en lo que sería la maniobra política más brillante desde que Stalin le mandó a Trotsky un telegrama con una fecha falsa del funeral de Lenin para que no saliese en la foto con el féretro.
El Tuitopía de esta semana es un monográfico sobre el Mascarilla Gate porque Twitter es así, le gusta la sangre.