Durante su carrera como investigador, Carlos Gutiérrez-Expósito lleva años persiguiendo a un fantasma, el llamado torillo andaluz (Turnix sylvaticus), una pequeña ave parecida a la codorniz que un día habitó en la península e Italia. “Estuve trabajando con esa especie durante muchos años sin haberla visto nunca, mediante entrevistas con cazadores e inventando sistemas de detección”, explica a Next. Este año, el ministerio para la Transición Ecológica daba al torillo por oficialmente extinguido, pero Gutiérrez-Expósito y otros investigadores habían localizado un grupo de estas aves en Marruecos para estudiarlas. Y fue al tener uno de estos especímenes en sus manos cuando algo le llamó la atención.
“Observando a estas aves con algo de detalle me di cuenta de que tenían algo en el ojo que no cuadraba muy bien”, recuerda. “La sensación era como que la pupila no estaba en el centro del ojo, sino desplazada un poco hacia abajo. Al verlo en mano me di cuenta de que la pupila estaba en su sitio, pero tiene una zona del iris que es de color marrón que le rodea por debajo y le da ese aspecto raro”. Con estas sospecha, este investigador predoctoral de la Estación Biológica de Doñana empezó a buscar si sucedía lo mismo en otras especies de torillo. “Lo que vi es que estaba siempre presente, en todos los animales, en todas las edades, tanto en polluelos como en adultos”, asegura. “Empecé a sospechar que eso podía tener una funcionalidad importante en la especie y me puse a analizar miles de fotos de aves en internet para ver en cuáles aparece y en cuáles no”.
Las manchas podrían facilitar la visión de estas aves en momentos de cambios en intensidad de luz
En un trabajo publicado en la revista Journal of Ornithology, Gutiérrez-Expósito aporta por primera vez pruebas de que estas aves de la familia Turnicidae presentan una mancha en forma de media luna de color marrón oscuro en el iris, debajo de la pupila, cuya forma y extensión varía según la cantidad de luz que reciben. Y lo que es más importante, revela que estas manchas podrían podrían formar parte de un mecanismo que facilita la visión de estas aves en momentos de cambios en intensidad de luz, como si tratara de unas gafas de sol. Aunque otros investigadores habían apuntado la existencia de este patrón asimétrico en los ojos de algunas aves, se trata de la “primera vez se describe una estructura que tiene que ver con la regulación de la luz dentro de los ojos de las aves y no en su entorno cercano”.
Para el estudio, Gutiérrez-Expósito revisó las fotografías en alta definición de 1570 especies de aves y encontró este tipo de manchas o “heterocromía asimétrica” en los ojos de 85 especies, como los ibises, avetorillos, ostreros, palomas, pájaros carpinteros y tucanes, aunque la asimetría no es constante en todas las clases de edades, de sexos o todas las especies de un grupo taxonómico. “Cuando lo analizas ves que cuando iluminas el ojo del ave con una lámpara la pupila se cierra y la mancha se expande, pero cuando es al revés, y hay poca luz, la línea casi desaparece”, explica el autor. “Y siempre está orientada en la posición en la que el ave mira a la hora de comer. La mancha aparece casi siempre en la línea que forma el ojo con el punto en el que el pájaro va a picar”.
Todos estos datos le llevan a concluir que este ‘creciente oscuro’ - término con el que denomina la mancha - es un sistema que minimiza la cantidad de luz que pasa a través del iris y reduce al tiempo los destellos durante el momento en que el ave se alimenta. Una posible pista es que la mancha aparece en aves que tienden a mirar cerca, y especialmente al suelo, cuando comen. Por eso aparece por ejemplo en palomas y no en rapaces. En los torillos, argumenta el investigador, “dado que estas aves viven generalmente en zonas cubiertas total o parcialmente por la sombra de matorrales, hierbas o zonas de cultivo, se podría argumentar que el ‘creciente oscuro’ puede ser una adaptación a la exposición a cambios súbitos de la intensidad de la luz”. En otras palabras, la mancha en el iris podría ser un sistema de visión mejorado para ciertas condiciones de exposición a la luz, y esta la primera vez que se describe.
Referencia: Asymmetric iris heterochromia in birds: the dark crescent of buttonquails (Journal of Ornithology)