José Luis Ábalos ahora parece que mancha. Ha caído en desgracia y va a cargar con los marrones. Los propios –que son muchos- y los ajenos –que también-. El otrora todopoderoso ministro de Fomento y capo de organización del PSOE ha perdido de golpe el favor de Pedro Sánchez. Casi sin enterarse, con una certera daga florentina directa al corazón mientras, iluso, intentaba negociar su paso al ministerio de Defensa.
De un plumazo y sin un agradecimiento por los servicios prestados, el hijo de ‘Carbonerito’; el hombre de los mil excesos, de los viajes a Canarias con masaje, moet chandon y pagos en billetes de 500; el que mintió sin recato sobre su encuentro de madrugada con Delcy Rodríguez, la ministra de Maduro, y el que recomendaba a su proveedor de mascarillas entre sus colegas de Consejo de Ministros para que le adjudicaran los contratos de urgencia en plena pandemia, rumia ahora en silencio su forzado mutis por el foro.
Con él, como no podía ser de otra manera, su fiel Koldo, el escudero que pasó, por obra y gracia de su amigo ministro, de bronquista indultado a consejero de Renfe Mercancías y edecán de Ábalos en todos los episodios oscuros que han acompañado a éste en su paso por el Gobierno de Sánchez.
“Cuidado con José Luis –cuentan fuentes socialistas de esas que se mueven en segundos niveles, ajenas a las purgas, pero que, por ello, ven y escuchan y, a menudo, callan- que tiene muchos secretos y sabe mucho de muchos”. Y señalan el encuentro con Delcy aquella madrugada en Barajas como el origen de buena parte del poder que acumuló el ministro.
Mentiras de Ábalos sobre Delcy
“Nadie se creyó nunca” que Ábalos fuera aquella madrugada a las pistas de Barajas –cómo no, conducido por su fiel Koldo- a saludar al ministro de Turismo venezolano y, oh casualidad, allí se topó con Delcy, la ministra que tenía que ser arrestada por orden de la UE si ponía pie en territorio comunitario.
Ábalos, en apenas 24 horas, y tras publicar Vozpópuli el encuentro nocturno, mintió una y otra vez. Primero dijo que nunca se vio con ella; luego, tras confirmar la Policía que sí se había reunido con la venezolana, que solo subió al avión –por hacerle un favor a Marlaska- para advertirla de que no podía bajar del aparato o sería detenida. Y que en la cita solo la saludó. Finalmente, tuvo que admitir “un saludo”… de entre 20 y 25 minutos.
Las fuentes que aseguran que Ábalos tenía mucho interés en ese encuentro –del cual no quedará constancia porque tras ser archivadas todas las denuncias, las cintas de las cámaras de Barajas de esa madrugada serán destruidas sin que ningún juez las haya visto- dan otra versión. La vicepresidenta venezolana traía -además de decenas de maletas- “papeles muy importantes” que afectarían a la relación de Podemos con el régimen y a negocios de personajes del propio PSOE con Caracas. “Y Ábalos estuvo viéndolos en el avión”, aseguran.
Hace tres días, el juez de la Audiencia Nacional Alejandro Abascal daba un nuevo impulso a la investigación sobre el dinero que el exembajador español en Caracas en la época de José Luis Rodríguez Zapatero, Raúl Morodo, y su entorno habrían recibido de la petrolera venezolana PDVSA. En septiembre, el embajador y su hijo deberán declarar. También su nuera y su exmujer, todo un clan familiar imputado. La instrucción es larga, dice la Fiscalía Anticorrupción: hay muchos archivos bancarios incautados y se está pendiente de varias comisiones rogatorias. “En el partido hay preocupación por esa historia”.
Ábalos, como hombre fuerte del PSOE, tenía que estar informado de todo lo que pudiera salpicar a su formación. ¿Era ese el motivo del encuentro nocturno tan arriesgado con la ministra venezolana? ¿Por eso al final el 'saludo' fue un encuentro de más de media hora? Quedaron ellos dos solos en el aparato. La tripulación se fue a descansar. Solo Koldo esperaba abajo.
Como hombre fuerte del PSOE debía estar informado de todo lo que pudiera salpicar a su formación. ¿Por eso el 'saludo' fue un encuentro a solas en el avión de media hora? La tripulación se fue a descansar. Solo Koldo esperaba abajo
Koldo García Izaguirre también acompañaba a Ábalos en su polémico viaje familiar a Canarias aprovechando que el ministro iba a “tratar la crisis migratoria”. El coste oficial del mismo fue de 7.150 euros, tal y como desveló este medio. El asesor de confianza, consejero de Renfe Mercancías, también estaba allí. ¿Su misión? Pagar “con billetes grandes” las consumiciones del séquito de Ábalos.
El ministro, el mismo que hizo de oro a una pequeña empresa de Zaragoza que, gracias a sus contratos a dedo en plena pandemia, pasó de facturar cero euros a 53 millones –curioso, la misma cantidad que el escandaloso rescate a la venezolana Plus Ultra-; el mismo que ejercía de bróker para esa empresa, recomendando a sus compañeros –Marlaska lo admitió por escrito- el proveedor de mascarillas que debían elegir; el mismo que lleva casi desde los 20 años trabajando por el PSOE, ya no está ni en Moncloa ni en Ferraz.
Pero las fuentes insisten. “Sabe mucho. Y, ahora mismo, vale tanto por lo que sabe como por lo que calla”. Y será mejor que no le toquen mucho los costados.