Opinión

Cambios y cambalaches

¿O es que la ahora agasajada expresidenta andaluza ha surgido en la política por generación espontánea, sin relación alguna con la política anterior?

  • Susana Díaz con Juanma Moreno. -

En plena euforia estival, la opinión andaluza y, en concreto, la sevillana, ha crepitado no poco ante la noticia de que el Ayuntamiento de la capital haya tenido la ocurrencia de encumbrar a la expresidenta Susana Díaz como hija predilecta de Triana. No hay por qué dudar de que la encumbrada contará en el arrabal sevillano con adhesiones suficientes, y acaso sobradas, para justificar el generoso gesto de ese alcalde atento siempre a su designio de “cambio tranquilo”, pero también es comprensible que, apenas una semana después del último revolcón parlamentario que acababa de sufrir su partido –la portavoz del PSOE ha llegado a afirmar que el presidente Moreno es “ilegítimo” además de calificarlo de “jefe de la banda”- y en pleno bloqueo municipal ejercido por la pinza PSOE-Podemos, haya ciudadanos refractarios a esa galantería. ¡Mira que ocurrírsele agasajar a doña Susana –la “hija de los EREs” para algunos críticos irreconciliables— justo cuando la región en masa se escandaliza ante el estropicio jurídico que, contra la expresa decisión del Tribunal Supremo y para irreparable desprestigio de éste y de la Audiencia de Sevilla, ha abierto la cárcel a los condenados del mayor desfalco registrado en la crónica de nuestra democracia! Respeto, por descontado, la acreditada sentencia que reza “haz bien y no mires a quién”, pero, oigan, puestos a demostrar benevolencia y pelillos a la mar respecto del “antiguo Régimen”, ¿no habría tenido más sentido, para limar asperezas con el sempiterno rival, colgarle una distinción a González o a Guerra de la misma manera que, sin despeinarse, han dedicado una plaza a un desconocido como Pedro Zerolo además de dedicar una calle a Pilar Bardem?

No pierdo de vista ni dejo de considerar las razones que puedan tener un mandatario al alza como Juanma Moreno y un alcalde como José Luis Sanz, sin duda derivadas del talante conciliador que a ambos adorna, para templar gaitas en un país en el que buena falta hace el temple. Ahora bien, la nueva “vía” abierta en Andalucía, tanto en el nivel autonómico como en el municipal, no parece que debiera pasar como un ciclón sobre un estado de opinión acrisolado durante cerca de medio siglo, ni más ni menos que por la sencilla razón de que, si bien las malas formas a nada conducen, el exceso o injustificación de honores rendidos al rival ha de sumir en la más desconcertante perplejidad, antes que a nadie, a los propios votantes que impusieron democráticamente el cambio en esa Andalucía de unos EREs que, según el TC, nunca existieron, y sobre cuya graciosa impunidad quienes hoy dirigen la política andaluza no han dicho todavía ni mu.

¿O es que la ahora agasajada expresidenta ha surgido en la política por generación espontánea, sin relación alguna con la política anterior, ella, que fue alma del partido ya con su antecesor aunque en su momento urdiera –con publicidad en prime time incluida— la expulsión de sus filas del mismísimo Sánchez? ¿No era a ella a quien se descalificaba políticamente durante la campaña que en Andalucía abrió paso a Juanma Moreno y permitió el famoso “cambio”? ¿Acaso el “nuevo régimen” calla ahora ante la insensata especie puesta en marcha por el sucesor de doña Susana, el compañero Espadas, para tratar de convencernos de que el saqueo de los ERE –a pesar de las innumerables pruebas conocidas y de las graves sentencias dictadas por la flor y la nata de nuestra judicatura— no fue sino una infame trama detractora organizada por esa Derecha a la que sus compañeros no se conforman con citar si no es anteponiéndole “extrema”?

Es el alcalde sevillano quien se ha equivocado de parte a parte excediendo una galantería que, con toda la razón del mundo, sus electores contemplan perplejos

Siempre resulta tentador inclinarse gentilmente como el general Spínola ante aquel pobre Justino de Nassau que fue inmortalizado en el gesto conmovedor de la entrega de las llaves de Breda, pero en el cuadro democrático, a diferencia de lo que ocurre en el velazqueño, no hay forma de entender que el vencedor no se mantenga siquiera discretamente erguido. Porque, ya digo, a pocos ciudadanos extrañaría, llegado el caso, un reconocimiento a los anteriores responsables socialistas que, al margen de sus notables aciertos y desaciertos, resultan por completo inequiparables, dentro y fuera de su partido, a la expresidenta ahora regalada desde la acera de enfrente. ¿Que nunca es excesiva la generosidad incluso en política? Bueno, es posible, pero eso no hemos de decidirlo ahora ni usted ni yo sino, quizá, la mayoría absoluta que confió a Juanma Moreno la tarea de abrir una etapa nueva que poco debería tener que ver, imagino, con mimos tan impropios como el comentado, al menos mientras desde enfrente no sólo se mantengan los viejos talantes sino que se lancen, contra el presidente andaluz o sobre el conciliador alcalde, un día sí y otro también, descalificaciones e improperios en ocasiones más dignos de querellas que de zalamerías. Y conste que lo dicho no representa sólo mi modesta opinión, pues ahí tienen el furibundo alegato que el presidente regional del PSOE sanchista acaba de dirigir públicamente a la homenajeada por aceptar el homenaje y la cortesía del que consideran bando rival.

Un presidente atacado de fanatismo

A José Luis Sanz, siendo un hombre tranquilo y discreto como viene siendo, le bastaría con considerar en sentido opuesto los argumentos arrojados tan despectivamente desde la presidencia del PSOE regional por ese fanático presidente, para comprender que es él quien se ha equivocado de parte a parte excediendo una galantería que, con toda la razón del mundo, sus electores contemplan perplejos. Sus electores y el propio jerarca del partido galardonado, dicho sea de paso.

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