Opinión

La caridad bien entendida empieza por uno mismo

Esa es la solución a todos nuestros problemas demográficos: mantener a los hijos de otros que tú no te puedes permitir tener económicamente

Nuevamente nuestro amado líder nos ha dado una lección sobre lo que queremos y lo que no, porque nadie como él para explicarnos lo que desean las familias occidentales. Según Sánchez, “en Occidente muchas familias no tienen tantos hijos como antes, entre otras cosas, porque no quieren, y es una decisión, que les guste o no a algunos, todos debemos aprender a respetar como sociedad". Y así es como nos quiere convencer de que “la verdadera clave para superar el reto demográfico, pasa también por gestionar e integrar el fenómeno migratorio”. Luego ya empezó a hablar de superar y combatir los bulos, de humanidad... Lo de siempre.

En esta ocasión, y sin que sirva de precedente, voy a darle la razón a nuestro guapísimo presidente. Es cierto, las familias occidentales que no tienen hijos es porque no quieren. Pero la cuestión no es aceptar que no quieren y ya está, sino intentar entender por qué no quieren. Y es ahí donde supongo que se encuentra el “entre otras cosas” de Sánchez, cosas que no se para a mencionar, como si no tuvieran importancia.

Las familias occidentales no quieren tener hijos porque tienen un gran sentido de la responsabilidad, porque no somos como esas personas que viven en el tercer mundo y traen hijos al mundo

La clase media de la generación de mis padres podía permitirse vivir holgadamente con un solo sueldo. Trabajando solo uno de los dos cabeza de familia, se pagaba una casa en diez años, se tenía un coche, se cubrían las necesidades de 3, 4, 5 hijos o incluso más y aún así había regalos en Navidad y vacaciones en la playa en agosto.

Ahora no solo es prácticamente imposible que una persona que trabaja pueda permitirse vivir sola con su sueldo, es que, además, una pareja, aún trabajando los dos integrantes de la misma, difícilmente puede acceder a alquilar o comprar una vivienda, que pagará en 35 años y no en 10. Se ha complicado mucho poder comprar un coche hoy en día, cuando un automóvil de gama media cuesta 20 veces más de lo que tú ganas. Con este panorama, quizá lo que hay que entender es que las familias occidentales no quieren tener hijos porque tienen un gran sentido de la responsabilidad, porque no somos como esas personas que viven en el tercer mundo y traen hijos al mundo, por docenas, que no pueden mantener y que se acaban muriendo de hambre o de malaria.

Cuestión de números, no de sentimientos

Es bastante sencillo de entender: si no puedes comprar una casa y a duras penas alquilarla, si tienes que hacer cálculos para comprar en el supermercado y poder llegar a fin de mes, cómo vas a querer tener hijos que no puedes mantener. El problema es que tener hijos se ha convertido en una cuestión de números, no de sentimientos, y la decisión no se toma en función de si lo deseas o no, sino de si te lo puedes permitir o no.

En lugar de eso, lo que nos propone el señor Sánchez es que nos dediquemos a pagar más impuestos para mantener, no a nuestros hijos, sino a los hijos de personas que ni siquiera viven en nuestro país o a esas personas que vienen a nuestro país y tienen hijos, pero no un trabajo con el que costear su alimentación, su ropa o su educación. Eso es gestionar e integrar el fenómeno migratorio. Esa es la solución a todos nuestros problemas demográficos: mantener a los hijos de otros que tú no te puedes permitir tener económicamente.

A mí que me disculpe su excelentísima eminencia sobre la psicología familiar occidental, pero no creo que sus conclusiones merezcan el respeto de nadie. No creo que haya que aprender a respetar que la gente decide no tener hijos, no formar una familia, porque está fuera de su alcance económico.

Su solución es, en lugar de darle al español un flotador, que le regalemos barcos a cualquiera que venga de fuera, solo por el hecho de no ser de aquí

Esto es como si me dicen que tengo que aprender a respetar que un español sin brazos ni piernas no quiera adentrarse en el mar a nado. Pues hombre, es lógico que no quiera, bastante le cuesta ya hacer un vida medio normal, como para hacer malabarismos en el agua para no ahogarse. No, señor Sánchez, no tengo que aprender a respetar que no quiera, tengo que entender que es normal que no quiera, porque no le estoy ofreciendo ninguna ayuda ni seguridad para que lo pueda hacer. Pero su solución es, en lugar de darle al español un flotador, que le regalemos barcos a cualquiera que venga de fuera, solo por el hecho de no ser de aquí.

Me gustaría que nuestro guapérrimo presidente comprendiera el dicho popular que dice: “La caridad bien entendida empieza por uno mismo”. Y si su meta en la vida no era mejorar la vida de los españoles, ponerles las cosas fáciles para que puedan acceder a una vivienda, a un automóvil, llenar el carro de la compra y tener una familia, y en lugar de eso lo que pretendía era ocuparse de mejorar y salvar la vida de cualquiera que no sea español, si su gran objetivo era salvar el mundo entero, el planeta, el universo, sin mirar lo que necesitan sus paisanos, yo le agradecería enormemente que deje la presidencia, abandone la política, se monte una oenegé y se vaya a repartir bocadillos por África. O iPhones, que me han dicho que también les gustan mucho.

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