Opinión

Catalanes y sociatas rabiosos con Madrid

Madrid es la demostración más palmaria y evidente del fracaso absoluto del socialismo

  • Josep Sánchez Llibre.

Josep Sánchez-Llibre es el actual presidente de Fomento del Trabajo Nacional, la patronal de los empresarios catalanes, y está enfadadísimo con el Gobierno de la Comunidad de Madrid. Más que enfadado, está rabioso, aunque sin causa moral que lo justifique, como trataré de explicar. Que yo sepa, con la elección de Sánchez-Llibre es la primera vez que un político está al frente de la legendaria institución. Aunque es de familia de empresarios -los propietarios de la conservera de productos Dani y de otros negocios- Josep no ha visto una cuenta de resultados en la vida, o si la ha visto, ha sido siempre con poco interés. Aunque hace muchos años que no coincidimos, conozco a Pepe desde hace décadas. Ha sido el eterno coronel del señor Durán Lleida, ambos líderes de la UDC catalana coaligada inmarcesiblemente con la Convergencia de Pujol, el señero defraudador y padre de la Cataluña moderna e irrespirable, el gran hacedor del marasmo en el que está envuelto esa comunidad turbia políticamente, postrada económicamente, y socialmente enfrentada.

Pepe es un demócrata cristiano, de esa estirpe que en la vieja Roma se decía que era capaz de sobrevivir a los leones en los espectáculos cruentos de los coliseos de la época. Y así ha sobrevivido la mayor parte de su vida como diputado del Congreso en Madrid, con habitación permanente en el Hotel Palace y dedicado mayormente a disfrutar de las colosales oportunidades de ocio que ofrece la capital. Pepe es encantador, es simpatiquísimo y es un comensal sin par para disfrutar de un almuerzo. Pero siempre ha sido, en el fondo, un nacionalista, con su trocito de mierda pegado al zapato. También el oportunista que se trabajó a fondo a Joan Rosell -catalanista de pro, ex presidente de la CEOE, y antes de Fomento- al efecto de obtener la canonjía de la que ahora goza. La idea era tender puentes con el gobierno de la nación para encauzar el problema catalán, que es irresoluble salvo desde la fuerza de la ley. Desde esa atalaya podría haber hecho, y seguir haciendo mucho para combatir el infierno económico en que se ha convertido Cataluña por el desatino del ‘proces’, y para revitalizar Barcelona, su capital, que naufraga a causa de la peor alcaldesa y directora comercial que jamás ha tenido una ciudad, la execrable Ada Colau.

El señor Sánchez-Llibre ha aprovechado la visita del presidente Sánchez a Cataluña para exigirle que liquide la política fiscal santo y seña de la Comunidad de Madrid desde que es gobernada por la derecha

¿Y qué ha hecho Pepe para tratar de impedir que más de 6.000 empresas hayan abandonado Cataluña a causa del delirante golpe de Estado, y de la posterior entronización al frente de la Generalitat de un racista tarado como Quim Torra, y de un gobierno desquiciado que pugna sin escrúpulos por la independencia a sabiendas de que sólo producirá ruina y desolación. Nada que conste en acta, salvo las quejas cautas y afeminadas que cabe esperar de un catalán que no pierde los nervios ni así arda en llamas Barcelona. En lugar de demandar a la Generalitat y también al Ayuntamiento de Barcelona la clase de políticas que podrían reactivar la economía doméstica y el atractivo de su capital, el señor Sánchez-Llibre ha aprovechado la visita del presidente Sánchez a Cataluña para exigirle que liquide la política fiscal santo y seña de la Comunidad de Madrid desde que es gobernada, gracias a Dios, por la derecha.

Sin pulso económico

El señor Sánchez-Llibre ha dicho muy enfadado que “los catalanes pagamos un 10% más de IRPF que el ciudadano de Madrid, pagamos el Impuesto de Patrimonio que no se paga en Madrid, pagamos un 55% por transmisiones patrimoniales, pagamos Sucesiones y Donaciones y los madrileños no, y pagamos un 200% más por el impuesto de actos jurídicos documentados”. A ello se suma además la tasa turística, el impuesto sobre las viviendas vacías, el de las bebidas azucaradas y otras ocurrencias del nacionalismo catalán cohabitante con el populismo izquierdista.

¿Y qué habría que responderle con el mayor descaro al presidente de Fomento del Trabajo Nacional? Pues os jodéis. Os jodéis completa y totalmente. Esa es la alternativa fiscal por la que ha optado la Generalitat ejerciendo su autonomía, y no ahora, sino desde la infausta época de Pujol: subir los impuestos, aumentar las regulaciones, entorpecer el libre establecimiento de las grandes superficies, enturbiar la actividad comercial por causas lingüísticas o limitar los horarios en los que pueden abrir las tiendas. Cataluña tiene lo que se merece. El desastre que se merece, y que es el resultado de las alternativas políticas que han votado sus ciudadanos, que desgraciadamente han promovido gobiernos mostrencos que han ahogado el pulso económico y comercial que históricamente ha caracterizado un territorio actualmente hostil a la inversión.

No se tributa por el patrimonio ni por las herencias o donaciones, se pueden abrir las tiendas sin restricción de horarios y cualquiera puede montar un negocio con más facilidad que en el resto de España

Es realmente inaudito que, con el fin de reparar una descomposición que es de la estricta responsabilidad de los catalanes, y de sus representantes políticos y empresariales, la solución que plantee el señor Sánchez-Llibre sea detener al competidor que gana la carrera por goleada, que es Madrid. En la capital hace tiempo que no se pagan los impuestos de los que se queja el presidente de Fomento, o se pagan en cantidades marginales, porque hace tiempo que los ciudadanos de aquí estamos de acuerdo en que no tienen base moral alguna. Porque son impuestos redundantes y nocivos para el crecimiento de la actividad económica y del empleo.

En Madrid, ejerciendo la autonomía de la que dispone el gobierno regional, se ha recortado notablemente el tipo marginal del Impuesto sobre la Renta porque la derecha siempre ha pensado que una fiscalidad razonable es el mejor camino para generar riqueza. No se tributa por el patrimonio ni por las herencias ni donaciones de clase alguna, se pueden abrir las tiendas sin restricción de horarios y cualquiera puede montar un negocio con más facilidad que en el resto de España. Y esto ha sido compatible hasta la fecha con un déficit público mínimo y con una cartera de servicios públicos imbatible gracias a una recaudación explosiva por causa de esa imposición sensata que produce actividad e ingresos crecientes. Madrid es hoy la comunidad con más PIB y renta per cápita de España, la que más inversiones atrae y la que más empleo genera.

Debería ser el ejemplo que imitar, la excelencia que perseguir, pero claro, esto representa un contratiempo para los catalanes como el señor Sánchez-Llibre, y no sólo para él. También para el gobierno de la nación, el de Pedro Sánchez, para el que Madrid es el espejo cóncavo valleinclanesco que denuncia todos los días sus errores y extravagancias. Su diletancia. La señora Adriana Lastra, la número tres del PSOE, que es una conspicua indigente intelectual, dice alegremente que Madrid está atacando fiscalmente al resto de las comunidades autónomas haciendo dumping, cuando sólo está practicando libremente sus competencias. Como le viene en gana. Chiqui Montero, la ministra de Hacienda, quiere proceder a una armonización fiscal en el estado que pasaría por obligar al Gobierno de Madrid a restablecer los impuestos cuya supresión ha dado alas a la comunidad convirtiéndola en una de las regiones más pujantes de Europa.

La opción de la queja y el gimoteo

Todo les da igual, vienen determinados a cortar las alas a los que vuelan libre. No soportan que otros prosperen con la clase de política económica contraria al socialismo porque los pone en el disparadero. Señala su ineficacia y su desidia. Animados por la envidia y por el resentimiento están decididos a convertir el socialismo en obligatorio, en la consigna de general cumplimiento. Y los catalanes malos, con los que está obligado a pactar Sánchez para salvar su trasero, están que rabian con el progreso desaforado de Madrid. Podrían ocupar su tiempo y ganarse el sueldo denunciando a las instituciones propias que los condenan a la degradación, pero son unos cobardes. Podrían abominar de la masiva intervención pública o de la presión fiscal asfixiante que sufren pero prefieren gimotear ante el presidente del país para que castigue el insulto lacerante de que otros sean más inteligentes, más perspicaces y más exitosos. Y Sánchez los atiende y los complacerá si puede encantado, porque Madrid es el rompeolas de España, y la demostración más evidente y palmaria del fracaso del socialismo.

Hace unos días, el periodista catalán Enric Juliana, que es el imán del secesionismo en la capital, e íntimo de Pablo Iglesias, decía: “El Gran Madrid empieza a soliviantar al resto de España”. Naturalmente, no es cierto. Estaba llorando, que es lo que toda la vida han hecho los catalanes malos. Los madrileños estamos encantados de disfrutar de una fiscalidad relativamente favorable y de unos servicios públicos óptimos. Estamos encantados de no pagar impuestos ni por el patrimonio ni por sucesiones o donaciones, y a la izquierda le será muy complicado que nos puedan arrebatar este tesoro, que lleva tanto tiempo dando frutos aquí, y que está empezando a calar con un gran éxito en Andalucía. Esto es lo que les enoja. Esto es lo que no toleran.

Ya están en el Gobierno, ya están en la Moncloa, rodeados y apoyados por todos los excrementos de la nación, pero han perdido Andalucía, y siguen teniendo enfrente a Madrid, que es el sapo que tienen que tragarse todas las mañanas, la incómoda alarma que advierte de su mediocridad, de su suciedad y de su incompetencia. Querido Pepe Sánchez-Llibre, ¡con lo bien que se vivía en el hotel Palace!, cerca de los leones y tan lejos de los catalanes pesados.

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