Opinión

Cerrar el PSOE

No creo que sea acertado ni justo culpar a la izquierda de todos los problemas de pobreza, desigualdad e injusticias que sufre el ciudadano medio a consecuencia de sus políticas, contrarias al sentido común y a los intereses de los españ

  • El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez -

No creo que sea acertado ni justo culpar a la izquierda de todos los problemas de pobreza, desigualdad e injusticias que sufre el ciudadano medio a consecuencia de sus políticas, contrarias al sentido común y a los intereses de los españoles. Nada se entiende de lo que pasa, ¡de lo que nos pasa! —el susurro de un quejido generacional—, si no se reconoce como uno de los males de España haber tenido como oposición una derecha —para entendernos— que nunca haya mostrado capacidad, ni utilidad, ni mucho menos interés en desalojar a la izquierda del poder, sino en sustituirla en los cargos. Menos mal que para acabar con la izquierda siempre nos queda la izquierda. Puede resultar paradójico, pero guardaba cierta tranquilidad por la naturaleza cainita inherente al totalitarismo del progreso que garantizaba su destrucción desde dentro. Muchos lo han visto ahora con la desaparición de Podemos, engullido por sus propios cuervos cuquis. 

Pero los de Iglesias no eran el problema sino la consecuencia del verdadero problema nacional, el Partido Socialista Obrero Español, desde el día mismo de su creación. A pesar de la falta de confianza en la oposición para desenmascararlo, para desterrarlo, el Partido Popular ha llegado más lejos de lo esperado. Feijóo desea la recuperación del PSOE antes que la de España. “Una vez acabemos con el sanchismo, el PSOE volverá”. Una obsesión por centrar todo lo malo en la figura de Pedro Sánchez, blanqueando así todo lo anterior, es decir, el zapaterismo guerracivilista que no dudó en reavivar, con pactos y rendiciones, los escombros de la organización terrorista.

Zapatero lo hizo para arrinconar a la derecha y para que un socialista se mantuviese siempre en el poder. Ahora se arroga el mérito personal de haber acabado con ETA, como si la banda hubiese desaparecido. Pues no lo ha hecho. Sólo ha incrementado su poder y su presupuesto a través de su presencia en todas las Instituciones con el disfraz de Bildu. Ese supuesto mérito de ayudar en la financiación de un cambio de estrategia terrorista a otra menos costosa siempre lo ha reivindicado el Partido Socialista bueno. La Guardia Civil hizo que no pudiesen volver a matar y el PSOE que no lo necesitasen al concederle sus objetivos de poder. No hay objetivo etarra no cumplido o en proceso de negociación. Ninguno.

Los populares primero se creyeron el relato de la izquierda creando complejos y anhelos de mimetizarse en ella

Lo grave del discurso del PP donde busca acuerdos con el PSOE fijando la estigmatización de Vox, que es como ponerse uno mismo una soga al cuello, es que no es un error de cálculo, ni una torpeza, sino su confesión de querer salvar al bipartidismo por encima de la nación. Los populares primero se creyeron el relato de la izquierda creando complejos y anhelos de mimetizarse en ella. Ese complejo del niño que sufre acoso escolar y todo lo que hace es para ser aceptado por sus abusadores, si no como uno más, sí al menos para que le dejen jugar. Ahora en la siguiente fase de la sumisión han aceptado o reconocido que el PSOE es el Estado, el sistema y ellos se conforman con gestionar Hacienda en las crisis. La mayoría de los dirigentes socialistas siempre que han hablado de lo público, del interés común, se referían a como si fuese algo propio, algo perteneciente a su partido.

Feijóo con su discurso de salvar al PSOE culmina la labor de sumisión de la nación a los partidos políticos. No importa el futuro de España como país, sino la supervivencia de los partidos, de los políticos

Sólo una partitocracia podía facilitar la confusión entre la democracia y el PSOE. Tras 45 años de confusión, la oposición no concibe un futuro mejor sin otro partido político. Feijóo, con su discurso de salvar al PSOE, culmina la labor de sumisión de la nación a los partidos políticos. No importa el futuro de España como país sino la supervivencia de los partidos, de los políticos. Es un futuro presidente de España que presume de no hablar nunca en español en Galicia, como si fuese lo propio. 

El partido más servil a los lobis globalistas y a determinados mandatarios extranjeros, siempre necesario para mantener la ficción de democracia y la soberanía nacional, no puede desaparecer sin afectar a los intereses de otros. Por eso Feijóo, cuya labor es continuista de la Agenda climática, necesita salvar a su partner, a su cómplice. La vida de los españoles no se vería afectada negativamente con la liquidación por cierre de ese partido. El objetivo moral y político de mi generación debería ser el de propiciar la desaparición del PSOE. Hay que lograr que los partidos sean instrumentos de la democracia, de la soberanía nacional y no sus secuestradores. Para empezar, una forma de acabar con el PSOE es limitar el poder al Partido Popular de Feijóo.

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