Opinión

¿La victoria de la derecha arriesgaría los fondos UE?

Subido al púlpito, con ocasión de la misa mayor, el párroco se complacía describiendo con toda minuciosidad, en lenguaje tremendista, los males del infierno cuando, desde el fondo de la nave de la iglesia, un feligrés le interrumpió diciendo: “Seño

  • La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez -

Subido al púlpito, con ocasión de la misa mayor, el párroco se complacía describiendo con toda minuciosidad, en lenguaje tremendista, los males del infierno cuando, desde el fondo de la nave de la iglesia, un feligrés le interrumpió diciendo: “Señor cura, si hay que ir al infierno se va, pero no nos acojone”. En esa misma línea de inocular miedo a los electores parece inscribirse la campaña electoral socialista, en particular cuando se escucha a Pedro Sánchez advertir de “consecuencias terribles” para España, también por la vía presupuestaria, señalando que todas las medidas y políticas impulsadas por el Gobierno en los últimos meses “han sido acordadas con la Comisión Europea y tienen incorporadas las recomendaciones de Bruselas para cada país”.

Se puede entender que, envalentonado por algún dato favorable del INE referente a la inflación o al empleo y empuñando como espada flamígera a su vicepresidenta primera, Nadia Calviño, Sánchez quiera un duelo al sol sobre economía con su rival, Alberto Núñez Feijóo, pero, afirmar que los fondos UE concedidos a España están “en riesgo” si gana la derecha, parece por completo fuera de lugar, como coincidían ayer los presentadores del libro El Congreso de Europa (La Haya, 1948). El nacimiento de la Unión Europea. Emociona releer el “mensaje a los europeos” con el que concluía aquel Congreso declarando que “La conquista suprema de Europa se llama dignidad del hombre y su verdadera fuerza está en la libertad. Tal es el envite final de nuestra lucha. Es para salvar nuestras libertades adquiridas, pero también para extender su beneficio a todos los hombres por lo que queremos la unión de nuestro continente”.

Quienes inoculan miedo, pensando que obtendrán sumisión, quedan advertidos de que pueden cosechar lo contrario

En todo caso, aceptemos que las campañas electorales incentivan las exageraciones pero también que todo tiene un límite y que ni en modo alguno es aceptable que el presidente Sánchez se apropie en exclusiva de la derrota de ETA y expulse de ese éxito a sus rivales del PP atribuyéndoles el propósito de que los terroristas prevalezcan en activo para mejor servirse de ellos con fines de explotación electoral, ni tampoco que utilice ahora el espantajo de que la Comisión Europea privará a nuestro país de los fondos de recuperación y resiliencia, denominados next generation, si hubiera una victoria de la derecha en las urnas del 23 de julio. Quienes inoculan miedo, pensando que obtendrán sumisión, quedan advertidos de que pueden cosechar lo contrario. El 23 de febrero de 1981 tuvimos la intentona golpista de Tejero, a partir de la cual algunos calcularon que los electores escarmentados huirían de los riesgos que podría generar votar a la izquierda, pero su comportamiento el 28 de octubre de 1982 fue, por el contrario, el de que a quien no quiera caldo, dos tazas.

La presidencia rotatoria del Consejo Europeo, que corresponde a España desde el 1 de julio al 31 de diciembre de 2023, en el último turno antes de las elecciones al Parlamento Europeo a celebrar en el primer trimestre de 2023, debería impulsar un acuerdo de estado entre el Gobierno y al menos el principal partido de la oposición, cualesquiera que sean los partidos que se encuentren arriba o abajo. Otra manera de proceder confirmaría, como en algún momento atisbó Carlos Luis Álvarez, Cándido, que el Partido Socialista habría puesto en marcha una maquinaria infernal para perder las elecciones.

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