Opinión

Completemos la libertad de información: precios libres

Parece que todavía entendemos razonablemente el valor de la libertad de expresión y su colegato, que es la de prensa o difusión de la información. Creo que todos los ciudadanos, incluso los más sesgados por sus apriorismos políticos, defienden el dere

  • Gente leyendo el periódico

Parece que todavía entendemos razonablemente el valor de la libertad de expresión y su colegato, que es la de prensa o difusión de la información. Creo que todos los ciudadanos, incluso los más sesgados por sus apriorismos políticos, defienden el derecho de cualquiera a transmitir por cualquiera de los medios disponibles cualquier información de que se disponga, sin más que unos pocos límites legales sobre los que hay razonable acuerdo social. De hecho, los individuos con posiciones ideológicas más minoritarias y/o sesgadas defienden con vehemencia su derecho a expresar sus ideas y la información de la que disponen, en el convencimiento de que les asiste no sólo la razón legal, sino la moral. Lo defienden en la convicción de que siempre pueden oponer, por poderosos que sea el que esté en frente, su derecho a difundir la información de que disponen por los medios de que disponen.

Las grandes cabeceras de la prensa, otrora todopoderosas, compiten ya no con medios digitales como éste, sino con cuentas individuales en redes sociales

Internet, las redes sociales… han abaratado y popularizado hasta extremos impensables la difusión de la información. Las grandes cabeceras de la prensa, otrora todopoderosas, compiten ya no con medios digitales como éste, sino con cuentas individuales en redes sociales. Las grandes emisoras de radio y televisión, compiten con grabaciones y podcast de individuos talentosos. Los que detentaban el poder de los medios ponen, como es lógico, palos en las ruedas a este devenir, pero saben que están perdidos; el desarrollo tecnológico y la razón están en su contra y lo único que buscan es ganar tiempo y adaptarse lo mejor posible.

Nadie duda del derecho individual a difundir información y a todos nos parece magnífico que sea tan barato, porque simpatizamos más con David que con Goliath, porque sabemos que eso permite controlar al gobernante y al poderoso. Esto es así hasta que hablamos de un tipo de información muy concreta.

Porque hay un tipo de información que está tremendamente adulterada y para la que casi todos solicitan la adulteración. Solicitan que la información sea falsa y que las autoridades intervengan, todo lo necesario, para asegurarse que esa es la información que quieren oír o que se escuche. Pero igual que el individuo muy sesgado ideológicamente se perjudica con el error de no contrastar ni escuchar opiniones o informaciones discordantes con sus ideas, el error que provoca la información adulterada demandada por la mayoría perjudica a esa misma mayoría.

Un sistema de información que cuando se adultera con precios intervenidos, con regulaciones que alteran el conocimiento que transmiten los precios para la toma de decisiones, nos lleva a tomar malas decisiones

Los precios de los bienes y servicios no son sólo la cantidad de numerario que hay que entregar para que nos entreguen, a su vez, el bien o nos presten el servicio que, respectivamente, solicitamos. Los precios son, sobre todo, un sistema de información que guía las actuaciones de todos los agentes económicos: empresarios, trabajadores, consumidores…Un sistema de información que, cuando se adultera con precios intervenidos, con regulaciones que alteran el conocimiento que transmiten los precios para la toma de decisiones, nos lleva a tomar malas decisiones. Decisiones que nos perjudican: individual y colectivamente, aunque de primeras la noticia sea agradable.

La libertad de expresión, la libertad de transmitir información, no es completa cuando los precios están falseados. Deberíamos exigir precios libres porque creemos en la información libre y en las bondades de la información libre para las sociedades libres.

Mercados con precios ocultos o adulterados

Hemos asistido en los últimos días a interesantes polémicas sobre el asunto. La solicitud de la patronal de que los trabajadores liquiden las cuotas sociales, mejor si incluye la liquidación de las mal llamadas empresariales, y sus retenciones en el IRPF directamente a la Seguridad Social y la Hacienda Pública, sólo quería que los trabajadores dispusieran de toda la información del fruto de su esfuerzo que es entregado al Estado. Las discusiones sobre el precio más adulterado e intervenido de la economía: los tipos de interés, también han adornado nuestras discusiones sobre lo que debería hacer o no hacer el BCE y sobre el nivel de los mismo que debiera establecer. Las polémicas sobre la legislación de alquileres y las viviendas vacías…. En todos estos casos, asistimos a mercados con precios ocultos o adulterados que no generan más que escasez de lo que ansiamos: empleos, viviendas, crédito… porque la falsa información que transmite el sistema de precios nos lleva a tomar decisiones erradas, individuales y en conjunto.

Los apóstoles de la libertad de la información suelen decir que la verdad no hace daño a nadie, sino al contrario, aunque a veces sea cruda, que hay que conocer para decidir lo mejor posible… Pidamos precios libres, queremos saber lo que valen de verdad las cosas en cada momento, porque es nuestro derecho a recibir y trasmitir información veraz.

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