Éste no es un artículo en defensa de Íñigo Errejón -que cada palo aguante su vela-, es un artículo en defensa de una España en la cual nadie, a partir de un anónimo convenientemente amplificado en redes sociales, hoy contra ese político acusado de maltrato y vejaciones en que derivaron unas relaciones sexuales previamente consentidas, mañana contra cualquier ciudadano bajo sospecha, pueda ser cancelado por el tribunal de la Neoinquisición en que estamos dejando que se conviertan X (antes Twitter) o Instagram. Nadie debe verse obligado a optar entre no salir a la calle o irse de España como, me temo, le va a ocurrir al ya ex portavoz parlamentario de Sumar.
Errejón será culpable de actos inadmisibles en cualquier persona, peor si eres cargo público. Es más, creo que es culpable; No hay más que ver el patético intento autoexculpatorio del comunicado. Pero reivindico su derecho al mismo juicio justo que tuvo el peor de los asesinos etarras y a reinsertarse en sociedad una vez cumplida la pena, previa rehabilitación de sus tratamientos contra el consumo de cocaína y su adicción al sexo. Llámenme ingenuo pero defiendo, incluso, que "el monstruo" -así se le llama en uno de los anónimos- vuelva a la política si algún partido le acoge. Sería la mejor prueba de que nuestro sistema funciona.
Menos Inquisiciòn 2.0 en las redes al calor del griterío de la masa, menos denuncias anónimas y likes en redes sociales, y más valentía como la mostrada por la actriz Elisa Mouliaá para presentar denuncia contra él ya ex dirigente político ante la Policía o el Juzgado de Guardia. No podemos tratar a la vìctimas como menores de edad a las que proteger de sí mismas y de sus miedos con el anonimato, porque no lo son. Ninguna democracia digna de tal nombre sobrevive a la inversión de la carga de la prueba: un ciudadano es inocente mientras no se demuestre lo contrario, y ningún anónimo, sea veraz o calumnioso, debe cambiar esta regla básica de un Estado de Derecho.
El miedo a la revictimización de las víctimas o a la posibilidad de que el "depredador" (sic) Errejón quede libres no pueden ser excusas para sustituir la Justicia con mayúsculas por la lapidación en la plaza pública; les aseguro que los magistrados españoles, tan denostados hoy por otros motivos, saben hacer su trabajo pericial y forense en los juzgados de violencia de género hasta demostrar la culpabilidad de quien es culpable y la inocencia de quien está siendo calumniado en denuncia falsa.
El miedo a la revictimización de las víctimas o a la posibilidad de que el "depredador" (sic) Errejón quede libres no pueden ser excusas para sustituir la Justicia con mayúsculas por la lapidación en la plaza pública; les aseguro que los magistrados españoles, tan denostados hoy por otros motivos, saben hacer su trabajo pericial y forense en los juzgados de violencia de género hasta demostrar la culpabilidad de quien es culpable y la inocencia de quien está siendo calumniado en denuncia falsa.
Voy al relato sucinto de los hechos: periodista próxima a Podemos -dato no menor-, Cristina Fallarás, se hace eco en Instagram del testimonio anónimo de una mujer que confiesa haber mantenido voluntariamente hace años relaciones sexuales con "un político" (sic) que devinieron en maltrato -delito- y supuesta humillación -sentimiento-; alguien a quien tienen muchas ganas los más activos e hiperventilados de esa especie de Iglesia Verdadera de la Izquierda, que corren a identificarle en redes: Íñigo Errejón, ya saben, el "traidor" portavoz parlamentario de Sumar, de la rama Iglesia muy Feminista de la Izquierda que fundó con otra "traidora", Yolanda Díaz, tras salir tarifando ambos -y otros muchos- de la Iglesia Verdadera de la Izquierda todavía dirigida en la sombra por el Papa Pablo Iglesias.
Todos los protagonistas políticos de esta historia -incluidas las víctimas, obnubiladas por el glamour del "personaje"- compartieron calle, copas, risas, abrazos, confidencias, algunos pareja, piso, escaño en el Congreso, y desencanto tras aquella revolución incruenta que fue el 15-M de 2011. Llevan años sin hablarse y compitiendo por un espacio a la izquierda del PSOE que no tiene arroz para tanto pollo. Lo cual, intuyo, explica mejor que nada tanta hiperventilación: unos, los de Podemos, para desterrar definitivamente de la polìtica a su bestia negra Errejón, y los de Sumar para que el tsunami de la vergüenza de los votantes de izquierda no se los lleve por delante.
Está en juego la hegemonía de ese espacio a la izquierda del PSOE que en las elecciones de julio de 2023 obtuvo una treintena de escaños y que si hoy hubiera elecciones serían muchos menos. Y lo saben. De ahi tanto 'feminismo en diferido' contra Errejón: ninguna de las dos ramas de la 'Iglesia verdadera' puede aceptar que alguien que ha sido 'Cardenal' en ambas y ha cometido pecado de "neoliberalismo" y patriarcado" se vaya de rositas, sin una higiénica lapidación pública del "depredador" que corre riesgo de írseles de las manos.
Pero nada favorece a estos últimos: ni el Errejón póstumo que se autoinculpa en X al mejor estilo de los antíguos regímenes comunistas, intentando culpar al "neoliberalismo" y el "patriarcado" de sus vicios privados, ni esa Yolanda Díaz o esas Mónica García, Manuela Bergerot y Rita Maestre -pareja de él durante cinco años-, de Más Madrid, que pretenden hacernos creer, no sólo que no supieron ni intuyeron nada, a pesar de que los rumores, primero en Podemos, luego en Sumar, eran constantes; es que quieren convertir la caída de Errejón años después en "una victoria del feminismo" (sic)... les ha faltado añadir "en diferido", como aquellas indemnizaciones que el PP de María Dolores de Cospedal pagó a su ex tesorero encarcelado Luis Bárcenas para que mantuviera la boca cerrada.
Está en juego la hegemonía de ese espacio a la izquierda del PSOE que en las elecciones de julio de 2023 obtuvo una treintena de escaños y que si hoy hubiera elecciones serían muchos menos. Y lo saben. De ahi tanto feminismo en diferido, tanto griterío contra Errejón: ninguna de las dos ramas de la Iglesia de la izquierda puede acepta que alguien que ha sido cardenal en ambas y ha cometido pecado de "neoliberalismo" y patriarcado" se vaya de rositas; sin la correspondiente e higiénica lapidación pública del "depredador", que corre riesgo de írseles de las manos.