Opinión

Delirio diplomático en único interés de Sánchez

El Gobierno de Pedro Sánchez ha encontrado en la provocación deliberada del presidente argentino, Javier Milei, durante un acto de Vox días atrás, el motivo de sobreactuación victimista que necesitaba para nutrir de contenido la inminente campa

  • Pedro Sánchez y José Manuel Albares a la salida de un pleno en el Congreso

El Gobierno de Pedro Sánchez ha encontrado en la provocación deliberada del presidente argentino, Javier Milei, durante un acto de Vox días atrás, el motivo de sobreactuación victimista que necesitaba para nutrir de contenido la inminente campaña electoral de los comicios europeos. Sánchez ha visto frustrado el que iba a ser el inicial lema de su campaña con el reconocimiento del Estado palestino, y de momento no podrá presentarse como el líder europeo que aglutinó sensibilidades en toda la UE frente al Gobierno de Netanyahu, asimilando al primer ministro israelí a un criminal de guerra apoyado de modo insensible por la derecha europea, y de modo especial PP y Vox. Habiendo fallado este motivo polarizador, se ha visto obligado a improvisar una alternativa, y ha encontrado en Vox y en Milei la excusa perfecta. Eso sí, siempre con esa doble vara de medir a la que nos tiene acostumbrados el PSOE.

Para Sánchez debió ser poco relevante que su ministro-ariete, Óscar Puente, tildase a Milei de drogadicto. En cambio, cuando Milei tacha de corrupta a Begoña Gómez, Sánchez interpreta que no es una acusación hacia su mujer por sus negocios opacos y por el conflicto de intereses -ético y quizás penal- que está causando. Sánchez interpreta que el presidente de Argentina está arremetiendo contra España, contra nuestros ciudadanos y nuestra soberanía, contra los empresarios y la clase política y, en definitiva, contra nuestro régimen de libertades y nuestra convivencia, que sólo él se dice capaz de defender. Nada es más falso que este relato inventado por la factoría de mentiras y medias verdades de La Moncloa sobre la única definición de patriotismo que promueven, la sanchista.

Para Sánchez debió ser poco relevante que su ministro-ariete, Óscar Puente, tildase a Milei de drogadicto

Sánchez habló días atrás de una “internacional ultraderechista” contra él y su mujer, lo que es tanto como decir contra España. El delirio argumental llega hasta tal punto que este martes Sánchez ha decidido retirar definitivamente a la embajadora de España en Argentina, amplificando una crisis diplomática que afecta a todos los españoles y argentinos por un exceso cometido por Milei en un mitin, y por el que se niega a pedir disculpas. Milei se sobrepasó, pero tanto como lo hizo el propio Sánchez acusando falsamente a la mujer de Núñez Feijóo por unas informaciones que fueron rectificadas, o acusando también al hermano y al novio de Isabel Díaz Ayuso con información privilegiada. Pero la impostura de Sánchez, tan ofendido siempre que se le cuestiona y tan agresivo siempre que es el PSOE quien recurre al insulto o al desprecio, no tiene precedentes. Está comprometiendo a todo el Estado español en un conflicto con tintes personales que la justicia deberá resolver antes o después, pero que en cualquier caso ha convertido a Begoña Gómez en noticia evidente. 

El delirio argumental llega hasta tal punto que este martes Sánchez ha decidido retirar definitivamente a la embajadora de España en Argentina, amplificando una crisis diplomática que afecta a todos los españoles y argentinos

En este episodio todos están sobreactuando. Sánchez y el PSOE, porque han hallado un motivo de supuesta movilización del voto haciendo ver que la democracia que él representa está en peligro. Vox, porque vuelve a hallar ese hito de ruido político y de escándalo dialéctico que le posiciona como antagónico de la derecha al PP, intentando dejar a Núñez Feijóo sin hueco en la trifulca. Y Milei, porque habiendo conseguido rentabilizar ya lo suficiente sus ataques extremistas a la izquierda hispanoamericana, necesitaba encontrar ahora un enemigo ideológico en Europa que le redimensione políticamente en Argentina. En cualquier caso, populismo barato, excesos verbales, oportunismo electoralista e irresponsabilidad. Incluso, Sánchez maneja la opción de impedir la entrada de Milei en España el próximo mes de junio, donde será galardonado con el premio de una Fundación. En realidad, Sánchez, Milei y Abascal solo se están retroalimentando artificialmente porque les interesa. La cuestión de fondo es que entre los tres actores falta un discurso racional y razonable que permita no desenfocar más esta crisis, que realmente puede llegar a afectar a las relaciones políticas, sociales, económicas y culturales de dos países que no solo necesitan entenderse, sino que están condenados a ello. No es de recibo, salvo que se trate de una obsesión particular del presidente del Gobierno, que se pretendan sacrificar los intereses nacionales en el segundo Estado del planeta que recibe inversión española por el interés personal de Sánchez con Begoña Gómez.

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