Opinión

Cómo 'no hacer' unos Presupuestos

¿Quién quiere meterse en reformas, que solo generan conflictos, cuando uno puede dejar todo como está y aumentar la deuda para que la paguen otros cuando sean expulsados del Gobierno?

  • Pedro Sánchez y María Jesús Montero.

Ante el creciente interés mediático que está despertando la elaboración y negociación de los nuevos Presupuestos Generales del Estado (PGE), he creído oportuno compartir con los lectores esta sencilla receta de cómo NO ELABORAR unos PGE, la cual -espero- les sea de interés.

Ingredientes

Un poco de amoralidad

Promesas, a gusto del cocinero

Ración generosa de populismo

Cuarto y mitad de soflamas contra la oposición (por no colaborar)

Y (muy importante esto) evitar el rigor y la ortodoxia, porque estropearían el guiso

Parte primera: gastos

Se cogen los gastos del último ejercicio. No hace falta perder el tiempo en identificar cuáles eran superfluos o innecesarios, ni si el objetivo para el que fueron dotados dichos gastos sigue siendo válido o prioritario. Se los da 'por buenos' y se incrementan linealmente en un porcentaje razonable, porque a nadie le interesa recortar nada y que le pongan el sambenito de haber hecho recortes. Adicionalmente, se solicita a cada ministerio una lista de nuevos proyectos, así como una estimación del coste de los mismos, la cual no necesita ser muy precisa. De dicha lista sólo se seleccionarán aquellos gastos incrementales que sean mas susceptibles de ser publicitados, de convertirse en carne de propaganda oficial. No es necesario que guarden lógica alguna con un modelo de crecimiento sostenible a medio o largo plazo. No hay que distraerse con estas cosas que sólo complican la vida y no dan réditos en las encuestas.

Por último, se abren las cartas a los Reyes Magos que los distintos socios de Gobierno (que lo apuntalan con sus votos) le han hecho llegar: izquierda antisistema devenida en casta, independentistas xenófobos de derechas, independistas xenófobos de izquierdas, nacionalistas pragmáticos de derechas, neo-etarras en eterno proceso de blanqueamiento, turolenses existencialistas, etc.

Abiertas las cartas, uno se enfoca en negociar a la baja todo aquello que suponga coste económico, transigiendo -en contraprestación- en todas aquellas cesiones que no supongan mayor gasto… aunque conlleven un importante coste político de desmembración del país.

Sumadas todas las cantidades anteriores, se pasa a la segunda parte de la receta: los ingresos.

Parte segunda: ingresos

Aquí el reto consiste en intentar sumar un total de ingresos que guarde cierta relación con los gastos ya identificados. Hay una regla de oro: mientras los gastos suelen ser una cantidad cierta (el dinero, con toda seguridad, se gastará), los ingresos son más bien 'un deseo', una cifra voluntarista que, esperamos, se materialice.

Lo primero que haremos es elaborar unas proyecciones macroeconómicas que nos permitan saber (sin cambiar nada, teniendo en cuenta la actual crisis económica y la arquitectura impositiva existente) cuál sería el nivel de ingresos que recaudaríamos.

Una vez realizado este ejercicio (y tras haber llamado al servicio para que nos traigan “las sales” y nos ayuden a levantarnos del suelo), procederemos a retorcer todo lo que podamos dichas proyecciones a fin de llevarlas hasta el más vehemente y militante optimismo. ¿Hasta dónde? Pues bueno, no hasta donde alguien como Tezanos las llevaría, pero sí hasta el punto en el que logremos no ser expulsados del FMI o de la OCDE.

Y, como seguirán sin salirnos los ingresos deseados, lo siguiente será buscar ingresos adicionales. Pero es muy importante ser conscientes de que se han de hacer las cosas con cierto decoro y preocupación por el 'qué dirán'. Por ejemplo, ideas creativas de algunos socios del Gobierno que pudieran incluir el secuestro y tortura de Amancio Ortega, con el fin de que el Estado se apropie de toda su riqueza, no son presentables y nos pondrían en una situación complicada con nuestros socios europeos.

Llegados a este punto, es muy importante el giro de muñeca, el complicado malabarismo de garantizar unos ingresos adicionales… ¡sin subir los impuestos!

Trucos para subir impuestos

Lógicamente, los impuestos habrán de subirse, sí o sí, pero existen dos trucos que -por manidos que sean- siempre han funcionado. Estos son:

  1. Decir que los impuestos únicamente se subirán a los ricos y a las grandes empresas:

Aunque ambos, por cierto, siempre han hecho el papel de malo-útil para nuestra izquierda, esto no es sostenible. La razón: porque los verdaderamente ricos y las grandes empresas saben muy bien cómo sortear estos problemas y -en último caso- se pueden marchar o deslocalizar. Además, este tipo de políticas solo consiguen ahuyentar las inversiones y generar pobreza y paro en el medio plazo (aunque esto importa poco a los que miran solo al mañana).

     2. Inventar nuevos impuestos y ponerles nombres bonitos.

La neo-izquierda, aunque inmoral, no es tonta y ha aprendido mucho de los Lehman-Brothers y de las hipotecas subprime: igual que a un producto financiero basura se le proveía de un nombre atractivo para colocarlo en los mercados, el Gobierno sabe que si a un impuesto se le pone el adjetivo 'verde' o 'progresista' ¿quién va a tener el valor de oponerse a él?

También sabe que puede poner impuestos “contra” los bancos o “contra” los gigantes digitales, y que ello generará el regocijo de muchos ignorantes resentidos que desconocen que esos impuestos, al final, serán pagados por ellos.

En cualquier caso, todos estos impuestos -incluso convenientemente sobreestimados- difícilmente llegarán a cubrir el previsible desfase frente a los gastos. Pero tampoco hay que preocuparse mucho porque esta vez disponemos de dos recursos adicionales:

  1. Los manguitos de piscina que Europa nos va a echar para que no nos ahoguemos…

  2. Y la derogación (¿transitoria?) de la Ley de Estabilidad Presupuestaria, ley que, por cierto, estamos acostumbrados a incumplir sistemáticamente como país.

Todo ello permitirá al Gobierno sobrevivir por unos años más y seguir retrasando todas aquellas reformas estructurales que España viene necesitando desde hace demasiado tiempo.

Pero ¿quién quiere meterse en reformas, que solo generan conflictos, riesgo de huelgas y -sobre todo- muchísimo trabajo, cuando uno puede dejar todo como está y aumentar la deuda para que la paguen otros cuando sean echados del Gobierno?

Pues esta es la receta de los Presupuestos que España NO necesita, pero probablemente Sánchez sí.

Que le aprovechen…

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