Opinión

Deuda pública y la riqueza de las naciones (II)

En una ocasión anterior, cuando debido crisis fiscal actual explorábamos los límites de la de deuda pública, vimos que el Reino Unido llegó a superar el 200% del PIB tras

  • Cumbre de Versalles en 1983 en la que coincidieron Ronald Reagan y Margaret Thatcher. -

En una ocasión anterior, cuando debido crisis fiscal actual explorábamos los límites de la de deuda pública, vimos que el Reino Unido llegó a superar el 200% del PIB tras las Guerras Napoleónicas y que, ante el desastre financiero, cambió su orden interno y mundial evitando la bancarrota; cien años después, tras la Primera Guerra Mundial, la deuda vuelve a esa marca pero no cambian, junto con sus aliados, el orden imperante, lo que llevó a otra guerra mundial y una deuda cercana al 275% del PIB, una de las causas de su pérdida de liderazgo global.

Quien sí hizo dichos cambios fue Estados Unidos cuando, tras el crack del 1929, dotan de una fuerte capacidad social a su estado federal, dándose así el único caso en que se podría hablar de "socialdemocracia", término que, tras diversas acepciones, viene del enfrentamiento entre comunistas y socialistas, haciendo de síntesis forzada, por la incompatibilidad entre socialismo y democracia, slogan con el que luego se justifican partitocracias como la nuestra.

Así que hoy exploraremos este tema de deuda pública y riqueza de las naciones desde la óptica estadounidense. Pero antes de entrar en materia, conviene que exploremos la forma de gobierno y cómo los progresistas anglosajones se apropian del calificativo "liberal".

Tensión liberal

Dentro del liberalismo, según se iba desarrollando con la práctica, surge una tensión entre dos fuerzas preocupadas por algo fundamental del alma humana: la libertad. Por un lado estaban (y están) los que piensan que la sociedad, a través del Estado, debe ayudar al individuo a ser más libre, y por otro, los que rechazan que el Estado, a través de su gobierno, les ayude, pues pasarían a ser siervos de ambos, por no hablar de los límites que pondría al emprendimiento, la productividad y el buen uso de los recursos que dicho intervencionismo en las conductas implica.

Para el liberalismo, la solución a dicha tensión, y aquí está la clave, sería resuelta por los mismos ciudadanos al elegir directamente a sus representantes (no listas). Además, al existir libertad política, la sociedad civil es libre - no como aquí que es un apéndice de los partidos - y contribuye al mejor gobierno, aportando todos soluciones a los problemas (sobre impuestos, gastos, "qué y en qué", inmigración, educación, sanidad, medios públicos de comunicación, subsidios, tasas, energía, etc.)

Por supuesto, mientras los liberales debatía estos temas, a izquierdas y derechas los enemigos de la libertad política desarrollaban todo tipo de justificaciones y subterfugios para que los ciudadanos no eligieran, directamente o a través de representantes, su gobierno, sino que lo hiciera una camarilla de auto elegidos muy listos que saben mejor que el pueblo quién debe representarle. Surge así el sistema electoral proporcional de listas de partido que terminó encumbrando a Mussolini, Hitler y Chávez, o a nuestros "desgobernantes".

Democracia vs. parlamentarismo

Luego hay otra diferencia a considerar y es que, además de la representación política que imponen los liberares, en Estados Unidos los poderes del Estado son independientes, mientras que en el Reino Unido no, cosa que éstos suplen con toda una serie de formalidades (que acatan al jurar o asumir el cargo), procedimientos y reglamentación. Democracia y parlamentarismo no son los mismo, aunque ambas son formas virtuosas de gobierno, de ahí que el resto de políticos, aunque los deteste, les plagie la acción política.

España, donde no tenemos ninguna de las dos, "nuestro" gobierno no es representativo (ni nos representan ni se parecen a nosotros) y por ello padecemos personajes como la vicepresidente del Gobierno, sucesora de Iglesias III, y ministra de Trabajo (¿sabrá qué es eso?) para quien "la legislatura comienza ahora" tras reunirse con Rufián quién, tras decir que "Comunismo es Igualdad y Democracia" (y ha Colau) añadió "que se lo habían enseñado en su casa", cosa que la legitima para malgobernarnos, decir burradas, enfrentarse a los empresarios, endeudarnos o freírnos a impuestos, aumentando la pobreza de los mayores pobres y los parados de larga duración y dañar aún más la demografía.

Plagio progresista

A estas alturas todos conocemos de sobra casos de políticos aficionados a este delito, propio de una clase dominante que se cree con derecho a tomar la propiedad de otros sin su consentimiento, ya sean ingresos, méritos, propiedades, pensiones, becas, oposiciones o hasta el turno en las listas de espera y, si se tercia, hasta el Erasmus del "niño", que la causa lo justifica y que pague el de atrás.

En política se han apropiado de casi todos los logros liberales, desde el mismo término "liberal" al de "progresismo", al que dan otro sentido pervirtiéndolo (ir progresivamente al socialismo, donde gobernará un aristocracia y los votos no cuenten, el hoy globalismo), hasta los relativos a la educación pública, el sufragio universal, o a la legislación sobre salud y paro o sobre pensiones, pensados por los liberales para luchar contra la esclavitud de la pobreza de los ancianos, del paro y de las enfermedades.

Cuando F.D. Roosevelt llega al Gobierno, lo hace aplicando una serie de medidas sociales copiadas de los liberales británicos, junto a otras del Partido Progresista (de progreso, no de progresividad al socialismo) de Teddy Roosevelt, además de algunas de Keynes y otros. F.D.R. y su gabinete, que se presentaban como liberales pero en realidad eran socialistas progresivos, crearon un enorme Estado federal (y Estado profundo) donde colocaron a su gente, proceso que se extendió a los estados federados y municipios; así, cuando la economía se recuperó del crack (PIB real 1936, nominal 1940), EE.UU. quedó con una deuda pública federal respecto al PIB superior a la que tenía después de la Primera Guerra Mundial. Los cimientos del nuevo orden interno estaban ya establecido, listo para su desarrollo nacional e internacional.

Pax Americana

A este tema le hemos dedicado varios artículos, pero hoy solo resaltaré dos aspectos. El primero, que con el nuevo orden post bélico los organismos internacionales se entregaron, casi en su totalidad, a socialistas fabianos - los mayores ideólogos del progresismo -, unas instituciones con las que hoy, en su locura y usurpación (carecen de las más mínima representación), esta casta parasitaria de globalistas cree que puede mandar sobre las naciones, EE.UU. incluido.

El segundo aspecto es la apertura comercial asimétrica que hace Estados Unidos, reduciendo aranceles (siguiente gráfica), junto con localización de la producción global en sus aliados de la Guerra Fría aptos para ello, promoviendo el desarrollo general y los establishments locales. Simultáneamente, apoyó, a petición de los europeos y según la doctrina de Mackinder ("organizadores"), sistemas electorales partitocráticos como el nuestro, donde cuatro "organizadores" (los líderes de los partidos) dicen quién es diputado y el establishment, antes favorecido, les apoya, todo un ecosistema ya agotado por su degeneración política intrínseca, como ocurre en España.

Corrección y crisis

El orden actual tuvo una cierta corrección con Reagan y Thatcher, pero luego la generación sociópata de Clinton, Bush, Blair, etc. creando burbujas y vaciando los países de su base industrial e impositiva mientras la deuda pública se disparaba. Con los chinos repartiendo fortunas a destajo, llegó Trump a intentar corregir el saqueo, chino principalmente (de ahí la subida en la anterior gráfica), a forzar el mercado laboral para que subieran salarios, bajando impuestos e internalizando producción y evitando guerras ruinosas. Todos sabemos cómo terminó, de momento, dicho intento de corrección en que el Establishment impidió brutalmente con todos los medios a su disposición dicho cambio de orden.

Con el lobista Biden vuelve, con todo su fanatismo, el progresismo y sus plagios, copiando y apropiándose de lo popular de Trump y la parte más clientelar de Roosevelt, como si necesitara más votos a pesar de "ganar" las elecciones. Pero lo realmente preocupante para nosotros, en España y en la UE (otro plagio progre), no es tanto que, en términos de PIB mundial, EE.UU. recuerde a los británicos del XIX, sino que con Biden Estados Unidos se dirige, en términos de deuda pública, mangoneo y clientelismo progre, a una situación muy similar a la de la Gran Bretaña decadente posterior a la Segunda Guerra Mundial. Con ese horizonte adverso en mente, en una próxima ocasión, cerraremos esta serie sobre la deuda pública y la riqueza de las naciones, explorando un posible límite teórico al endeudamiento público y otros casos de interés, incluido el nuestro, claro. Hasta entonces.

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