La victoria de Donald Trump ha sido mucho mayor de lo que se esperaba. Incluso las encuestas en las que aparecía como ganador de las elecciones, lo hacía con el voto electoral, pero no con el voto popular. Recordemos que en 2016, Donald Trump ganó las elecciones, pero perdió por el voto popular. Este los republicanos confiaban en un resultado parecido. Esperaban hacerse con una serie de Estados que les diesen los votos suficientes para alcanzar la presidencia, pero en principio no contaban con imponerse por número de votos, sino por grandes electores. Es natural que estén todos entusiasmados desde el miércoles con los datos que han ido saliendo de participación y de votos.
Comentaba en estas mismas páginas días atrás que, hace un año, era impensable que Donald Trump fuese a ganar las elecciones, y no digamos ya que lo fuese hacer sacando más de tres puntos porcentuales de voto popular y llevándose tantos Estados. Esto se explica porque los demócratas han perdido muchísimos votos con respecto a 2020 (se estima que se han dejado en el camino unos 15 millones de votos), y porque los republicanos han hecho lo inverso, han movilizado a su electorado como no se recordaba desde que George W. Bush ganó a Kerry en 2004.
La pregunta que todos se hacen ahora es de dónde han salido todos esos votos. ¿Por qué esa gente no votó por Trump en 2020 y lo ha hecho en 2024? No es descabellado pensar que muchos votantes que no entregaron su voto a Trump en 2016 o 2020 a Trump lo hayan hecho ahora. En estos últimos ocho años han pasado muchas cosas, y no todas buenas para él, más bien, todo lo contrario. Trump ha llegado a estas elecciones con una condena sobre los hombros y tres juicios pendientes. Lo he hecho también con una formidable campaña de prensa en contra. Los medios que tradicionalmente apoyan al partido demócrata se han volcado, como era previsible, con Kamala Harris, pero los medios que tradicionalmente apoyan al partido republicano, como Fox News o el Wall Street Journal, han sido muy tibios con Donald Trump. El Journal no ha escatimado las críticas hacia el candidato republicano, de hecho, durante las primarias, este diario se posicionó abiertamente a favor de Nikki Halley. Al final los editorialistas decidieron que un Trump era un mal inevitable, pero no le apoyaron de forma directa.
Donald Trump, en definitiva, ha conseguido una victoria histórica con la práctica totalidad de la prensa estadounidense en contra o manteniéndose indiferente ante él. En las elecciones de 2016 sí que contó con el apoyo de los medios afines al partido republicano, esta vez no ha sucedido lo mismo. Entonces, ¿por qué ha ganado si tiene tantos problemas legales, le acompañan tantas polémicas y carece de apoyos en los medios?
Esta sería la pregunta del millón para la que hay muchas respuestas. Esta semana un podcaster británico de origen ruso colgó un texto muy interesante en X al que llegué gracias al repost de Niall Ferguson, un historiador inglés al que soy muy aficionado. Kisin, como digo, es ruso de nacimiento, pero de niño emigró junto a sus padres al Reino Unido y allí ha pasado el resto de su vida. No ha vivido nunca en EEUU pero parece conocer bien el país y, sobre todo, a sus habitantes. Esbozó diez razones que, según él, explican esta victoria republicana tan arrolladora e imprevista. En líneas generales estoy de acuerdo con él aunque habría que introducir numerosas matizaciones a lo que comenta. Pero no deja de ser un esbozo del que podría salir un ensayo entero en cada uno de sus puntos.
Dice textualmente “Para mis amigos británicos y europeos que están “conmocionados” y “sorprendidos”, aquí hay 10 razones por las que no vieron esto venir. Lea esta breve publicación y luego lea las respuestas de nuestros amigos estadounidenses que confirmarán lo que estoy diciendo”
1. “Los estadounidenses aman a su país y quieren que sea el mejor del mundo. Estados Unidos es una nación de personas que conquistaron un continente. Les encanta la fuerza. Le encanta ganar. Cualquier líder que apele a eso tiene una ventaja automática”. Esto es en buena medida cierto, aunque no explicaría la razón por la que Donald Trump perdió en 2020. Joe Biden en aquel momento apeló a que los estadounidenses estaban divididos y tenían que unirse de nuevo en un proyecto común. Esa fue la parte fuerte de su mensaje electoral, y la que le llevó directo a Casa Blanca.
2. “A diferencia de los europeos, los estadounidenses no han aceptado una decadencia controlada. No tienen el objetivo de cero emisiones netas, creen en producir su propia energía y en hacerla lo más barata posible porque saben que su prosperidad depende de ello”. Esto también es cierto, pero no menos que el hecho que el ecologismo moderno nació en Estados Unidos, lo mismo que prácticamente todo lo relativo al cambio climático. Es decir, que encontramos en Estados Unidos las dos extremos: por un lado los que creen que el desarrollo económico es prioritario, sin importar demasiado los costes medioambientales, y por otro, los que anteponen reducir esos costes al desarrollo económico. Dependiendo del ciclo político en el que se encuentren apuestan por un líder o por otro. Tenemos ejemplos en la historia reciente como es el caso de Jimmy Carter y Ronald Reagan, dos presidentes consecutivos y que respecto a cuestiones medioambientales eran opuestos.
3. “Los precios de la mayoría de los productos básicos en Estados Unidos han aumentado rápidamente y están por las nubes. Lo que dicen las estadísticas oficiales sobre la inflación y la realidad de la vida de las personas no es lo mismo". Esto lo suscribo por completo. Para comprobarlo no hace falta más que hablar con cualquier estadounidense durante media hora. Los salarios han subido mucho en los últimos cuatro años, pero el precio de los alimentos y de todo tipo de productos lo ha hecho en mayor medida. Sobra el empleo y los salarios son altos, pero con esos salarios se pueden adquirir menos bienes y servicios que hace cuatro años. Lo comentaba esta semana David Alandete, el corresponsal de ABC. Decía que la gente está harta de pagar cuatro euros por una manzana y siete por un café. Eso no hay salario que lo aguante. Cualquier español que viaje a Estados Unidos y pase allí unos días podrá comprobar cómo le sería imposible vivir en ese país con el sueldo que tiene aquí.
La idea del sueño americano es muy poderosa y eso impulsa su economía desde hace dos siglos. Hay millones de personas asumiendo riesgos continuamente, y no debemos nunca ignorar el poder creador del riesgo
4. “A diferencia de usted, los estadounidenses no creen en el socialismo. Creen en la meritocracia. No les importa que los súper ricos sean súper ricos porque saben que viven en un país donde ser súper rico está al alcance de cualquiera que tenga el talento y la determinación para triunfar. No se resienten el éxito, lo celebran”. Esto también es cierto, el estadounidense medio no suele adolecer del pecado de la envidia. Si ve un vecino que se ha enriquecido se alegran y trata de emularle. La idea del sueño americano es muy poderosa y eso impulsa su economía desde hace dos siglos. Hay millones de personas asumiendo riesgos continuamente, y no debemos nunca ignorar el poder creador del riesgo. Un país cuyos habitantes asumen riesgos es un país que se desarrolla económicamente. Esto es así en Estados Unidos y en cualquier otro sitio.
5. “Los estadounidenses son las personas más pro inmigración del mundo. Léanlo de nuevo. En serio, léanlo de nuevo. A los estadounidenses les encantan las historias de éxito de los inmigrantes. Quieren que más inmigrantes con talento vengan a Estados Unidos, pero se niegan a aceptar a personas que llegan ilegalmente. Creen en la necesidad de tener una frontera". Este punto creo que es aplicable a prácticamente cualquier país desarrollado. Si preguntamos a un europeo, seguramente nos conteste lo mismo. A casi nadie le disgustan los inmigrantes, lo que le disgusta son los delitos que suelen asociarse a la inmigración ilegal. La diferencia estriba en que en Estados Unidos hay muchos más inmigrantes e hijos de inmigrantes que en Europa. El propio Trump es hijo de una inmigrante escocesa y nieto de un inmigrante alemán. Prácticamente todos los estadounidenses tienen una historia de inmigración a sus espaldas y suelen presumir de ello. Por eso están tan obsesionados con la ascendencia familiar. Es común que un neoyorquino diga que tiene tanto porcentaje de sangre italiana, otro tanto irlandesa y unas gotas de sangre alemana y griega. Si al europeo medio se le pregunta por su origen lo más probable es que tanto él como sus antepasados cercanos sean de ese mismo país, a menudo de la misma ciudad. De modo que sí, les gustan los inmigrantes porque ellos mismos saben que son descendientes de inmigrantes. Lo que no les gusta es la delincuencia y esa la asocian a la inmigración. De modo que más que voto anti inmigración hay voto anti delincuencia.
6. “Los estadounidenses son sensibles a las cuestiones raciales y a la historia imperfecta de su país. Creen que a quienes se ven perjudicados por las circunstancias de su nacimiento se les debe dar la oportunidad de triunfar. Sin embargo, lo que rechazan es la idea de que para corregir los errores del pasado hay que cometer errores nuevos. La DEI (Diversity, Equity and Inclusion) es racista. Lo saben y la rechazan precisamente porque no son racistas”. Curiosamente fue en las universidades estadounidenses donde se inventaron eso de la DEI en los años 60 cuando estalló el movimiento por los derechos civiles. De hecho, buena parte de la literatura que consumimos en Europa e Hispanoamérica sobre DEI viene directa de EEUU. Pero para los estadounidenses era un producto de exportación que ahora han empezado a aplicarse ellos mismos con las consecuencias por todos conocidas.
7. “Los estadounidenses son la nación más pro judía del planeta. El 7 de octubre y la reacción de la izquierda a favor de Hamas les conmocionaron hasta lo más profundo de su ser porque, entre otras cosas, recuerdan cómo fue el 11 de septiembre y saben reconocer la yihad cuando la ven”. Esto es estrictamente cierto. Aunque Biden se ha esforzado en mostrar su apoyo a Israel, lo cierto es que una parte nada despreciable del partido Demócrata, especialmente el ala izquierda, ha hecho todo lo contrario, y eso no ha pasado desapercibido. Eso sí, el 80% del voto judío ha seguido votando demócrata, lo que vendría a decirnos que el antijudaísmo de esa facción demócrata a quien más ha molestado no ha sido a la comunidad judía (esos creo que lo descuentan), sino a otras capas de la población que son abiertamente pro Israel, a quien consideran un buen aliado y un apoyo contra Irán que, ese sí, es el enemigo jurado de los estadounidenses desde hace 45 años.
Lo de que da igual negro o blanco, lo importante es que cace ratones, más que un proverbio chino parece un proverbio estadounidense. Cuando algo funciona no lo cambian, ahí tenemos su sistema electoral o el hecho de que el recuento lo realice una agencia de noticias
8. “Los estadounidenses son gente extremadamente práctica. Se preocupan por lo que funciona, no por lo que suena bien. En Europa, producimos grandes escritores e intelectuales. En Estados Unidos, producen (y atraen) grandes ingenieros, empresarios e inversores. Por eso les importa menos que a usted la retórica de Trump y más que a usted sus políticas”. Esto también es cierto. Los estadounidenses son los tipos más prácticos que he conocido. Lo de que da igual negro o blanco, lo importante es que cace ratones, más que un proverbio chino parece un proverbio estadounidense. Cuando algo funciona no lo cambian, ahí tenemos su sistema electoral o el hecho de que el recuento lo realice una agencia de noticias. Son poco dados al formulismo y extraordinariamente flexibles. No se suelen perder en vericuetos teóricos y no son nada propensos al sentimentalismo y a las pasiones políticas. Por eso tienen el mismo sistema político desde hace casi dos siglos y medio. Como les funciona no ven necesidad alguna de cambiarlo. Con Trump saben que está condenado y que le acompaña la polémica, saben que es mujeriego y faltón, pero, como durante su primer mandato les fue bien, todo eso muchos de ellos se lo perdonan.
9. “Los estadounidenses son personas profundamente optimistas. Odian la negatividad. La visión progresista de la historia estadounidense como una serie de males por los que deben disculparse eternamente les resulta absolutamente aborrecible. Creen en avanzar juntos, no en obsesionarse eternamente con el pasado”. Esto también es cierto. El estadounidense medio es hiperactivo y optimista. A mi eso es algo que me encanta de aquel país. Si eres trabajador y no te rindes puedes llegar muy lejos, y más que la envidia despertarás la admiración entre tus vecinos. Frente a eso el posmodernismo identitario viene cargado de culpas y perdones, algo que irrita a los estadounidenses, pero no sólo a los estadounidenses, esa parte de las ideas de la nueva izquierda creo que no gustan demasiado en Europa porque exigen pedir disculpas por algo que no se ha hecho.
10. “Estados Unidos es un país cuya historia fundacional es la de la resistencia a la extralimitación del gobierno. Detestan las restricciones, las regulaciones y el control innecesarios. Entienden que la libertad tiene un precio: la autosuficiencia, y lo pagan con gusto”. Esto también es cierto aunque no tanto como hace cien años. El Estado en EEUU no se ha expandido tanto como en Europa y la mayor parte de los estadounidenses, incluidos muchos demócratas, no quieren que se expanda demasiado porque eso supone incrementos fiscales.
Son diez buenas razones que, como dije antes, darían para un ensayo con muchas páginas cada una de ellas. A su criterio lo dejo. En breve empezaremos a recibir nuevos datos sobre la composición de su electorado que ayuden a entender mejor esta victoria. Entretanto quedémonos con reflexiones cargadas de sentido común que muchos a este lado del charco simplemente no quieren entender.