Sánchez, el presidente autoimpuesto con la suma de seis partiditos oportunistas que no suman el 20% del voto, exhibe la obra turbia de la voluntad de poder por encima del interés general de la Nación. La deriva destructiva del primer año esta legislatura, después de los cinco anteriores, no logra ocultarla ni la ominosa propaganda ni la saturación de los sentidos que provocan la espiral de empobrecimiento político, económico y moral al que nos ha sometido:
— Corrupción ramificada con epicentro en la Moncloa: mujer, hermano, Ábalos, Aldama, Venezuela, Delcy, Hidalgo, petróleo, oro, dólares, partido… y Pedro, sobre todo él, el “1” del comisionista Aldama. Si las acusaciones de Aldama ante el juez Pedraz (21.11.2024) contra el gobierno y el PSOE, se sustentan en pruebas estaríamos ante graves delitos de corrupción, incompatibles con el ejercicio democrático del poder. Pruebas indiciarias hay, pues ya están imputados la esposa de Sánchez, investigada por cuatro casos de corrupción, y el hermano, investigado por diversos delitos, su ministro Ábalos, investigado por el Tribunal Supremo por cuatro delitos (organización criminal, cohecho, tráfico de influencias y malversación), Koldo…
— Apropiación y politización de todas las instituciones estatales: Congreso, Tribunal Constitucional, Fiscalía general del Estado, RTVE, CIS, Consejo de Estado, Correos, Banco de España, Tribunal de Cuentas, Indra, Comisión Nacional de los Mercados y Competencia, Comisión Nacional del Mercado de Valores, Renfe, Hispasat Sepi, Aena, INE, Red Eléctrica, Paradores Turismo, Loterías y Apuestas del Estado…
— Degradación socioeconómica: anómalo crecimiento del PIB gracias al déficit desbocado (crecer debiendo: el déficit se ha duplicado en la última década) y el turismo, pero no por competencia y productividad mantenidas, inseguridad jurídica y aumento de la presión fiscal que alejan las inversiones...
— Favoritismo: ERES, red clientelar en aumento vía subvenciones (más de 320.000 millones de euros anuales), terroristas vascos, delincuentes catalanes…
— Progresismo falaz e hipócrita. Todos, los siete partidos que sustentan la mayoría de investidura son una mezcolanza oportunista de ultraizquierda y derecha separatista, emboscados en la capa protectora de Sánchez para sacar tajada para sus intereses sectarios. El interés general de la Nación es incompatible con las políticas desarrolladas desde 2018.
Por ahora sólo queda la Corona, sitiada, las Fuerzas de Seguridad del Estado y la Justicia acosada y desprestigiada por la pinza PSOE-Sumar-separatistas. Esta deriva vista en conjunto nos aleja de los estándares de la democracia liberal; los hechos evidencian la “normalización” de indicadores totalitarios como los expuestos en el caldo de la corrupción. Sánchez es núcleo o centro irradiador de esta realidad de descomposición de la España constitucional.
El carácter de Sánchez al descubierto no puede ocultarlo el juego de espejos que maneja el impávido personaje. Oscar Wilde podría escribir el retrato de Pedro Grey; su obsesión por el poder personal que fagotiza el Estado frente a la obsesión por la belleza de Dorian Grey; el libertinaje en el manejo del Estado frente al libertinaje amoral de Grey.
El Pedro Sánchez de 2017 vendió su alma por el poder sin límites del partido y después de España con la farisaica moción de censura contra Rajoy en 2018 y así su obra hasta el presente. “Por sus frutos los conoceréis, ¿acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?” (Mt. 7,15-20).
Esta alegoría representa al personaje: vi un hombre coronado con tres coronas, colocadas una sobre la otra, vestido con pulcritud, y “su vestido estaba lleno de ojos y todos los ojos eran transparentes, como si fueran llamas ardiendo, y sin embargo parecían cristales”[1], en ellos se refleja el mundo que está construyendo con su voluntad sin límites políticos ni morales. Cada una de las coronas representa ese mundo: la primera expresa la voluntad de poder, la prevalencia del deseo de dominación y la pasión frente a la recta razón y la verdad. Su poder en el PSOE es logrado en unas primarias trucadas. Cabe recordar la urna con la cortinita y a Koldo, ¡sí a Koldo! como guardián nocturno de la urna con los votos. Se hace con el poder del partido y nombra a la ejecutiva no a la inversa. Hace y deshace en el partido sin contemplaciones, en las federaciones…
Fue Albert Rivera quien captó y explicó el carácter del personaje Sánchez: “Tiene un plan y tiene una banda” (debate de investidura de Sánchez, 22.07.2019). Se quedó corto.
En su turbio ascenso al poder de la Nación se entrega a pactos varios: primero aparenta pactar con RiVera, de Cs, mientras, aparte, negocia con Iglesias de Podemos. Fue Albert Rivera quien captó y explicó el carácter del personaje Sánchez: “Tiene un plan y tiene una banda” (debate de investidura de Sánchez, 22.07.2019). Se quedó corto. Además de la banda política, identificada por Rivera, emerge desde el inicio otra banda, la económica, con varias investigaciones por corrupción. Uno de sus principales conseguidores, Aldama, ya está en la cárcel. Ahora excarcelado con cautelares por colaborar con la justicia: se autoinculpa y acusa de delitos a otros.
Por el poder sin límites todo vale: el pacto Frankenstein con comunistas varios y separatistas vascos y catalanes ávidos de poder como él: un plan para una banda y el chantaje permanente de sus socios. Esta decisión mantenida definirá para siempre a Sánchez; esa es su identidad política. Así ha gobernado entre 2018 y la actualidad para oprobio de la Nación y ruina del partido que no pueden ocultar las artimañas de Tezanos ni la propaganda vendida como verdad por los medios afines, con El País y la SER a la cabeza, convertidos en el Pravda ('Verdad' en ruso), subvencionados y controlados por comisarios políticos.
Es el fruto envenenado de la posverdad en que lo verdadero y lo falso han sido asesinados como conceptos, convertidos en significantes vacíos, manipulables. Mentiras e intereses sectarios son la argamasa que une a la banda que nos maneja
Lo estamos viendo: ha rebasado el límite tanto de la razón como de la “verdad como realidad de las cosas” (Balmes, El Criterio), sustituido por el relato o propaganda de la voluntad como razón construida para ocultar y eludir. Como indica Orwell “la propaganda siempre está hecha de mentiras, incluso cuando uno dice la verdad”. Es el fruto envenenado de la posverdad en que lo verdadero y lo falso han sido asesinados como conceptos, convertidos en significantes vacíos, manipulables. Mentiras e intereses sectarios son la argamasa que une a la banda que nos maneja.
La segunda corona es la pasión por agradar, por ser querido por la multitud del pueblo encandilado con su líder supremo. El sueño húmedo de todo populista que esquiva y huye de toda responsabilidad; los responsables siempre son otros.
No escatima esfuerzos para sentir el calor de la masa, se exhibe en calzón corto sentado en las escaleras del palacio con un perro, proyecta videos de su placentera vida palaciega en un desayuno impostado sin diamantes. No lo logra; sólo obtiene el calor de la masa clientelar y la satisfacción en actos de partido con personas vip, como Aldama, en las primeras filas, difundidos por medios afines. En actos públicos sin la sintonía de las gentes se muestra esquivo, arisco y desabrido, como en la reciente fiesta de la Hispanidad en Madrid. Nunca se perdonará el inmenso error de la visita a Paiporta devastada por la inundación: hubo de salir en andas de sus escoltas y sentir su coche golpeado por las “furias”, encarnadas en unos jóvenes embarrados, cansados de bregar contra la destrucción. En su huida vertió mentiras contra estos jóvenes y activó los medios del Estado contra ellos. Huyó bien lejos, primero a Azerbaiyán y ahora a Brasil para evitar la realidad. Acostumbrado a crear y moldear los hechos para su encumbramiento y sostén de la grey progresista no puede suportar que el foco de la realidad caiga sobre él. En su escapada busca el formalismo vacío pero amable de las recepciones oficiales en las que se encuentra a sus anchas. Ganar tiempo como para transferir la culpa a otro. En esto andan afanadas sus huestes: Mazón es el blanco y con él, Feijóo. La tragedia puede serle útil si se domina el relato, en esto andan ocupados los creadores de opinión hurgando en la vida de Mazón. El foco mantenido sobre Mazón para alejarlo de su deber inexcusable de asumir el mando ante la catástrofe valenciana como prescribe el Sistema Nacional de Protección Civil (Ley 17/2015, de 9.07, con relación a la Ley Orgánica 4/1981, de 1.06).
La tercera corona es la más alta. Es la corona del sectario. Exhibe el orgullo del odio contra el otro que no es él, en quien proyecta todos los males. Si se me achaca una falta el otro tiene más, muchas más; las mías pueden ser errores para corregir si es el caso (no lo ha sido para corregir el trato privilegiado a violadores y terroristas), las de los otros son consustanciales a su naturaleza: el enemigo es el otro. Cierra el círculo de la infamia política. Cuando arrecian las contradicciones, cuando las soluciones fallan y el relato pese a la insistencia (imputación judicial contra la esposa, Begoña Gómez: “no caso”, “pedalear en la nada” …) cede ante la verdad de los hechos urge cerrar filas y activar con fuerza el binomio amigo-enemigo proclamado por el jurista de cabecera Carl Schmitt: "lo político se funda en el binomio amigo-enemigo”, incluso para vender las contradicciones: imponer a la falsaria Ribera en el gobierno de la UE al precio de votar a Meloni y Orban.
Sánchez ha aprendido de sus socios separatistas vascos y catalanes cómo conservar el poder a toda costa. Llevan años aplicando la polarización excluyente como signo de identidad
Esta lógica sectaria amigo-enemigo identifica la conducta política de la polarización sanchista desde el “no es no”. Ahora la central monclovita maneja con eficacia los estigmas radicales: el foco puesto en “Ayuso dimisión” busca minimizar a Feijóo; el marco conceptual de la pinza derecha-ultraderecha, identificada como el mal, es eficaz para los progresistas anti-progreso. Feijóo y Abascal han sido incapaces de revertirlo e imponer su propio marco mental.
Sánchez ha aprendido de sus socios separatistas vascos y catalanes cómo conservar el poder a toda costa. Llevan años aplicando la polarización excluyente como signo de identidad: se han mantenido en el poder durante décadas alimentando una sociedad nacionalista en detrimento de la mayoría social, reducida y marginada. La identidad nacionalista contra la identidad constitucional española ha llevado a la decadencia política, económica, cultural y moral de ambas regiones. La identidad progresista inoculada por la alianza socialcomunista ha llevado a la decadencia política, económica, cultural y moral a España. Es el fruto envenenado de la división amigo-enemigo que sirve a la voluntad de poder de los totalitarios.
Nutre el populismo y la posverdad
Esta bipolaridad radical es constitutiva del hacer político: opera más allá de la racionalidad y nutre el populismo, la posverdad y el sectarismo. Para conservar el poder ante las contradicciones y la corrupción se exacerba la bipolaridad en “polarización” agresiva con tintes guerra civilistas, cuyo efecto divide a la sociedad en dos bandos con rasgos discursivos, políticos y morales antitéticos. Es el fin de la política civilizada, pues desertiza el espacio público.
El ejercicio del poder de Sánchez se ajusta como un guante al perfil del autócrata, representado por estas tres coronas ceñidas en su testa. 2.087 años después, Cicerón podría decirle a Sánchez lo que le espetó a Catilina en el Senado de Roma a comienzos de noviembre del 63 a. C: Quousque tandem abutere, Sánchez, patientia nostra
Hoy igual que ayer, sólo el tiempo es lo que falta. En nuestro caso, no sabemos qué sucederá después de la descomposición sanchista, pero sí sabemos cómo terminó la República romana años después.