La quiebra moral del Partido Socialista con Pedro Sánchez recuerda al breve cuento del escritor uruguayo Horacio Quiroga El almohadón de pluma. Una mujer llamada Alicia sufre una rara enfermedad que la va debilitando hasta su muerte y se descubre que un gusano alojado en su almohada le había ido chupando la sangre mientras dormía. Ocurrió con la organización socialista, pero a la luz del día. Ahora el entierro del viejo partido será en Sevilla, en un Congreso Funeral que los socialistas celebrarán el próximo fin de semana.
Entretanto, cuanto más desesperado, más peligroso se vuelve Sánchez. La última: utilización de los Servicios de Inteligencia para las campañas en defensa de la pareja presidencial, abrasada por la corrupción. “Fuentes de Seguridad del Estado desmienten a Aldama: es el nuevo pequeño Nicolás”, consigna fabricada para la ocasión por el mismo gurú monclovita autor del “que me lo pidan”. ¿Un nicolasín pastoreando ministerios? Para estas labores de propaganda se usa el CNI desde que, por imposición de Puigdemont y compañía, la ministra Robles destituyó a su directora Paz Esteban y nombró a la sanchista Esperanza Casteleiro.
El punto ciego del Partido Socialista es la moral. El destrozo creado por dos horas de declaración de Aldama demuestra la naturaleza corrupta del sanchismo. El pasado viernes, para intentar ningunear las gravísimas acusaciones en sede judicial que le atañen personalmente, el presidente hizo un alarde insuperable de carencia de valores éticos. ¿Delincuente confeso? Sí, y todo suyo “doctor”, como Ábalos, Koldo y toda la red conectada a su gobierno como lapa. En el rictus llevaba escrito el diagnóstico de la psicología moral para psicópatas: ”carecen de emociones morales, no sienten vergüenza alguna, lo que les facilita mentir”.
Definitivamente, el sanchismo ha dilapidado todo el capital moral acopiado por el PSOE durante la Transición. No queda resto de moralidad en quienes vieron en la terrible tragedia de la DANA una oportunidad para su supervivencia política. Si había dudas, las despejó todas la comparecencia parlamentaria de la vicepresidenta Teresa Ribera. Dio un recital de indecencia en tres tiempos: (1) confesó conocer perfectamente el peligro mortal del barranco del Poyo; (2) endosó la culpa de que no se hicieran las obras necesarias a Mariano Rajoy; (3) ella en sus seis años y medio no hizo nada y no dijo por qué. Disfrazada de un aire de dignidad impostada, recibió un aplauso cerrado de 120 diputados socialistas entusiasmados.
El sanchismo es simplemente un mecanismo desarrollado por una panda de pillos para acceder al poder y conservarlo a cualquier precio. El acuerdo sobre medidas fiscales de la semana pasada es un buen ejemplo
Del vaciado moral del Partido Socialista dan cuenta las dos huidas de Sánchez en pocos días, dejando solo al Rey. La primera se produjo en Paiporta, la zona cero de la catástrofe, donde, incapaz de soportar la indignación de las víctimas, dejó una imagen que le retrata de por vida como un presidente inmoral y cobarde. La otra escapada se produjo ante la Cumbre Iberoamericana de Ecuador -12 y 15 de noviembre-, donde volvió a dejar solo a Felipe VI a sabiendas de que sería un fracaso, precisamente, por el nulo interés del Gobierno en la organización previa.
Me preguntaba en un artículo escrito en 2019 qué es el sanchismo. Desde luego, está demostrado que nada tiene que ver con una filosofía política de las que se estudian en las universidades. Es simplemente un mecanismo desarrollado por una panda de pillos para acceder al poder y conservarlo a cualquier precio. El acuerdo sobre medidas fiscales de la semana pasada es un buen ejemplo. El PSOE llega a pactos incompatibles con extrema izquierda comunista y extrema derecha independentista sobre la base de hacer inviables el Estado y la cohesión territorial. A saber cómo explicarán esto a sus electores los diputados socialistas, de Zamora o Albacete.
Este engendro es aún más dañino al recurrir a la explotación del odio entre españoles como motor afectivo para mantener la adhesión al sanchismo. Me sigue impresionando la intervención de la actriz Marisa Paredes en un acto de apoyo a Sánchez y su esposa en el momento de aquella otra huida de cinco días que “estremecieron al mundo”. Con una entonación muy Almodóvar, apelaba a “demostrarle a la otra España que somos muchos, tantos como ellos”. A las barricadas para salvar a Pedro y Begoña. ¡Santo cielo! La combinación del kirchnerismo argentino que los socialistas apoyaron en las elecciones de hace un año: odio, pobreza y corrupción. Del centroizquierda que un día representó el PSOE, ni las raspas.