Pordiosero de elogios, diría Cansinos Assens, Pedro Sánchez emprendió viaje a la India donde, desde el domingo, protagoniza junto a su esposa un colorido pastiche estilo Bollywood que quizás le tranquilice el espíritu y le serene el alma. Luego irá a Budapest, Azerbayan, Ecuador, Brasil y de vuelta a casa por Navidad. Un mes largo sin apenas poner un pie en España ni, desde luego, pisar el Congreso, donde ya todo le es hostil. En este largo periodo de ausencia, la escandalera judicial, lejos de amainar, habrá crecido de tono. El juez Peinado, por ejemplo, le acaba de endosar dos nuevos delitos a Begoña Gómez. Ya van cuatro. Un no parar. Por más que huyan, los procesos que aquí dejó seguirán su curso implacable, como la avalncha de hormigas de la marabunta. Ábalos ya habrá sido imputado por el Supremo; el fiscal general del Estado será un semoviente despreciado por sus pares; Beatriz Biedma, la jueza de Badajoz, habrá dado pasos significativos en el cerco al hermanísimo; es posible que el móvil de Koldo haya escupido más fotografías comprometidas y que se desvelen nuevos pasajes espinosos de las andanzas del conseguidor Aldama, recluido peligrosamente entre rejas.
Vive Sánchez el peor otoño de su mandato, según titulan sus escribas. Aquel pinturero petimetre que, después de protagonizar un pucherazo fallido contra su partido, recuperó inopinadamente la secretaría general de la que había sido expulsado, conoce ahora sus tiempos más oscuros, como esas interminables tardes de domingo que devoran años enteros, diría Kafka. La fortuna empieza a serle infiel. Tantos plenos al 15 parecen demasiado. Baraka y falta de escrúpulos eran sus bazas, su principal armamento político. Lo primero empieza a escasear. No le ha ido mal hasta ahora. En los albores de su ascensión a la cumbre del poder, le dobló el pulso al aparato del partido en aquellas primarias oportunistas. Alcanzó La Moncloa luego de haber registrado el peor resultado electoral de la historia del PSOE. Incluso, cuando las urnas se le presentaban más hostiles, logró superar el batacazo de las autonómicas de mayo de pasado año y hasta se repuso, inopinadamente, en las generales del 23-J, lo que redondeó su aura de político imbatible y de suertudo superlativo. Mientras España se hundía, don narciso el aventurero paseaba plácidamente por el olimpo de los invencibles.
Hasta aterrizar en este otoño adverso en el que todas las pruebas se amontonan, los escándalos le asfixian, los juzgados le persiguen, e incluso en su partido no hay alguien quien no se vea obligado a armarse de con una sobrecaega de dodot en la trasera. Tal es el pavor
Ha vivido momentos delicados, como las intemperancias de Puigdemont, ahora el varón domado, o algunas exigencias de Bruselas, pero siempre se ha salido con bien de estos apuros, tampoco excesivos.Engañó al prófugo con una laboriosa amnistía que ni disfruta y sedujo a la ursulina de la UE con un par de carantoñas alatardecer. Hasta que ha llegado septiembre, su mes más atroz. Jamás se ha visto frente un escenario tan erizado de problemas. Todo arrancó en febrero, cuando El Confidencial publicó que Begoña Gómez, que se pensaba la madame Curie del mundo empresarial, visitó en su día al niño Hidalgo en las oficinas de Globalia antes de producirse el rescate de Air Europa. Desde entonces, no ha habido más que quebrantos y contratiempos hasta aterrizar en este otoño adverso en el que las pruebas se desbordan, los escándalos le asfixian, los juzgados le persiguen y hasta en su partido no hay quien salga de casa sin una doble protección de dodot en la trasera.
Begoña, el hermano, la cuñada japonesa, Koldo, las mascarillas, madame Francina, el canario de la memoria, la exbaronesa riojana y sobre todo, Aldama el de la foto, el 'nexo corruptor', el hombre orquesta que lo mismo trapicheaba lingotes de oro con Delcy, que le planificaba una semana a tituplén en Madrid, negociaba el rescate de Air Europa, trasegaba mascarillas truchas, regalaba un chaletazo al número dos del PSOE y del Gobierno, le abonaba el ático luxury a su querida, corrompía a altos mandos de la Benemérita... y hasta traficaba con una mafia de hidrocarburos de origen venezolano con escala en Dominicana. Trampita, esta última, que trepó hasta los 180 millones de dólares y que ha dado con sus huesos en la cárcel.
Una colla de fanáticos embusteros que chapotean en el odio y triscan sin cesar en la indecencia. Una pandilla de tramposos cuyo objetivo único es blindarle las espaldas a su jefe, ya tan expuestas que huele a banquillo
Sánchez huye. Azuza a sus ministrillos para que salgan a los medios a predicar sandeces. Nunca un ministro del Interior ha mentido tanto. Nunca un ministro de Exteriores se ha humillado de tal forma. Jamás los miembros de un Gabinete han protagonizado escenas tan bochornosas como los regüeldos de los dos Óscar (López y el otro) o las mascaradas histriónicas de la viceuno Montero. Una colla de fanáticos embusteros que chapotean en el odio y triscan sin cesar en la indecencia. Una pandilla de tramposos cuyo objetivo único es blindarle las espaldas a su jefe, ya tan expuestas que huele a banquillo. Tan abandonado está a su adversa suerte que hasta le ha estallado en ruidoso imprevisto, el caso Íñigo Errejón, que dinamita toda la vocinglería falsaria de esos 'nuevos feminismos' basada en el 'hermana yo si te creo', la sororidad macilenta, el 'sí es sí' suelta violadores, el embuste y la trampa y, por supuesto, el saqueo de lo público mediante chiringuitos, observatorios, plataformas y demás artefactos al servicio de la mafia violeta.
La izquierda se descompone entre insultos y navajazos. Lo de siempre. Del piolet a la puñada, a traición y con alevosía. El PSOE sufre un ataque de temblores como el del torero en su alternativa. La familia del presidente vive bajo la sombra acusadora de los jueces y el presidente se disfraza de Gatsby en Bombay para espantar sus cuitas. ¿Dónde se ha metido su infalable baraka? ¿Habrá huído de su vera y buscado refugio bajo el escritorio de Feijóo, en la insípida séptima planta de Genóva? Algo se detecta ya en el ambiente, un vambio de dirección en la ventisca. El PP cometió dos grandes pifias a la vuelta del verano. El voto favorable a la excarcelación de etarras, un despiste descomunal de los que se pagan muy caro. Y la querella por financiación ilegal del PSOE, desestimada a las primeras de cambio. Dos asuntos que, en otro momento, habrían producido sonora barahúnda y que ahora apenas ha removido algún titular en la prensa del movimiento. La mala fortuna ha cambiado de bando y hasta sparecen asomar tiempos afortunados por la derecha. Ya le tocaba al pobre líder gallego,que pese a vctorias insistentes en las urnas, tanto generales como en autonómicas o locales, no ha logrado dar satisfacción a su único anhelo.
La ventanilla para delatores
Sánchez insiste en que cumplirá sus tres años de mandato. 'Mil días', repiten sus cacatúas. Suya es la potestad de disolver y convocar. Depende de lo que le asfixien los jueces pero confía poco en las urnas. Está presto a dar la batalla. Con todos los medios, como esa ventanilla para delatores que su fiel Bolaños acaba de anunciar en el Consejo de Ministros. Todos al trullo antes que él. Poco puede hacer Feijóo para que los acontecimientos se precipiten. Lo confesaba en lo de FJL: proponer iniciativas y proyectos pero poco más. El síndrome de la derecha, mejor no acertar que errar. El estafermismo de don Tancredo. Y, eso sí, preguntarle cada minuto al gran corrupto aquello de Eddie Constantine en Alphaville: "Hay una cosa que me gustaría saber, presidente. ¿Ha acabado ya de tomarnos por imbéciles?