“Para nosotros, vivir de otra manera era impensable. La gente honrada que se mataba en trabajos de mierda por unos sueldos de miseria, que iba a trabajar en metro cada día y pagaba sus facturas, estaba muerta, eran unos gilipollas, no tenían agallas. Si nosotros queríamos algo, lo cogíamos, y si alguien se quejaba dos veces, le dábamos una paliza…” Son palabras de Henry Hill (Ray Liotta en ‘Uno de los nuestros’) que retratan el dulce encanto de la impunidad cuando nada -la ley- ni nadie -quien cobra por aplicarla- sirven de mucho porque el ejercicio del poder es más fuerte que los mecanismos que lo regulan.
En España ya no se habla de regeneración de la vida pública. La limpieza y la transparencia tuvieron su significado hace una década porque formaban parte del impostado ADN de la ‘nueva política’. Eran los creadores de una nueva democracia lavada y peinada como de domingo. Sonaban tan bien esos conceptos… Hoy son pura retórica. El jefe del Estado reclama serenidad en el muro de las bofetadas. Sabe muy bien que la fractura es el mal que aqueja a las sociedades enfermas porque en última instancia degenera en las ‘crisis de Estado’. El Rey reivindica la Constitución y pide a los poderes públicos que sean eso, públicos, y si es posible, también eficaces. Pero España retorna al lugar del crimen, al fangal de la corrupción.
Somos rehenes del dulce encanto de la impunidad, de la superación de la legalidad, del maquillaje de la verdad en una escombrera de mentiras
En efecto, somos rehenes del dulce encanto de la impunidad, de la superación de la legalidad, del maquillaje de la verdad en una escombrera de mentiras. Puigdemont se fuga por segunda vez choteándose de la democracia, a plena luz del día y con la televisión en directo, y el jefe del Gobierno que recibe una orden judicial para detenerlo mendiga una foto con él en Waterloo para agasajarlo… Con Aldama no quería, no lo conocía, pero se fotografió. Con Puigdemont lo desea, pero no puede, o no sabe, o no llega. Llegará su amnistía ‘política’, sin duda. Pero entretanto, implorar esa foto en público, un apretón de manos, una palmada en la espalda -vamos Carles, no te hagas mala sangre, hombre, venga ese selfie- no es ‘política’ sino corrupción.
En España se han apañado recursos públicos, un pastizal de todos, a partir de una pandemia. Lucro, comisiones y fulanas a costa del miedo y la enfermedad. Lo hemos sabido todo de golpe en 2024. Tan puros y virginales, con aquellos golpetazos de pecho que se daban contra la Gürtel. Tan transparentes… y ahora sabemos que intercambiaban whatsapps con ese dulce encanto de la impunidad que todo lo puede. Los torres, las francinas, los koldos, los jefes de gabinete con chalés de quita y pon, las cacerías, los porsches en el Ministerio. Los hemos oído con el ‘no me toques los cojones’, el reparto de cupos y las obras públicas, y los retratan con ‘chicas que fuman’ en pisos que nadie podría pagar con un mísero escaño.
Con la versión del fiscal general, un narco medianamente listo ya siempre podrá alegar que arrojó un kilo de cocaína por el retrete en pleno registro para desatascar la cañería de aguas fecales
Los que iban a derogar los privilegios del aforamiento se atornillan ahora a ellos, y nos preparan mentalmente para la enésima pirueta. Y si una imputación llegase a afectar al presidente del Gobierno, ya sugieren la especie de que el Parlamento se negaría a conceder el suplicatorio por la sencilla razón de que le asiste un principio inalterable de intocabilidad y ultraprotección ajena al resto de los mortales. El sanchismo heroico frente a una cacería sin escrúpulos, frente a una conspiración universal. Como si una mayoría parlamentaria pudiese situarse incluso por encima de la legalidad por el hecho de que sí, que “somos más”, y entonces… entonces, el delito no cuenta.
La trágica novedad del año que concluye es que España vuelve a normalizar la corrupción. Se naturaliza como parte del juego político, no influye en los equilibrios y no escandaliza lo suficiente. Dos años después nadie de los ERE cumple condena. La malversación se ha recodificado convenientemente a medida de quien la comete, siempre que sea amigo o sea socio. Otro de los nuestros. La Guardia Civil registra el despacho del fiscal general, éste borra pruebas de su móvil y nos alega no sé qué de seguridad cibernética. Un narco medianamente listo ya siempre podrá alegar que arrojó un kilo de cocaína por el retrete en pleno registro para desatascar una obstrucción en la canalización de aguas fecales. Jefes de policía con 30 millones a pelo en las paredes de su casa, tipos golpistas huidos en un maletero, los mensajes cruzados entre los fiscales pisoteando el Código Penal…, pero el escándalo corrupto entre los corruptos es que Mazón, el tipo que llegó tarde a la DANA y siempre pone excusas, no aporta la factura de su comida con una periodista. Hasta la fabricación de relatos es corrupta.
Si una imputación llegase a afectar al presidente del Gobierno, ya sugieren la especie de que el Parlamento se negaría a conceder el suplicatorio
La cuestión cierta es que Pedro Sánchez aguanta en las encuestas. Así de sencillo. La corrupción, las cátedras ‘by the face’, los ‘softwares’ de cemento armado, los traficantes de influencias y mascarillas, los melómanos en Badajoz… todo deja de penalizar, todo se somatiza como un mal catarro y se justifica porque a fin de cuentas son de los nuestros. Todo se digiere con la naturalidad con la que el TC fabrica doctrinas para que lo que durante 45 años fue delito, ahora sea un mini-delito, un chanchullo de nada, una niñería. Y una fiscal te echa cianuro en el café, y aquí una amiga y allí unas risas. Porque ellos son la ley, y si no es suficiente la retorcemos, que es por una buena causa. La nuestra. Y cuando la conga del separatismo deja de ser rebelión, es sedición. Y cuando queda claro que es sedición, se deroga. Lo han demostrado. Y lo harán si se lo proponen con el tráfico de influencias, con la apropiación indebida, con la revelación de secretos. Porque borrar los límites, cancelar la ley, siempre es otro modo de corrupción.
La anestesia social frente a la corrupción, esta modorra latente y consentidora, es a menudo el primer síntoma de que las democracias dejan de cuidar de sí mismas. Rebajan el listón de su propia exigencia, relajan los mecanismos de control y prevención, y después niegan la evidencia de que se están pudriendo. Es el punto en el que la condescendencia con la corrupción se generaliza con resignación, y el colapso se convierte en algo cotidiano que sobrellevamos con la rutina del día a día.
El de 2025 apunta a ser un año más de dormidera en esta suerte de narcolepsia colectiva en la que todo pierde relevancia. Porque a fin de cuentas todo ha empezado a dar igual
Algunos crecieron a la política denunciando la corrupción. Hoy chapotean en ella con la impunidad como religión. Nadie convoca manifestaciones, ni caceroladas, ni escraches. La corrupción desaparece del discurso navideño del Rey, el presidente del Gobierno revela que le es indiferente gobernar sin presupuestos ni leyes, y el Consejo de Ministros se jacta de subidas masivas de impuestos mientras justifica la desaparición de pruebas en procesos penales. El de 2025 apunta a ser un año más de dormidera en esta suerte de narcolepsia colectiva en la que todo pierde relevancia y en la que optimismo y pesimismo son conceptos intercambiables. Porque a fin de cuentas todo ha empezado a dar igual. 2025 será un día más en la oficina. Y no será tanto el síntoma de una legislatura paralítica, sino el retrato inquietante de una sociedad que está dejando de tener el debido respeto por sí misma.
Clearco.
30/12/2024 01:21
Ese 30% que sostiene al amado líder no es que somatice la corrupción de "los nuestros", es que aspiran a miembros activos en "los nuestros". No asisten indiferentes, aplauden las cadenas que nos ponen a TODOS. Es el toque cainita español.
Bluesman
30/12/2024 09:12
Todo lo que ocurre es porque, en España, hay de todo de sobra, especialmente dinero. El día que los retoños de la chusma tengan hambre y no haya que comer, ya verá, Sr. Marín, lo poco que tarda en echarse a la calle a buscar culpables.
lepanto2012
30/12/2024 13:42
AL REY NO LE HA ESCANDALIZADO LA CORRUPCION SANCHISTA Y AL IBEX NAIOZ VASCO CATALAN ( SUS AMIGUETES) TAMPOCO, AMBAS INSTITUCIONES SIGUEN APOYANDO AL TIPEJO SANCHEZ Y AL SANCHISMO
mrgimanol
30/12/2024 14:07
Extraordinario artículo señor Marín, aunque espero y deseo que no acierte usted con lo de « 2025 apunta a ser un año más de dormidera » porque caminariamos sin solución hacia el suicidio como país.
theoperator
30/12/2024 14:41
A estas acertadas líneas, que probablemente muchos suscribimos, podríamos llamarlo un “grito al aire” de alerta, con la sana intención de sacudir espíritus anestesiados por la comodidad del “laissez faire” (el francés tiene expresiones muy acertadas en ocasiones), el “dejar que suceda” (no queda tan chic), pero es igual de vergonzante, si la vergüenza es algo que pudiéramos poner en valor. Si así fuera, habría que atesorarla, exhibirla y ponerla en contraste con los que nunca la tuvieron y que se vanaglorian de carecer de ella. Recojamos el grito y multipliquemos su eco para que no se asuma como normal el manto que nos extienden para cubrir lo que les interesa
Auraz
Usted si que está vendido; o vendido o desquiciado, no cabe otra opción.
Talleyrand
30/12/2024 14:55
Pedro Sanchez ya es Jordi Pujol El psoe es ya ciu España ya es Cataluña
josemanuel16348
30/12/2024 21:36
Tal es la impunidad, que veremos un Consejo de Ministros en El Soto del Real y tan tranquilos.... Que siga la fiesta.
Bambarlos
31/12/2024 10:04
Señor Marín: Ahora que estrena cargo, le ruego encarecidamente vigile la calidad de los textos publicados. Están plagados de erratas, faltas de ortografía y palabras cuyo significado desconocen los autores, lo cual dice bien poco de su profesión. Observo que los autores han tomado la costumbre de no revisar sus textos antes de publicar. Con respeto y cariño.
José Alejandro Vara
El recurso a Europa es una superstición infantil. Como creer en los Reyes Magos. Sólo ayudan al que está en el poder. O sea, a Sánchez.
kjlm10
31/12/2024 14:30
La democracia que anhelamos para hacer España un espacio de libertad, igual y justicia ha sido un fiasco total. El PSOE, Sánchez y su banda han okupado el poder y han puesto 'aquella mal llamada democracia' al servicio de sus intereses y sus patrimonios. Dentro de 50 años sus herederos tendrán problemas para ocultar que si está vez fallo fue por culpa del PSOE, Sánchez y su banda. La progresía secesio-comunista nos roba el futuro en paz y libertad.
joluisma
Son otros que nos están "invadiendo" poco a poco, en éste caso, "ganando terrenos al mar españoles"