Opinión

El odio de un animal

Para ser realistas, en este caso como en los anteriores comentados, ha ganado el ruido que han hecho los medios

  • José Bretón, el asesino

Este lunes nos despertamos con la noticia de que, por suerte, no vamos a encontrar en las librerías El Odio, en el que José Bretón confiesa que asesinó a sus hijos de 6 y 2 años. También sabemos que se va a hacer justicia con los que lincharon a un joven, y compañero con parálisis cerebral, en el Instituto Leonardo Torres Quevedo de Santander y con la incertidumbre, ya instalada desde el covid en nuestras vidas, centrada en la posibilidad de una guerra y hablando de lo que vamos a incluir en nuestro kit de supervivencia tras el anuncio de una comisaria europea.

Son conversaciones habituales, en la sala de espera del médico, en la cola del super, en el teatro previa al inicio de la función, se habla de las provisiones a tener en casa frente a cualquier eventualidad para subsistir 72 horas. De si 5 o 20 garrafas de agua, de que el arroz o la pasta no sirve en caso que no se pueda cocinar, pero sí las legumbres ya cocidas, etc. Queramos o no el anuncio alarma, la potencia de los medios es tal que moviliza a cualquiera. Cabe por ello reclamar responsabilidad a quienes hacen esos avisos y luego a los medios encargados de difundirlos. El papel de los medios ha jugado siempre un papel clave.. Esperemos que Europa sí tenga kit de supervivencia para todos, porque también debe tenerlo. Mientras le damos vueltas a lo del kit de supervivencia ante el odio de las guerras, seguimos instalados en el odio, el odio que debe ser visibilizado para luchar contra él.

Los padres de los agresores deberían sentir vergüenza sabiéndose responsables de la educación de sus hijos. ¿Qué habrán vivido o no vivido en casa esos jóvenes para ser tan crueles con un compañero?

Gracias a los medios, a que la madre lo hizo público, la fiscalía también ha tomado cartas en el asunto del joven con parálisis celebrar que recibió ataques físicos y verbales por parte de algunos de sus compañeros de instituto. Triste que el Instituto Quevedo sólo haya reaccionado con la expulsión de los agresores y con la separación al agredido de la clase. Y lo hizo cuando saltó el asunto a los medios. Siempre apartando a la víctima, al agredido no a los agresores, a los generadores de odio. Los padres de los agresores deberían sentir vergüenza sabiéndose responsables de la educación de sus hijos. ¿Qué habrán vivido o no vivido en casa esos jóvenes para ser tan crueles con un compañero? ¿Qué tipo de límites o de amor y respeto les faltó en sus casas? ¿Para cuando los adultos, los padres, van a asumir la responsabilidad de que son los arquitectos de las vidas de nuestros hijos?

Quizás, si supiéramos de la responsabilidad infinita que tenemos los padres en la educación de nuestros hijos, podríamos conseguir tener una sociedad mejor. Porque todo empieza en casa, también hechos aberrantes como el odio del animal José Bretón y que, gracias también a la alarma generada en los medios, junto con la actuación de la Fiscalía, Anagrama ha decidido no distribuir el libro con él y su caso como protagonista. Hacía falta nuevamente el ruido de los medios, mientras el odio se ceba en silencio con los débiles, con los indefensos como el pequeño Jose y la pequeña Ruth. Quizás la vida de la madre, de los niños asesinados, vende menos que la del asesino que confiesa en el libro su autoria, porque no olvidemos que, aunque en todo esto cabe la libertad de expresión, de creación, estamos hablando de un puro negocio.

Orden de alejamiento

El libro lo tienen apilado en cientos de cajas y no lo van a distribuir de momento, dicen que prima el apoyo y la empatía por la madre, un apoyo y empatía que en los tres años en los que se ha gestado el libro no se tuvo jamás en cuenta. Para ser realistas, en este caso como en los anteriores comentados, ha ganado el ruido que han hecho los medios. Sólo lleva 14 años en prisión el padre que asesinó a sus hijos, su pena era de 40 años pero se vio rebajada a 25 por lo que, en poco más de una década,  Bretón volverá a pisar la calle, no tendrá hijos a los que asesinar, tampoco debería tener tierra por la que pisar. Por mucha orden de alejamiento que persista de por vida con la madre de los menores, saberle cerca y fuera de prisión va a suponer un calvario.

El Odio podría nacer, en memoria de los menores, cuando no se haga más daño a la madre. José Bretón no merece más líneas que las de las crónicas periodísticas que en su día, en 2011, informaron de lo sucedido, detallaron el juicio y dieron conocimiento del veredicto. ¿Quién querrá tener por vecino a José Bretón cuando salga de prisión? Quizás será entonces el momento de distribuir el libro de Anagrama.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli
SMI, otra chapuza injusta
¿Ahora Junts sí va a abandonar a Sánchez?