La destrucción de oferta producida por las restricciones para combatir la persistente pandemia, las acciones industriales para sustituir a China como proveedor, las cargas fiscales verdes adicionales para ponerse morado de la delirante agenda 2030, la guerra económica a Rusia, un proveedor insustituible de materias primas agrícolas e industriales que está llevando a una desconexión del dólar y el euro, más las políticas de estímulo fiscal y monetario para disparar la demanda, han creado el caldo de cultivo ideal para una tormenta perfecta: la espiral inflacionaria, clara en Estados Unidos pero que en Europa solo está en sus inicios, un flagelo que comenzó antes de la guerra en Ucrania.
La solución a tal destrucción de oferta comienza, por supuesto, desandando el mal camino recorrido, pero ahí es cuando nos topamos con una generación de sociópatas en los gobiernos gastando a lo loco y generando una gigantesca deuda pública para enriquecer a sus lobbies, siendo el "nuestro" un caso paradigmático como vimos en los tejemanejes del aprovisionamiento sanitario para la pandemia.
Como medida inicial, con muchísimo retraso, salvo en el caso del Banco de Inglaterra que ha sido algo menor, llega la eliminación de las expansiones monetarias y el inicio de las subidas de tipos, apareciendo por fin la FED, el banco central estadounidense, con un incremento homeopático, del 0,25% al 0,5%, un pellizquito de monja para una inflación cercana al 7% anual; mientras, el BCE procrastinando.
Con esos malos mimbres es normal que los estudiosos de las espirales inflacionarias se pregunten por el próximo crack bursátil, ya que en las últimas subidas de tipos fue justo lo que ocurrió; incluso en 2018, cuando el intrusista (es politólogo) de Powell se puso duro con Trump y ahora, en año electoral, retrasa lo inevitable. Ante esto, lo primero que habría que decir es que para que ocurra un crack bursátil se tiene que dar un cambio radical de expectativas, normalmente sobre un mercado financiero sobrevalorado, con lo que hoy comenzaremos por ver dicha sobrevaloración para luego explorar el posible efecto bursátil de las subidas de tipos de interés y el cambio de expectativas.
Márgenes y beneficios
Antes de predecir un crack, lo primero es "hacerse antes los números", ver los fundamentos empresariales y, ahora que disponemos de datos sólidos de 499 de las 500 empresas del S&P500, podemos ver cómo cerraron sus márgenes operativos por trimestre en 2021 (siguiente gráfica) y el dato sigue siendo bueno.
Con los procesos inflacionarios siempre pasa lo mismo, al principio hay un "subidón", que hace pensar que lo que ocurre es bueno, y luego, cuando se padecen los efectos de vuelta (aún no se reflejan del todo en la gráfica), con la destrucción de los márgenes, se ve lo dañino que es una espiral inflacionaria, que no lo es solo para la bolsa, donde se pierde, como vimos al tratar los índices europeos, hasta casi un 70% de su valor real, sino también para grandes colectivos de la población, que luego suelen tardar casi dos décadas en recuperarse. Eso es sabido, se comprobó entre 1968-1985 y en distintos momentos en Latinoamérica, hoy en Turquía, etc.; así que cuidado con los sociópatas.
Por otro lado, una cosa es el margen operativo (beneficios en las operaciones respecto a las ventas en porcentaje), otra el beneficio total y otra el beneficio por acción pues, como sabemos, las empresas reducen el número de acciones vía "recompras" para mejorar el beneficio por acción. Los últimos datos no solo siguen siendo buenos (siguiente gráfica), sino que continúan mejorando, de forma que por esta causa (beneficios por acción) no habrá crack bursátil, tiene que ocurrir algo más.
Beneficios y expectativas
Una de las formas de valorar un índice es por la relación entre Precios y Beneficios (Ratio PER, siguiente grafica), ratio que también nos dice los años que tardaría en pagarse una acción con los beneficios; a menor riesgo se aceptan más años y, a más riego, menos años. Desde el año 2000 la media ha sido de casi 21 (línea punteada) y, desde que hay datos útiles (1871), cerca de 15; a cierre de 2021 estaba en 23,6 y con tendencia a la baja, que se habrá acentuado con la corrección del primer trimestre. Tenemos pues un índice "caro" cuya sobrevaloración está moderándose.
También hay que decir que parte de dichos beneficios incluyen ganancias de valor de las acciones de empresas participadas, con lo que hay un proceso intrínseco de inflado (y desinflado); adicionalmente, cuando la FED reduce tipos, además de saquear a los ahorradores para enriquecer a los deudores, induce a buscar beneficios tomando mayores riesgos e infla los activos (inmuebles, inventarios, capital fijo, commodities, el despilfarro público, etc.) y, al subirlos, el riesgo por corrección de esos privilegiados de "lo público" puede producir un crack bursátil por un pánico en liquidación de activos.
Riesgo y rentabilidad
Cuando comparamos los tipos de interés a largo plazo libres de riesgo (bono a diez años; T10 siguiente gráfica, línea azul) con la rentabilidad total del índice (línea negra; solo por dividendos, línea roja), se encuentran cosas muy interesantes, de las que, por espacio, solo citaré tres subidas de tipos destacadas: la primera (caso1), en 1967 (primera línea punteada roja) empieza una subida seria de tipos para combatir la espiral inflacionaria, superando la rentabilidad del índice (comienza mercado secular bajista), una escalada de tipos que no para hasta que Volcker vence la espiral (1981); la segunda (caso2), la subida de tipos previa al 2000 (segunda línea vertical roja punteada) donde el crack fue más por la supervaloración punto.com (PER a 34; Terra, etc.); y la tercera (caso3), la subida previa a 2008, que reventó los activos tóxicos e hizo caer varios bancos, produciendo el anterior crack (PER entre 17 y 21), coincidió con la casi igualación de la rentabilidad del bono libre de riesgo con la rentabilidad del índice y que hoy, si se dan las previsiones de subidas de Goldman Sachs, podría volver a ocurrir hacia julio-septiembre de este año.
Hay un cuarto caso, que fue la absurda contracción de liquidez y subida de tipos que hizo el amateur de Powell, que casi produjo un crack (PER= 22,3) y que vimos en detalle en "El 'repocalipsis' y la próxima crisis financiera", artículo que hay que tener muy en cuenta pues entramos en varios asuntos de interés (riego bancario, etc.) que no repetiremos y solo recordaré que Powell ha promovido la "banca progresista". La diferencia en esta ocasión con 2018 es que la FED no contrae liquidez, de momento.
Los casos 2 y 3 son fáciles de ver y recordar, pero el caso 1 es más complejo, pues se trata de una lucha prolongada contra una espiral inflacionaria que, como dije, no solo empobrece a los accionistas. Al estudiar ese fenómeno (lo repasamos recientemente) se ve que, hasta que no se detiene la espiral y cambian las expectativas de inflación, la bolsa pierde valor real; fue lo que ocurrió de 1966 a 1982 (siguiente gráfica) y entre 1906 y 1921.
La situación actual tiene el agravante conocido de esa monstruosidad que es el Gobierno Federal estadounidense, fruto del orden impuesto por Roosevelt que, desde entonces, no ha dejado de crecer y que, junto con el Establishment actual, han generado una deuda pública record, asunto que estudiamos en la serie sobre "Deuda Pública y Pobreza de las naciones". Hay quien cree que no subirán tipos por la deuda pública, pero es que si no paran la espiral inflacionaria lo que sigue es la hiperinflación (caso turco), el fin del dólar y de la Pax Americana (ni nueva ni vieja), del euro, etc., es decir, un desastre sin paliativos, no tendremos nada y seremos unos infelices miserables; así que a estos sociópatas no les queda otra: subirán los tipos, pero retrasarán el ajuste fiscal.
El detonante político
Así las cosas, lo determinante no es solo la subida de tipos, sino el horizonte de que no puedan vencer rápidamente la espiral inflacionaria y, ante la posibilidad de más de una década de pérdida de valor real del patrimonio bursátil - cosa que saben los buenos jefes de estrategia bursátil estadounidenses - es de esperar una salida despavorida de la bolsa, más apertura de posiciones cortas, etc. La parte buena de ese crack bursátil sería que la correspondiente recesión ayudaría a vencer la espiral inflacionaria, recesión que llegaría a una economía que ya tenía unas perspectivas de crecimiento mediocres.
Ese es, salvo imponderables (más pandemias, guerras, etc.), el que creo sería el detonante de un cambio radical de expectativas de riesgo, que los inversores no crean que se vencerá rápido la espiral inflacionaria, todo dicho, como siempre, con la correspondiente reserva legal, claro. Suerte con sus inversiones.