Opinión

El 'espacio Yolanda' se come al PSOE

El último espectáculo de Pedro Sánchez, con los Servicios Inteligencia del Estado sometidos a un ridículo inaceptable, y convertidos en no fiables para los aliados, enciende todas las alarmas

  • La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. -

No ha sido Pedro Sánchez el único que ha dado relieve a lo que él llama “espacio de Yolanda Díaz”. Eduardo Madina ha confesado que, a él y a muchos socialistas, les cae bien la candidata de UP. Otros, como el ex presidente autonómico José María Barreda, confiesan que Yolanda “no desentonaría en el PSOE”; ella y su visión comunista del mundo, se entiende.

El propio Iglesias, instruido como Díaz en las juventudes comunistas, pone las cosas en su sitio. Sentencia: “Todos tenemos que ser una piña , puede ser la presidenta. Su liderazgo es mejor que el de Anguita y el mío”. No se hable más. A socialistas y comunistas les une Yolanda. Pero, ¿de quién hablamos?

El ideario político de la dirigente del Partido Comunista no es original, sigue un guion con referencias internacionales conocidas. Quienes desde el PSOE se ponen a sus pies no deberían ignorar que, como el nuevo presidente de Chile Gabriel Boric, se ajusta a las prácticas políticas de la ultraizquierda de trazabilidad marxista. La experiencia chilena liderada por los comunistas es un espejo perfecto para el “espacio Yolanda”.

En un mes, los chilenos descubrieron el abismo al que les llevan los camaradas de la líder mejor valorada de la izquierda española. En cuatro semanas la aprobación pública del activista Boric pasó del 50% al 36%, el rechazo desde el 20% a más del 50%, y sigue en caída libre. Han detectado qué riesgos suponen estos “revolucionarios”, incluida una tendencia enfermiza al nepotismo, practicado desde el primer día de gobierno.

Muchos investigadores han demostrado cómo, en la comparación entre países, no son más desarrollados y equitativos los que citan más derechos en sus constituciones. Un ejemplo: la Constitución de Venezuela recoge 82, la de Dinamarca, “solo” 21.

Y, aunque, según el peronista Errejón, en la patria de Maduro “se come tres veces al día”, todos los rankings internacionales les desenmascaran: sus ideas contra el libre mercado conducen a la ruina

Les alarma una nueva Constitución chilena en redacción con la que se quieren experimentar “cambios profundos”, que así denominan ahora a “la revolución”. Son testigos de la liquidación de valores esenciales de la democracia liberal, con despropósitos como la plurinacionalidad y la creación de un sistema de Justicia que atenta contra la división de poderes. O una enumeración inagotable de derechos, entendidos como actos de fe, retórica para enmascarar los desastres sociales que provocan sus políticas.

Muchos investigadores han demostrado cómo, en la comparación entre países, no son más desarrollados y equitativos los que citan más derechos en sus constituciones. Un ejemplo: la Constitución de Venezuela recoge 82, la de Dinamarca, “solo” 21. Y, aunque, según el peronista Errejón, en la patria de Maduro “se come tres veces al día”, todos los rankings internacionales les desenmascaran: sus ideas contra el libre mercado conducen a la ruina.

Los comunistas españoles, Alberto Garzón incluido, cuando sentencian en sus documentos que la Constitución del 78 es “papel mojado”, están pensando en eso, en una oportunidad constituyente para abrumarnos con retórica revolucionaria. Como sus camaradas chilenos, hacen todo lo posible por provocar ruina con falacias soviéticas. Y a los del PSOE les caen bien.

Entre esas “ideas” del desastre, destaca la de la cantidad fija de trabajo. Los del “espacio Yolanda”, dirigentes de UGT y CCOO incluidos -¡qué fracaso su 1 de Mayo!-, entienden las políticas laborales como reparto del empleo. Sobre su creación y sobre productividad, no les preguntes. Nos condenan a liderar eternamente el mayor desastre laboral de la OCDE. Pero siempre encontrarán trucos como cambiar nombres y llamar fijo discontinuo al trabajo temporal. O retóricas: “vamos a modificar el Estatuto de los Trabajadores”.

Entre las obsesiones de estos activistas educados en la universidad del comunismo, destaca su ataque constante al derecho de propiedad, su bestia negra, que tantos desastres provoca. Con el proyecto de ley de vivienda de Yolanda Díaz, presentado como el “camino a un nuevo país”, disponemos de un ejemplo de libro sobre una de las falacias comunistoides más peligrosas.

Si los chilenos ya se arrepienten de haber confiado su futuro a pirómanos, los franceses se han curado en salud. Votaron masivamente por un presidente que no despierta pasiones, pero transmite seguridad

Sergio Nasarre, Catedrático de derecho civil y director de la cátedra Unesco de Vivienda, en un estudio publicado por Fedea, demuestra que se trata de un despropósito impropio de una economía de la UE. “Cambia la naturaleza de la propiedad de la vivienda y el contenido esencial de este derecho”, escribe. Un atentado jurídico, con difícil encaje constitucional, que traslada a los inversores una imagen internacional de economía poco fiable. En esas andamos.

Otros se mueven. Si los chilenos ya se arrepienten de haber confiado su futuro a pirómanos, los franceses se han curado en salud. Votaron masivamente por un presidente que no despierta pasiones, pero transmite seguridad. Como declaró recientemente el filósofo Guy Sorman a un medio chileno precisamente, los electores no aman a Emmanuel Macron, pero le respetan. Y los resultados lo demuestran; con su victoria sobre extrema derecha y extrema izquierda, libra a franceses y europeos de episodios como la victoria de Trump o el Brexit.

En España, el último espectáculo de Pedro Sánchez, con los Servicios Inteligencia del Estado sometidos a un ridículo inaceptable, y convertidos en no fiables para los aliados, enciende todas las alarmas. Se demuestra lo que no se quiere reconocer, que el Partido Socialista no tiene un programa de gobierno, que seguir en el poder es todo, llevándose el país por delante. ¿Los Bono, Borrell, Robles? Aquietados, se han acostumbrado a los escupitajos independentistas.

La anotomía del sanchismo es más simple que la de una ameba; su razón de ser es hoy servir de muleta a extrema izquierda e independentistas. Como una boa, el “espacio Yolanda” les va engullendo, con el mismo método de Melénchon y Tsipras, en Francia y Grecia. Así muere el PSOE, tan desconectado de la realidad que es ya irrelevante.

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