Hay muchas razones para defender la reducción del aparato estatal. Algunas entrarían dentro de las que defiende el liberalismo clásico: el Estado tiene una serie de funciones que les son propias y exclusivas y son a las que debe circunscribirse. Otras tendrían que ver más con una concepción más acorde con los tiempos y la realidad actual. Entre estas últimas está la sostenibilidad del mismo que no se conjuga mal con las anteriores. Así, el Estado no puede convertirse en un proveedor universal de servicios de todo tipo para casi toda la población sin poner en peligro su viabilidad financiera o, al menos, las funciones que le son propias y exclusivas, y tan necesarias para asegurar la exacción fiscal que permite la prestación de los servicios de bienestar con calidad.
Hay más razones. Algunas hablan de la ineficiencia del sector público para prestar determinados servicios de manera satisfactoria, precisamente porque no constituyen su “objeto social” o “core business”, y otras de la pérdida de riqueza para el conjunto social que se deriva de la fuerte carga impositiva que supone la concepción amplísima sobre lo que el Estado debe hacer.
Seguro que me dejo más puntos de vista por los que el Estado debe reducirse. Especialmente, todos aquellos que tienen que ver con la autonomía individual tan amenazada por el Estado moderno, tan elefantiásico e intervencionista en todos los órdenes de la vida.
La victoria generaría, además, el efecto no deseado de que una parte de la población del vencedor no disfrutase de los beneficios de la victoria, lo que crearía un malestar incluso entre los leales
En cualquier caso, a mí, llegados a este punto, me parece que la razón más importante para preconizar la reducción del Estado tiene que ver con la política en su concepción más a ras de suelo. La política es la guerra por otros medios, si le damos la vuelta a la frase de Clausewitz.
Uno de los fines tradicionales de la guerra ha sido la conquista del botín y el sometimiento de la población del vencido para reducirlo a la esclavitud o a la servidumbre. Las elecciones generales permitirían en la situación actual, de manera menos cruenta que en la guerra, ambos objetivos. La victoria generaría, además, el efecto no deseado de que una parte de la población del vencedor no disfrutase de los beneficios de la victoria, lo que crearía un malestar incluso entre los leales. Lo que, antes o después, exige una nueva guerra, bien de esperanza contra los otros, bien civil contra los propios.
El proceso electoral se convierte, por lo tanto, en una suerte de guerra donde la lógica de las alianzas admite sólo dos grandes caudillos. A cada uno de ellos se les suma un ejército propio y algunos ajenos, orgullosos de sus caudillos menores, en unos casos, o meramente mercenarios, en otros. El fin del proceso electoral es capturar el botín que supone la conquista del Estado.
Si los individuos no se sintieran esperanzados por la victoria o amenazados por la derrota en sus vidas ordinarias, los procesos electorales no se vivirían con la intensidad que se viven
Por eso preconizo la reducción del botín de guerra político, del Estado, como modo de reducir, a su vez, los incentivos perversos que los necesarios cambios del gobernante por métodos no cruentos (ese es uno de los fines de la Democracia) crean. La importancia de la política en nuestras vidas y en nuestros estados de ánimo sería de este modo menor. Si los individuos no se sintieran esperanzados por la victoria o amenazados por la derrota en sus vidas ordinarias, los procesos electorales no se vivirían con la intensidad que se viven, ni consumirían las energías sociales que consumen. Esas energías se podrían dedicar a la industria y al comercio, que serán menos épicos, pero aseguran mucho mejor una vida buena, en el sentido más clásico del término.
Ahora bien, si seguimos incrementando el botín tanto como hemos hecho, no podemos esperar comportamientos menos agresivos y más morales de nuestros líderes políticos, de las huestes que los acompañan y de las poblaciones que los soportan. La guerra siempre parece a las masas una manera más fácil y rápida para obtener el sustento.
La amenaza de la independencia se ha convertido en una suerte de botón nuclear que nadie aprieta por temor a sus desconocidas consecuencias
La reducción del botín, debiera llevar, además, una desconcentración del mismo lo que, en España, por otro lado, siempre podría aligerar el problema de la llamada cuestión nacional. Los llamados independentistas no se comportan en España como tales, pese a lo que pueda parecer. La amenaza de la independencia se ha convertido en una suerte de botón nuclear que nadie aprieta por temor a sus desconocidas consecuencias, pero con el que se amenaza poniendo cara de loco. Nuestros independentistas tienen siempre la vista puesta en el botín de Madrid, además de en el propio, y pudiendo obtener los dos, no renuncian a ninguno. Una definición clara de lo que forma parte de cada botín nos quitaría muchos problemas.
La política es necesaria y, por ello, importante aunque nos pese. No cabe duda. Es una actividad de minorías que, como la guerra, arrastra al conjunto de la población. Sin embargo, como todas las actividades requiere una correcta definición de cuanto y qué está en juego. No puede ser que la respuesta a ambas preguntas, cuánto y qué, sea todo.
Karl
Resumiendo a Gustave de Molinari (1819-1912): Los partidos políticos son ejércitos entrenados para conseguir el poder; Su método es alcanzar un número de seguidores que garantice una mayoría electoral. A los electores se les promete para ello tal o cual participación en los beneficios que seguirán al éxito, pero tales promesas —generalmente un "carguito" o un privilegio— sólo pueden ser satisfechas mediante la multiplicación de «poltronas» y/o mayores impuestos. A un político no le importa que el resultado sea un aumento de impuestos o deudas. La incesante competencia bajo la cual trabajan, primero en sus esfuerzos por asegurar el cargo, y luego para mantener su posición, los obliga a hacer del interés partidario su único cuidado, y no están en posición de considerar si este interés personal e inmediato está en armonía con el bien general y permanente de la nación.
Karl
Si el Estado es incapaz de producir bienes y prestar servicios de calidad, ¿Por qué se le considera capaz producir Leyes y prestar Justicia de calidad? "Producir leyes no es un problema más fácil que producir automóviles o alimentos. [.. S]i el gobierno es incompetente para producir automóviles o alimentos, ¿por qué espera que haga un buen trabajo en la creación del sistema legal dentro del cual usted producirá los automóviles y la comida?" ~David Friedman https://youtu.be/S4CcannofnY
Karl
"Mientras el Estado siga haciendo del robo un privilegio legalizado, la pelea por ese priviliegio continuará." ~Albert Jay Nock
Karl
Mientras el Estado siga haciendo del robo un privilegio legalizado, la pelea por ese priviliegio continuará. __ "As long as the State makes the seizure of wealth a matter of legalised privilege, so long will the squabble for that privilege go on." ~Albert Jay Nock
Karl
En la medida en que se le da al Estado poder para hacer cosas por usted (e.g. sanidad), se le da poder para hacerle cosas a usted (e.g. recaudar impuestos); Invariablemente, el Estado hace lo mínimo de lo primero (e.g. listas de espera en sanidad), y lo máximo de lo segundo (e.g. abusos recaudatorios). ___ "[T]he elementary truth which was so clear to the mind of Mr. Jefferson, that in proportion as you give the State power to do things for you, you give it power to do things to you; and that the State invariably makes as little as it can of the one power, and as much as it can of the other." ~Albert Jay Nock
Wesly
Totalmente de acuerdo, Sr. Manso, hay que reducir el tamaño del Estado para hacerlo más eficiente, más barato y menos intervencionista. El problema es cómo se convence a los votantes de esta necesidad, votantes que se tragan sin pestañear que la sanidad y la educación públicas son incuestionables y que merecen ser el destino de los impuestos que nos extraen legalmente. A mi entender, habría que razonar desde posiciones básicas, fácilmente entendibles. Un argumento contundente, desde mi punto de vista, es la afirmación con la que todos deberíamos estar de acuerdo: el Estado no ha de permitir los privilegios, al contrario, debería combatirlos. A partir de esta premisa básica, habría que ir identificando todos los privilegios que el Estado nos obliga a pagar e ir justificando su eliminación o reducción drástica. Por ejemplo, los funcionarios, no ha de permitirse que tengan más privilegios que los empresarios y trabajadores sujetos a la competencia (que son los que les pagan los abultados sueldos y los escandalosos privilegios). Y así igual con los políticos, con los liberados sindicales y con todo tipo de grupos subvencionados con dinero público. Eliminando privilegios, igualando a todos los grupos sociales con quienes se buscan la vida para comer se puede reducir y hacer eficiente al Estado. También se puede justificar razonadamente que hay que ayudar a la gente, de acuerdo, pero hay que ayudarla a ser autosuficientes, a no tener que exigir que sean los demás quienes les resuelvan los problemas. Son sus problemas y los han de resolver ellos, con la ayuda limitada y temporal de los demás. No es aceptable que existan personas a las que se les reconozca el privilegio de vivir indefinidamente a costa de los demás, a menos que sean discapacitados.
Pepepelotas
Deje de decir estupideces, si gana Sanchez va a necesitar a toda la jungla de comunistas de extrema izquierda, separatistas y terroristas como los ha necesitado en esta legislatura y eso la mayoría de los españoles no lo queremos, este será el palo que se va a llevar Sanchez.
Sargento Atanasio
Efectivamente hay que reducirlo y que su funcionamiento ,sea lo más eficiente posible .No puede ser que haya un gasto en sueldos públicos que se vaya acercando a los 150.000 millones al año , y la cantidad de duplicidades y gastos superfluos que hay , ya que llevan desde el año 2016 ( último año que se hizo una auditoría sobre esta cuestión ) sin siquiera analizar estas problemáticas .
Canela
Qué maravilla poder leer a Rubén Manso, una de las ventajas de que haya dejado la política.
vallecas
Pero antes de todo esto D. Rubén, algo más sencillo. Usted se sube a un barco y ve a otro pasajero con un taladrador de grandes dimensiones y al preguntarle que va a hacer en él le dice abiertamente que es para taladrar el casco cuando estén en altamar. Hay que decir basta. Ya está bien. Si en Cataluña y en Euskadi el 80% son anti-españoles, tenemos que echarlos inmediatamente. España para lo que quieran ser Españoles o quieran vivir con respeto en España. Cataluña y Euskadi fuera de España ¡¡YA¡¡
jomeca
Hablando de apelar al voto del ciudadano que sabe lo que quiere y al voto de calidad (no a la mugrez de la ínclita en Extremadura), le reproduzco mi comentario (le pido disculpas porque es un copia y pega de un comentario mío en otro medio y porque ya me canso de repetir lo mismo): Independientemente del contenido del acuerdo, que es a posteriori del hecho acaecido con la individua que quedó total y absolutamente deslegitimada y desautorizada y que Vox no tuvo que pasar por ese aro, poniéndola como línea roja. Con ello el PP se hubiera tenido que retratar. O la cesaba (motivos sobrados había) o entregaba el gobierno a Vara. A mí, como votante de Vox, me importa un bledo el acuerdo bajo esta individua, no así un acuerdo con otra persona del PP. Lo de esta individua fue, políticamente hablando, muy grave y que, dirigido a MILLONES de votantes y simpatizantes de Vox, no tenía que haberse admitido bajo ningún concepto. Cabe recordar que las palabras de esta individua fueron dirigidas a Vox como partido nacional y no a los votantes de Vox-Extremadura (hubiese dado lo mismo). Por lo tanto, para mí, Vox ha vuelto a quedar de tonto útil ante el PP. Mañana se ciscarán en el partido nuevamente, en Aragón o donde proceda, y Abascal (y su representante autonómico) se volverán a bajar los pantalones poniéndose hacia el norte y lo que es peor, si has pasado por el aro en un sitio ¿no vas a pasar por el resto? Habrá perdido toda la argumentación y las razones para oponerse. Eso sí, en la prensa dirá: "el pacto de Baleares no servirá de ninguna manera para Extremadura, Murcia o Aragón" (declaraciones de Abascal en toda la prensa de ayer). Pues ya ha perdido un votante en mi persona. Y añado (esto ya no es copia y pega), si queremos partidos, política y políticos de calidad y por lo tanto votos de calidad que saben lo que quieren, hay que empezar por no admitir este tipo de cosas que no hacen otra cosa que ensuciar, deslegitimar la política y a los políticos y lo más grave, insultar y tomarnos como tontos a los ciudadanos y lo más grave, admitirlo los propios partidos sin tomar medidas. Muchos celebran llegar a un acuerdo a costa de todo esto (y mucho más, incluso tapándose la nariz) porque siguen viendo la política como un partido de fútbol. Energúmenos muchísimos de ellos en que lo importante es ganar y si puede ser con alguna chapuza, insulto no importa porque ha ganado mi equipo ¿Esa es la calidad? Pues nada, a celebrarlo… y hasta el siguiente insulto.