Traducir las intervenciones en euskera, catalán y gallego durante las sesiones parlamentarias de la Cámara Baja va a costar del orden de 750.000 euros. Es como si un sintecho se encendiera puros con billetes de 50 euros. ¿Qué beneficios conlleva el uso de lenguas autonómicas? ¿Nos entendemos mejor? ¡No…! Se añade una traba más al entendimiento. El español ofrece más posibilidades para la comunicación y es conocido por todos los diputados autonómicos incluso mejor que la lengua autonómica. ¿Qué los oyentes aprecien! ¡No…! Todo lo contrario, crean un clima entre la chanza y la risa que no disimula un inevitable rechazo de la mayoría. ¿Facilitar la libertad de expresión en lengua propia? La lengua propia de todos los españoles es el español, y algunos españoles tienen además como propia una lengua autonómica. ¿Tocar las narices? Es una manera de afianzar la identidad para dardear un mensaje permanente: “Nos queremos independizar y aquí estamos para recordarlo.”
Que no van a ganar más aprecio del que ya tienen, es evidente. Al contrario, sus intervenciones incrementan el rechazo hacia quienes, teniendo una lengua común para el entendimiento, prefieren el uso de otra. No promocionan la lengua autonómica, pues produce al menos desconcierto el oír hablar a alguien que podría hacerlo de manera más comprensible, y tampoco facilita el bienestar que exige toda convivencia.
La lingüística cognitiva desveló que un idioma puede dar forma a nuestra manera de interpretar el mundo, a incitar a sus hablantes a prestar atención a ciertas características del entorno diferentes de las que se observarían desde otro. Y eso es un bien que caracteriza a todas las lenguas, salvo a las que no tienen existencia en solitario porque carecen de hablantes monolingües, es decir, locutores que usan dos lenguas y pueden pensar con las dos en su vida diaria, la materna y la complementaria. Es el caso del catalán, del valenciano (que acaba de liberarse de la tiranía) del gallego y del vasco.
¿Qué ocurre en Europa?
Los parlamentos europeos son monolingües. Las lenguas regionales, entre ellas el catalán y el vasco, no están representadas en París; ni el napolitano y el siciliano en Roma; ni el galés y el escocés en Londres, ni el sorabo y el frisón en Berlín, ni el tártaro y el carelio en Moscú, ni el mirandés en Lisboa, ni el casubio en Varsovia, ni el romanche en Berna, ni ninguna otra lengua regional en ningún otro parlamento.
Creen algunos, erróneamente, que la situación de España puede compararse con la de Suiza, pero no es así. Los germanófonos, francófonos e italianófonos de Suiza son monolingües, cubren su día a día con su lengua materna y ninguna más. Allí el alemán, francés e italiano necesitan ser oficiales, y por eso cuentan con un equipo de intérpretes internos que se encargan de traducir las sesiones en tiempo real. La cuarta lengua oficial de Suiza, el romanche, no cubre suficientemente las necesidades de comunicación porque sus hablantes lo son también de alemán, por eso no necesita ser lengua parlamentaria. Se impone la lógica.
Los parlamentos del mundo son, mayoritariamente, monolingües. El que parece más complejo es el de la India que cuenta con 23 idiomas oficiales, uno de ellos el inglés. Como el chovinismo local no tiene adeptos, prima el entendimiento. Poco a poco gana espacios la lengua más útil sin que nadie se descomponga. Se puede decir que toda la población de ese enorme país habla inglés en distintos niveles de destreza. Es el idioma del gobierno, de los medios de comunicación, de la educación y de la clase social alta, del Tribunal Supremo, de los Tribunales de alta instancia y de la información escrita complementaria del resto de las lenguas. La finalidad es muy lógica, entenderse.
Perú debatió la posibilidad de llevar al parlamento el quechua y el aimara, que cuentan con reconocimiento oficial a pesar de que la nación habla 47 lenguas más cuyos hablantes conocen también el español. La razón se impuso y no se añadieron. Mucho mejor entenderse que enmarañar.
La variedad de pobladores que han pasado por el territorio de Sudáfrica justifica el multilingüismo. Resultado de esa historia turbulenta es el reconocimiento oficial de once lenguas: afrikáans, zulú, inglés, xhosa, setsuana, sesoto, sotho, songa, venda, suazí y sindebele. El protocolo proporciona constantemente interpretación simultánea para los once idiomas. Pero lo que realmente se vive es una razonable tendencia a la unificación con el inglés, que es lo que siempre sucedió en la historia cuando los pueblos que conviven no pueden entenderse. La mayoría de los parlamentarios ya lo conocen, y cada vez es más frecuente en los usos populares.
Los parlamentarios que tienen como lengua materna al danés, finés, irlandés, neerlandés, sueco o maltés también tienen el inglés como lengua propia
El mayor número de lenguas oficiales, 24, se concentra en el Parlamento Europeo, que exige 552 traductores simultáneos, que son las combinaciones posibles. El respeto a las lenguas oficiales de los países que se han ido incorporando exigía que fuera así. El multilingüismo europeo, sin embargo, es mucho más moderado de lo que parece porque cuando se practica la convivencia, los humanos tendemos a entendernos, y eso exige que se imponga una lengua frente a las otras. Los parlamentarios que tienen como lengua materna al danés, finés, irlandés, neerlandés, sueco o maltés también tienen el inglés como lengua propia. Les sucede como a los hablantes de catalán, gallego y vasco, para quienes el español es, igualmente, lengua propia. El alemán no lo necesitaría, pero la anglofonía de los alemanes es un hecho comprobable. Los parlamentarios que tienen al polaco, búlgaro, checo, croata, eslovaco, esloveno, estonio, letón, lituano, rumano y húngaro tuvieron al ruso como lengua de apoyo, pero en muy pocas generaciones hemos asistido al abandono de la lengua de la Unión Soviética y la implantación del inglés como lengua complemento, de tal manera que la mayoría de estos parlamentarios son ahora bilingües con amplios y sólidos conocimientos de inglés, al igual que los griegos. Menos frecuente es encontrar esos niveles entre los parlamentarios italianos y portugueses, y mucho menos entre franceses y españoles, que son lenguas que cubren por sí mismas todas las necesidades de comunicación.
En el Congreso de la calle San Jerónimo parece haberse calmado la fiebre políglota, entre otras cosas porque no todos los parlamentarios de lenguas autonómicas tienen la suficiente destreza para utilizarlas. Por eso hubo muchas bromas entre los periodistas al escuchar el pseudocatalán en que se expresaba el señor Rufián, diputado del independentista ERC.
jm15xy
No comprendo la manía jacobina por la igualdad. La igualdad, es decir la igualación o la nivelación, es una fuerza destructora, que lo aplasta todo y lo disuelve todo. La civilización, al contrario, significa especialización, división del trabajo y desigualdad. Weber, Eugen. Peasants into Frenchmen: the modernization of rural France, 1870-1914. Stanford University Press, 1976.
parlando
Max Weinreich decía que una lengua era un dialecto con un ejército y una armada. Se podría decir que el catalán es un dialecto con un presupuesto. Ahora lo pagamos todos - también quienes no hablan catalán o quienes viven fuera de Cataluña. Todo por SuSanchi, el Narciso rumbero.
Republica-Rojigualda
Creo recordar que "Vuecencia" estaba reservado a los oficiales generales y a los oficiales jefes, en este caso Tte. Coronel, se les daba el trato de "Usía".
Almanzorysutambor
Pues yo sí "creo" en los pinganillos. Por ejemplo, si a uno de nuestros políticos le preguntan en inglés pero no entiende lo que le preguntan, o no entiende del todo bien, responde en el segundo (¿o es el primero?) idioma más importante del mundo: el ESPAÑOL, que además le da sopas con onda al inglés en cuando a complejidad y belleza. ¿Pasa algo? ¿O es que aún no estamos lo suficientemente sometidos a la anglosfera? Saben, yo es que soy patriota de verdad, no esbirro; y me parece muy mal atacar al político del "otro bando" que no sepa inglés con tal de echar leña al fuego. El que la lleva la entiende...