Opinión

Sánchez y Milei, parecidos razonables

Suspender la democracia para arreglar la economía es una pésima idea. Frente a la ruina económica argentina provocada por el kirchnismo, los objetivos anunciados por Javier Milei en la campaña electoral no podían ser m

  • Javier Milei -

Suspender la democracia para arreglar la economía es una pésima idea. Frente a la ruina económica argentina provocada por el kirchnismo, los objetivos anunciados por Javier Milei en la campaña electoral no podían ser más acertados: liberalizar una economía infectada por el intervencionismo corrupto, reducir el Estado clientelar insostenible, aplicar una política de choque frente a una inflación desbocada, privatizar empresas públicas convertidas en pesebres de la casta peronista, recuperar la seguridad en la calle. Sorprendentemente, cuando el brillante intelectual libertario pasó del aula y el plató a la política real, optó por una vía no democrática.

Pasados diez días de la toma de posesión, dictó un decretazo -ya en vigor- para derogar 300 leyes de espaldas al Congreso de los Diputados, sin constituir aún. Milei, en diálogo exclusivo con un gurú de Harvard, Federico Sturzenegger, se autoproclamó legislador plenipotenciario de Argentina. Otro aspirante a mesías para sumar al extenso catálogo iberoamericano. Los principales constitucionalistas del país definen el decreto como un golpe inequívoco a la división de poderes, al estilo chavista. En cambio, uno de sus fans, Carlos Barra, que ya asesoró al expresidente Menem para lo mismo, eleva al nuevo presidente a la categoría de Rey incontestable.

Milei explica y justifica el golpe en una entrevista concedida al periodista Luis Majul. Él encarnaría la voluntad popular para ejercer poderes extraordinarios. No recurre a la Asamblea Legislativa porque los diputados, sostiene, votan a cambio de coimas, venden sus voto. Su poder se fundamentaría en el gran apoyo conseguido y, si los parlamentarios no aceptan sus decisiones, apelará directamente al pueblo vía plebiscito. Lo cierto es que los diputados de trayectoria anti-kirchnerista inequívoca ya habían manifestado su coincidencia con los objetivos de cambio del nuevo presidente. Lo propio de un demócrata hubiera sido conformar una mayoría parlamentaria para acometer las reformas, pero ha preferido el atajo golpista.

Al estilo de Pedro Sánchez y Cristina Kirchner, ha levantado un muro que divide a los argentinos en dos bandos: los que están con él y los que están contra él. No va contra la casta, va contra el Congreso

Nadie puede responsabilizarle del desastre económico argentino, ni aún de una inflación previsible del 25% solo en este mes de diciembre, pero de la vía elegida, contraria a la democracia liberal, y de las consecuencias, la responsabilidad es toda suya. No se logra la confianza -clave de bóveda para salir del pozo- declarando la guerra al Parlamento y anulando de facto la división de poderes. El político libertario traía el plan de casa. Sin conflicto previo con los diputados de Juntos por el Cambio, sin debate alguno sobre cambios legislativos, el decretazo significa un golpe puro y duro a la democracia. Al estilo de Pedro Sánchez y Cristina Kirchner, ha levantado un muro que divide a los argentinos en dos bandos: los que están con él y los que están contra él. No va contra la casta, va contra el Congreso, tan legitimado por los votos como el presidente.

En estas tres semanas, Milei, en vez de centrarse en las medidas para rescatar al país hundido, se ha concentrado en organizar un golpe al Estado de Derecho. Si no hay rectificación, los argentinos sufrirán otro experimento revolucionario, uno más en la sufrida América Latina. El nuevo presidente y su grupo selecto parecen decididos a aplicar un diseño doctrinal sobre cómo debe organizarse la sociedad desde cero en una suerte de prueba de laboratorio. Como un Lenin libertario, él no negocia con nadie, se comunica directamente con el pueblo. Imita al peronismo de derechas, como el del expresidente Menem, por el que ha declarado admiración.

Al decretazo, se suma una ley ómnibus con cientos de artículos orientados a convertir al presidente en un autócrata. De declararse seguidor de Alberdi, un prestigioso liberal del XIX, padre de la Constitución argentina basada en división de poderes y contrapesos para evitar tentaciones autoritarias, Milei ha devenido en un caudillo al estilo del general Rosas. Contra la Constitución, en esta súper ley se delegan facultades legislativas en el presidente de la República en materia económica, financiera, fiscal, de pensiones, seguridad, defensa, tarifaria, energética, sanitaria, social y hasta sobre delimitación de nuevos distritos electorales. El nuevo caudillo podría privatizar cualquier empresa pública y disponer de las acciones del Estado sin control parlamentario. ¡Así mueren las democracias!

Populismos iberoamericanos

De paso, ha logrado resucitar al kirchnerismo dándole una causa a la que agarrarse. Sin base parlamentaria suficiente, el líder de La Libertad Avanza pasa por alto que, con el mismo método golpista utilizado para aplicar a su programa de liberalismo económico, mañana otros podrán imponer lo contrario. Con esta ruptura de las reglas de la democracia liberal, Milei se suma a los populismos iberoamericanos, de derecha e izquierda. Si insiste en la deriva populista, será uno más de la familia, junto a Pedro Castillo en Perú, Bolsonaro en Brasil, López Obrador en México, Petro en Colombia, Boric en Chile, Evo Morales en Colombia, Bukele en El Salvador. Todos recibieron grandes apoyos populares, incluso más que el libertario argentino, y todos defraudaron.

Desde España, un mínimo de empatía exige no desear para los argentinos lo que se rechaza para los españoles

Ojalá se abran paso allí alternativas centradas a los populismos como las que representan Xochil Gálvez en México, Evelyn Matthei en Chile o Corina Machado en Venezuela. Desde España, un mínimo de empatía exige no desear para los argentinos lo que se rechaza para los españoles. Pedro Sánchez declaraba recientemente sobre el golpismo del procés “la crisis política nunca habría tenido que derivar en una acción judicial”. En una prueba más de la obsesión del sanchismo contra la división de poderes, condena al Tribunal Supremo por perseguir graves delitos contra el Estado. Ninguna sorpresa.

En fin, se llamen Milei, Kirchner o Sánchez, en Argentina o en España, con música izquierdista o derechista, a los golpistas se les debe parar, y a tiempo. Cuando no se respetan los guardarraíles de la democracia, las formas son el fondo.

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