Opinión

Europa se revuelve contra la Unión Europea

Nunca hubo tantos partidos contrarios a la burocracia de Bruselas, ni tan cercanos al sufrimiento de las clases populares

  • El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen -

El presidente húngaro Viktor Orban es el jefe de estado que más abiertamente planta cara a las políticas de la Unión Europea. El pasado domingo, ante miles de simpatizantes, prometió no rendirse: “Amigos míos, parece que el tren proguerra no tiene frenos y el conductor se ha vuelto loco. En las elecciones europeas, nos comprometemos a detener este tren. Debemos tirar del cordón de emergencia, para que al menos los que quieran bajarse puedan hacerlo y mantenerse fuera de la guerra”, explicó haciendo un guiño a una de las frases más célebres del filósofo Walter Benjamin. “No iremos a la guerra. No moriremos por otros en tierras extranjeras”, remató en referencia a las vidas europeas que líderes como Macron pretenden sacrificar en favor de los intereses de Estados Unidos.

Por primera vez en la historia de la Unión, los partidos contrarios a la burocracia de Bruselas pueden tener el control del Parlamento. Unos los llaman euroescépticos, otras socialpatriotas, pero todos sabemos a que se refieren: formaciones nacidas contra las disfunciones de la globalización, pensadas para proteger a las capas más vulnerables de sus países. Si en los ochenta y noventa la clave era el cosmopolitismo, hoy ha cambiado hacia un patriotismo trascendente, que se define por su sintonía con el cristianismo y la cultura clásica occidental. Hungría y Polonia defienden la tesis de que Bruselas tiene inquietantes parecidos con el Moscú soviético: un gigante burocrático cuya misión es asfixiar las identidades nacionales y la libertad individual. Ellos sufrieron en carne propia la extinta “dictadura del proletariado” y no están dispuestos a rendirse a la dictadura de la tecnocracia.

Europa vive un despertar social y cultural contra las políticas elitistas de la Unión Europea

Francia, corazón de la construcción europea, desde la Revolución Francesa hasta De Gaulle, pasando por la expansión napoleónica, parece ya convencida de que el lepenismo de Jordan Bardella (28 años) es mejor opción que el elitismo urbanita de Emmanuel Macron. “Incapaces de entender el sufrimiento de los franceses, los macronistas reprochan a los campesinos que se hagan selfis con nosotros”, recuerda Bardella en los mítines. También se burla del hecho de que el presidente Macron tuviese que recurrir a tres cordones de seguridad para pasear por el último Salón de la Agricultura de París. “La revuelta campesina que está teniendo lugar por toda Europa es la perfecta declinación de las ideas de la Reagrupación Nacional”, defiende el joven líder, que dobla en intención de voto al partido del presidente.

Europa insumisa

El cartel electoral del PSOE muestra a Pedro Sánchez sonriente con el lema “Más Europa” contrapuesto a Feijóo y Abascal en blanco y negro, bajo la frase “Menos ultraderecha”. Se trata, como de costumbre, de una falsa narrativa política, ya que uno de los puntos más estimulantes de estas elecciones es el nacimiento de una izquierda antiBruselas. Me refiero al nuevo partido de Sarah Wagenknecht, exdirectiva de Die Linke (equivalente a nuestra Izquierda Unida) que presenta un programa contra la Agenda Verde, por el control migratorio y contra la burbuja de privilegio en la flotan los progresistas del viejo continente. Un triunfo de Wagenknecht en estas elecciones puede animar a la izquierda europea a incorporar elementos de su programa para recuperar la sintonía con las clases populares.

¿Y España? Venimos de varias décadas de euroingenuidad, en las que apenas había políticos que se opusieran a las medidas de Bruselas. Ni siquiera nos hizo reaccionar que los burócratas de la UE considerasen a los países del sur de Europa como PIIGS (cerdos), indignos de formar parte de la Unión. Solamente Julio Anguita se plantó contra el Tratado de Maastricht, por el efecto devastador que intuía sobre el paro en España (entre otras cosas). Por supuesto, acertó en su diagnóstico. Hoy estamos más o menos en lo mismo, con Jorge Buxadé como único defensor de un discurso crítico, contra la “casta oligárquica de Bruselas” y sus políticas para minar las democracias nacionales. “Europa siempre ha sido la zona más rica del mundo, hemos llevado la civilización por todos los lados, y Europa lleva veinte años sin crecer. Estados Unidos crece, China crece, la India crece, toda África crece y nosotros seguimos aquí”, denuncia.

Este martes, mientras remataba esta columna, circulaban por redes fotos del Parlamento Europeo rodeado de alambre de espino para recibir las protestas de nuestros agricultores. Lo extraño no es que hayan crecido los partidos socialpatriotas, “extrema derecha” en la jerga de Sánchez, sino que hayan tardado tantos años en llegar.

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