Opinión

¿Feliz Año con Sánchez?

En los últimos días, y siguiendo la tradición marcada por el transcurrir de las hojas del calendario, hemos dejado de felicitarnos la Navidad -para los progres atormentados, las fiestas, el final del otoño o el solsticio de invierno- para empezar a dese

  • La vicepresidenta primera, María Jesús Montero, junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

En los últimos días, y siguiendo la tradición marcada por el transcurrir de las hojas del calendario, hemos dejado de felicitarnos la Navidad -para los progres atormentados, las fiestas, el final del otoño o el solsticio de invierno- para empezar a desearnos un feliz 2024. La verdad es que muchos, muchísimos, lo hemos hecho como un acto de puro voluntarismo porque es difícil esperar la felicidad colectiva en el año que empieza.

Hemos visto hacer balance de 2023 a un Sánchez cada vez más engreído, soberbio, cínico y mandón. Engreído al caminar y cada vez que se escucha al hablar, soberbio cuando enumera los presuntos éxitos que se autoatribuye, cínico al omitir de modo clamoroso cuestiones como la amnistía que impulsa por exigencia de sus socios independentistas, mandón cuando dio instrucciones a los periodistas sobre cómo han de cumplir su trabajo. Resultó especialmente cínico y mandón en su regañina a los profesionales del periodismo por no ejecutar en sus medios a Isabel Díaz Ayuso que, según él, debe ser ejecutada por su célebre frase con la que manifiesta su afición por la fruta. “No estimado” Sánchez: la presidenta madrileña pronunció esas palabras en voz baja cuando solo era una más entre el público que asistía a una sesión del Congreso de los Diputados. Y las pronunció inmediatamente después de que desde la tribuna del hemiciclo usted, “querido no estimado”, la hubiera acusado de corruptos a ella y a su hermano por un asunto en el que múltiples órganos judiciales españoles y europeos han determinado que no existía ni el menor indicio de corrupción. ¿Quién es el agresor y quién es la agredida? Usted, en público y con televisión, lanzó una grave acusación sabiendo que era absolutamente infundada. Díaz Ayuso, acusada por usted de manera grave y sin fundamento, se limitó a comentar en voz baja y en privado lo mínimo que usted se merecía. Ya puede regañar y presionar a los periodistas cuanto quiera, pero la realidad es la que es, usted fue el agresor y ella la agredida.

Ha encargado a Escrivá la gestión de la Función Pública, de modo que el ministro que ha enterrado la sostenibilidad del sistema público de pensiones puede ser el que entierre los últimos vestigios de profesionalidad que aún subsisten en nuestra Administración

Con un presidente así, engreído, soberbio, cínico y mandón, poca felicidad colectiva pueden esperar los españoles del año que empieza hoy. Pero es que, además, nos ha obsequiado con varios regalos de Navidad, no final del otoño ni solsticio de invierno, que merecerían ser devueltos si cupiera la devolución. Le ha entregado la alcaldía de Pamplona a Bildu y lo ha hecho pocas semanas después de haber presumido en su sesión de investidura de haberlo evitado. A servidor de los herederos políticos del crimen no le gana nadie, a hipócrita tampoco. Ha ascendido a vicepresidenta primera de su Gobierno a MJ Montero ¡Vaya tela!, esa ministra de la que no se sabe si su verbo atropellado y confuso refleja la confusión y el atropello que anidan en su mente o, por el contrario, evidencia sin más que carece de la más mínima habilidad oratoria. Ha encargado a Escrivá la gestión de la Función Pública, de modo que el ministro que ha enterrado la sostenibilidad del sistema público de pensiones puede ser el que entierre los últimos vestigios de profesionalidad que aún subsisten en nuestra Administración. Y ha nombrado ministro de Economía a quien hace unas horas pedía a gritos que se le nombrara, declarando que la condonación de la deuda autonómica de Cataluña serviría para fortalecer la credibilidad de la deuda pública del Reino de España. Otro que aprende del cinismo de su jefe.

La cesta que puede formarse con estos mimbres no es precisamente la mejor. Y ya ha empezado a divisarse con el primer paquete de medidas que el “no estimado” Sánchez ha anunciado, un cóctel que aúna la prolongación del expolio fiscal a los españoles basado, entre otras cosas en seguir utilizando la inflación como instrumento para aumentar la factura fiscal con el mantenimiento de una política expansiva del gasto asistencialista de un marcado corte peronista, tal y como la seguida hasta ahora. Contempladas en conjunto, las medidas adoptadas parecen asegurar el incumplimiento de la regla fiscal de déficit fijada por la Unión Europea para 2024. Si así sucediera, pudiera ocurrir que la Comisión forzara a nuestro “no estimado” presidente, a lo que ya fue forzado Zapatero en mayo de 2010, realizar un duro ajuste impuesto desde fuera.

Que tengan que venir de fuera a lo que tú no eres capaz de hacer desde dentro supone la mayor demostración de incapacidad para el Gobierno para un país. Zapatero llevará ese estigma para siempre, Sánchez está opositando a llevarlo, pues está jugando con fuego y corre el riesgo de quemarse en el juego. Si se quema, resultará curioso descubrir a quién le echará la culpa, se admiten apuestas ¿A la oposición? ¿A la ultraderecha? ¿A los medios de comunicación que no se alinean con su Gobierno? ¿A los empresarios españoles? ¿Al cambio climático? ¿A Miley? Lo que es seguro es que Sánchez “hamás” reconocerá su propia culpabilidad, hasta ahí podríamos llegar. Igual que nunca miente, pues solo cambia de opinión, él tampoco nunca se equivoca.

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