Opinión

El Gobierno abandona al Rey

Me había propuesto no volver a hablar del Rey durante una temporada para no resultar repetitivo tras los fastos por el X Aniversario de su proclamación, pero la actualidad de esta semana lo demanda: resulta que Felipe VI se fue el lunes a

Me había propuesto no volver a hablar del Rey durante una temporada para no resultar repetitivo tras los fastos por el X Aniversario de su proclamación, pero la actualidad de esta semana lo demanda: resulta que Felipe VI se fue el lunes a los Países Bálticos, a visitar a las tropas españolas allí desplegadas y a anunciar el apoyo con una batería de misiles frente a Rusia, y, sorprendentemente, lo hizo sin el acompañamiento lo que se llama ministro de jornada.

Cierto que el Gobierno rectificó sobre la marcha y la titular de Defensa, Margarita Robles, se incorporó a la comitiva real ayer martes, 24 horas después, ya en Letonia, pero el asunto no es que La Moncloa recule en su decisión inicial de dejar al monarca solo ante un desplazamiento internacional -no es la primera vez- sino el hecho en sí. ¿Quien ha decidido y por qué motivo semejante disfunción en el funcionamiento del Estado?

En nuestra monarquía parlamentaria el Rey reina pero no gobierna, es decir, no sólo sus discursos están visados por el Ejecutivo que emana de las Cortes, verdadera sede de la soberanía popular, sino que cualquier acto en territorio nacional o en el extranjero debe ser sancionado por ese ministro de jornada que le acompaña; cualquier acuerdo que se firme lo firma el titular del gabinete en nombre del Gobierno de España, no el Rey ad personam.

Esperemos que todo quede en anécdota, pero si éste insólito abandono institucional a la Corona por parte de Pedro Sánchez y sus ministros se consolida, Felipe VI comenzará a borbonear sin quererlo, esto es, a aparecer como responsable último de sus palabras y actos aunque él no quiera. Y terminaremos lamentándolo como país

Y usted, estimado lector, se preguntará: ¿Esto es tan preocupante como para ocupar una columna de opinión? ¿Me afecta? Pues, como en el chiste, depende. Si éste abandono institucional al Rey se convierte en tendencia por parte de un Gobierno que tiene un importante componente republicano en Sumar, pero no sólo, sí sería muy preocupante para el sistema constitucional de 1978. Y acabará afectándonos mucho; más de lo que ahora somos capaces de atisbar

Si éste insólito e injustificado proceder por parte de Pedro Sánchez y sus ministros se consolida para próximos viajes, insisto, Felipe VI comenzará a borbonear sin quererlo, esto es, a aparecer como responsable último de sus palabras y actos aunque él no quiera. Y terminaremos lamentándolo como país. Al tiempo.

Porque, históricamente, borbonear ha sido y es sinónimo de entrometerse en política, un proceder maldito que a su bisabuelo Alfonso XIII le costó la Corona en 1931, con la consiguiente llegada de la II República, razón por la cual su padre, Juan Carlos I, se abstuvo de practicarlo a ojos de todo el mundo una vez recuperada la Democracia, en 1975.

El asunto no es que Felipe VI, un Rey sin corte, quiera recuperar cien años después tradición tan funesta como la del borboneo -es más, me consta que no y por eso ha suspendido algún que otro viaje oficial, para no parecer que va por libre-; el asunto, digo, es que, si empieza a aparecer sólo las más de las veces, a esta sociedad tan mediática acabará pareciéndole que borbonea.

El asunto no es que Felipe VI, un Rey sin corte, quiera recuperar cien años después una tradición tan funesta como la del borboneo -me consta que no quiere y por eso ha suspendido algún que otro viaje oficial, para no parecer que va por libre-; el asunto, digo, es que, si empieza a aparecérsenos sólo las más de las veces, resulta casi inevitable que a esta sociedad nuestra tan mediática acabe pareciéndole que borbonea.

Y el verdadero culpable no sería otro que el Gobierno de coalición, pero sin aparecer como tal ya que lo sería de forma silente, por omisión del deber institucional de acompañamiento a quien reina pero no gobierna... Ese es el peligro que corre la figura del monarca de un tiempo a esta parte y la propia monarquía, todavía en reconstrucción y recuperándose de los desmanes financieros y no financieros de Juan Carlos I.

Y el argumento nunca puede ser, por parte de Sánchez y su equipo, que el PSOE necesita hacer equilibrios hacia los socios republicanos con los que gobierna hasta el punto de desatender una obligación institucional/constitucional... No cuela.

Cada gesto del presidente, cada comparecencia en rueda de prensa en La Moncloa posterior a un Consejo de Ministros está medida al milímetro para evitar que Sumar se ponga excesivas medallas políticas; lo mismo cabe decir con socios como el PNV y otros. No se trata de que el PSOE, un partido con alma republicana, se vuelva monárquico, no.

Se trata simplemente de respetar la norma como hicieron tus predecesores Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez. Zapatero y Mariano Rajoy, y, por ejemplo, no dejar que Felipe VI viajara solo a Argentina, a la toma de posesión de Javier Milei, sin el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ni ningún otro… solo porque la elección de los argentinos no te gusta. Punto y final.

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