Opinión

Hace ya 5 años

En nuestro país se restaba importancia a lo que estaba ocurriendo, no estaba preparando ningún plan de contingencia para enfrentarnos a lo que se nos venía

  • Hospital de campaña de IFEMA -

A finales del año 2019 estábamos preparando la campaña invernal para hacer frente a los picos de gripe cuando empezamos a oír de un nuevo virus que, en la ciudad china de Wuhan que nos sonaba muy lejana, producía una nueva neumonía que tenía algún dato preocupante. El 26 de enero el CDC europeo advirtió de un riesgo moderado de transmisión descontrolada que podría ser muy alto sino se aplicaban medidas de control. El 30 de enero la OMS declaró la emergencia de salud pública internacional. En febrero veíamos con preocupación lo que ocurría en Italia: había mucha necesidad de camas de cuidados intensivos y la mortalidad era alta. 

Sin embargo, en nuestro país se restaba importancia a lo que estaba ocurriendo, no estaba preparando ningún plan de contingencia para enfrentarnos a lo que se nos venía, ni se hicieron protocolos o acopio de material. En la primera semana de marzo la comunidad de Madrid es la primera en tomar medidas: se empieza cerrando colegios, centros de día de mayores y limitando visitas a residencias. También se hicieron recomendaciones para pacientes crónicos. 

Mientras, desde el gobierno de la nación se permitieron manifestaciones multitudinarias el 8 de marzo, incluso animando a su participación. En esos días el número de casos explotó y creció de forma exponencial. Finalmente, el día 14 de marzo, y ante la situación sanitaria que se estaba creando, el gobierno declara el estado de alarma. Un estudio de los Dres Orea y Álvarez de la Universidad de Oviedo publicado poco después demostraba que si se hubiese tomado esta medida solo una semana antes, el número de casos hubiera sido la mitad, lo que posiblemente hubiera evitado el colapso de hospitales y hubiéramos tenido mucha menor mortalidad, pero no se hizo… ¡¡¡y todavía no sabemos por qué!!!

En esas fechas yo estaba trabajando como médico en el hospital de Fuenlabrada, un hospital de 450 camas, y pude ver como en pocos días todas las plantas se llenaron de pacientes COVID, incluyendo las habitaciones destinadas a los pacientes quirúrgicos que no se podían operar, o a los niños, que por suerte no se enfermaban. Y se llenó el gimnasio, y hasta la capilla. Y aun así en la urgencia quedaban más de 250 pacientes pendientes de ingresar. Lo más llamativo de todo era que estando todo tan lleno lo único que se escuchaba era un silencio aterrador. Esto pasaba igual en todos los hospitales de Madrid.  

En esas fechas yo estaba trabajando como médico en el hospital de Fuenlabrada, un hospital de 450 camas, y pude ver como en pocos días todas las plantas se llenaron de pacientes COVID

Por ello la presidenta decidió dar un paso adelante y se abrió el Hospital de campaña de IFEMA, por donde pasaron 3.986 pacientes en 7 semanas, permitiendo aliviar la presión del resto de hospitales. También se abrieron hasta 14 hoteles sanitarizados por donde pasaron casi 5000 personas, algunos sanitarios, que tomaban esa precaución para evitar contagiar a sus familias. Con la ayuda de la sanidad privada se duplicaron el número de camas hospitalarias llegando a 24.000 y se triplicaron las camas de UCI, con casi mil camas disponibles. 

Qué gran trabajo realizaron todos los médicos, enfermeras, técnicos de cuidados, celadores y todas y cada una de las profesiones sanitarias, qué ejemplo y qué orgullo. 

Después fui nombrado por la presidenta Díaz Ayuso Viceconsejero de Salud Pública y Plan COVID, y con la ayuda de mucha gente, y en especial de un comité de expertos de todas las especialidades que intervenían en el COVID, tomamos decisiones relevantes: fuimos los primeros en poner en marcha los test de antígenos, a pesar de las pegas que nos ponía el ministerio, utilizamos la detección de virus en aguas residuales como ayuda a la decisión y realizamos un estudio serológico de más de 50.000 personas en residencias de ancianos (incluyendo trabajadores) que nos permitía conocer su estado inmunológico y en función de ello poder decidir el inicio de visitas.

Medicalizamos 232 residencias, se crearon hasta 38 equipos de apoyo de médicos de familia y geriatras a estos centros. Se pusieron en marcha limitaciones de movilidad en las zonas básicas con mayor incidencia, pero permitiendo al resto a recuperar vida social y económica. Esa medida tuvo muchas críticas del gobierno central y de muchos de sus portavoces, que hoy en día reconocen que algunas de “sus” medidas no tenían sentido y se podrían haber “afinado”. Y además, en cien días se construyó el Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal.

Al final, el “modelo” de Madrid, basado en la evidencia científica disponible e intentando combinar la gestión de la crisis sanitaria con la de la crisis económica y social, funcionó. Y sobre todo permitió que la vida se fuera normalizando lo antes posible sin asumir riesgos.
Me cuesta entender a los que quisieron llevar a la trinchera de la política lo que debió ser una gestión técnica de una crisis sanitaria, y a los que quisieron utilizar el dolor con fines perversos

Quiero reflejar, mi enorme agradecimiento a todos los que pusieron lo mejor de sí mismos para poder sacar esta tragedia adelante, y mi afecto, cariño y respeto por todos y cada uno de los que se quedaron en el camino

Esperemos que no tengamos que vivir una situación similar, pero si por desgracia ocurre, que el ejemplo de los que dieron todo por ayudar a los demás nos sirva de guía.

Antonio Zapatero Gaviria
Ex Viceconsejero de Salud Pública y Plan Covid 

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli
El artículo que habrá que escribir todas las veces que haga falta
El bolígrafo sanador