Opinión

Hay que ser honrado... y parecerlo

El nuevo código ético de la Fed es muy estricto. Prácticamente prohíbe a sus altos cargos comprar acciones, bonos, criptomonedas o mantener posiciones cortas

  • Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos.

No, estimado lector, este no es el enésimo artículo sobre Ayuso y su misterioso hermano. Aquí el foco es más lejano aunque, de alguna manera, es un tema que nos afecta a todos ya que implica a la honestidad de cuantos tienen la capacidad para crear y/o conocer informaciones que pueden hacerles ganar mucho dinero. Esto viene a cuento porque la Reserva Federal estadounidense, sin duda el banco central más famoso del mundo, ha tenido que elaborar un nuevo código ético debido a unas escandalosas revelaciones conocidas en el otoño del año pasado.

A comienzos de septiembre el Wall Street Journal publicó que dos presidentes regionales de la Fed (Robert Kaplan de Dallas y Eric Rosengren de Boston) realizaron múltiples transacciones bursátiles de más de un millón de dólares en 2020. Aunque nada había de ilegal en ello, tales movimientos registrados en un año en el que las decisiones de la propia Fed fueron protagonistas en los mercados financieros, se convirtieron en un escándalo. Dos personas que habitualmente apenas hacían operaciones, de repente en 2020 se ponen a especular con valores –como los REIT (fideicomisos de inversión inmobiliaria)- directamente relacionados con las compras de activos mensuales decididas ese año por la Fed, como hizo Rosengren. O, en lugar de operar en fondos como solía hacerlo, compra y vende al menos 18 millones de dólares en acciones individuales en 2020, como hizo Kaplan.

Como el Código Ético (ahora modernizado) señalaba textualmente que «un empleado debe evitar cualquier situación que pueda dar lugar a un conflicto de intereses real o incluso la apariencia de un conflicto de intereses» al final ambos acabaron dimitiendo a los pocos días (Rosengren en realidad sólo adelantó su ya cercana jubilación). Se investigó más y emergieron, en los días siguientes, otras prácticas “dudosas” como la de Thomas Barkin, presidente de la Fed de Richmond (Virginia), que había tenido relación con una empresa implicada en la actual pandemia de opioides en el país, cuando trabajaba como consultor en McKinsey. O la de Richard Clarida, vicepresidente de la Reserva Federal desde 2018, que retiró entre 1 y 5 millones de dólares (en sus declaraciones personales sólo están obligados a indicar un rango) de un fondo de bonos y los pasó a otro de acciones un día antes de que Jerome Powell emitiera un comunicado en el que señalaba una posible acción política a medida que empeoraba la pandemia. Cambió renta fija por renta variable en un movimiento que puede ser considerado especulativo teniendo en cuenta que es muy probable que él conociera de la declaración que haría Powell. Pero no dimitió.

Venta de acciones

Finalmente, también encontraron operaciones dudosas del propio Powell. En concreto, el presidente de la Reserva Federal vendió entre 1 millón y 5 millones de dólares en acciones de su cuenta personal el 1 de octubre de 2020. Justo ese mes resultó ser el peor del mercado de valores desde marzo de 2020, cuando comenzó la pandemia. Un día después de la venta, Trump anunció al público que había dado positivo por covid. Los registros de reuniones muestran que Powell había estado cuatro veces en contacto con el secretario del Tesoro Steven Mnuchin el 1 de octubre. Además, la venta de acciones se produjo después de la reunión del Comité de Mercado Abierto del 15 al 16 de septiembre, pero antes de que las actas de esa reunión fueran publicadas el 7 de octubre. En ellas se advertía públicamente de varios “riesgos a la baja que podrían amenazar la recuperación".

A pesar de ello, pocas semanas después de conocerse todo esto, Biden decidió renovar el mandato de Powell, contra el que sólo se pronunció el ala más izquierdista del partido demócrata ya que Powell es el típico varón blanco millonario republicano y, para colmo, elegido para el puesto por Trump. Más allá de temas ideológicos, es curiosa la buena estrella de este abogado (ni siquiera es economista, Lagarde tampoco lo es) que negó que la inflación fuera un problema justo hasta poco después de ser renovado por Biden, tras lo que dio un giro a su visión y empezó a hablar de subida de tipos de interés.

Las inversiones que sí pueden realizar se tendrán que mantener en cartera como mínimo un año, aunque se prohibirá realizar cualquier transacción durante eventos de "estrés" en los mercados

El caso es que el nuevo código ético de la Fed es muy estricto. Prácticamente prohíbe a sus altos cargos comprar acciones, bonos, criptomonedas o mantener posiciones cortas. Tampoco realizar derivados con apalancamiento, además de otras medidas de trasparencia enormes. Las inversiones que sí pueden realizar se tendrán que mantener en cartera como mínimo un año, aunque se prohibirá realizar cualquier transacción durante eventos de "estrés" en los mercados, por lo que la especulación queda vetada. Son medidas duras pero creo que justas. El problema es que no sólo a los altos ejecutivos de la Fed debería aplicarse esto, también al dueño de una empresa o al presidente de un país que sabe que con un simple tuit puede “mover mercado”. Además, la tentación de burlarlo, incluso aunque se ampliara a ellos, existe, ya que no parece muy complicado utilizar a terceras personas para hacer las operaciones. Aquellos que crean noticias o tienen conocimientos de ellas (entre los que también hay muchos cargos intermedios, tanto públicos como privados) van a disponer de una ventaja siempre, por lo que soy muy escéptico.

Siempre he pensado que los atentados del 11S de 2001 pudieron ser financiados con posiciones cortas en bolsa abiertas unos días antes por quien conocía lo que iba a ocurrir. Quién sabe si Trump o Musk, o alguien de su entorno, no hizo negocio si sabían que con una declaración en Twitter podían cambiar violentamente los precios de muchos activos. Quién dice que Putin, o alguno de sus amigos, no han estado ganando dinero durante meses aprovechando la sensibilidad de los mercados a sus declaraciones y movimientos de tropas en Ucrania. Y como ellos, ministros, generales, directivos…

Bienvenidas las decisiones que se toman para poner más difíciles las cosas a aquellos que pueden tener la tentación de aprovecharse de sus puestos para ganar dinero a costa de los que no disponemos de tanta información, pero mientras los mercados financieros sean tan volátiles, mientras un activo tan fundamental para nuestra economía como el petróleo, se mueva tanto por lo que dicen o hacen unos pocos, esos pocos seguirán estando bajo sospecha. Al menos para mí.

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