Opinión

Homenaje a Cataluña

La última vez que leí Homenaje a Cataluña debía tener dieciocho o diecinueve años. Fue uno de los primeros libros que saqué de la biblioteca de la facultad animado por un compañero de clase. Era una edición modesta, de tapa blanda, con una

  • Imagen de George Orwell

La última vez que leí Homenaje a Cataluña debía tener dieciocho o diecinueve años. Fue uno de los primeros libros que saqué de la biblioteca de la facultad animado por un compañero de clase. Era una edición modesta, de tapa blanda, con una muy solvente traducción al catalán de Ramon Folch i Camarasa.

El libro me gustó, aunque no me dejó la misma impresión que 1984, que había leído poco antes. Me pareció una curiosidad interesante, más por reconocer los lugares, edificios, y calles descritas en sus páginas que por su contenido. Mi abuelo solía referirse a muchos de los edificios de Barcelona por lo que habían sido antes, como el edificio de la telefónica o el hotel Falcon; ver a un inglés perdido hablar de mi ciudad de esa manera era encantador. El libro, sin embargo, no deja de ser la historia de una revolución fracasada, escrito antes de una derrota. Para el corazón optimista de un joven estudiante de políticas entusiasmado con las asambleas de la facultad, quizás era pedirme demasiado.

Hace un par de semanas, acompañando a mi hija a la biblioteca municipal, me encontré con una copia de Homage to Catalonia casi por estrenar, embutida entre libros de historia. La saqué de la estantería, distraído, preguntándome qué me parecería el texto más de veinte años después. Así que, entre tebeos superhéroes y libros sobre árboles mágicos sacados para mi hija, cogí también el librito de Orwell para repasarlo una vez más.

La primera sorpresa fue el estilo, la prosa. Orwell tiene fama de ser uno de los escritores más precisos, detallistas y elegantes de su generación. Por muy buena que sea la traducción, el inglés es un idioma que puede ser muy lírico y muy sencillo en una misma frase, algo muy difícil de capturar. Homage tiene varios pasajes muy celebrados por su extraordinaria calidad y viveza (la llegada a Barcelona es extraordinaria), y su reputación es más que merecida. Es un libro dificilísimo de escribir, por mucho que parezca una historia contada de viva voz.

Tiene ideas, hace planes, quiere cambiar las cosas, pero la guerra, las milicias, los partidos, y el mundo en general son quienes lo mueven, decidiendo por él una y otra vez

La segunda sorpresa, y algo que desde luego no aprecié en su primera lectura, es su humildad. Es un libro radicalmente antiheroico, en el sentido más literal del término. Orwell es el protagonista de la historia, pero es un sujeto pasivo de todo lo que le sucede a él y lo que pasa a su alrededor. Tiene ideas, hace planes, quiere cambiar las cosas, pero la guerra, las milicias, los partidos, y el mundo en general son quienes le mueven, decidiendo por él una y otra vez. El único acto significativo que está en sus manos en toda la narración es cuando acaban por salir del país, al final del libro.

Homenaje a Cataluña es un libro sobre la guerra civil española, los sucesos de mayo en Barcelona y las batallas del frente de Aragón, al menos en teoría. En realidad es, sobre todo, una historia sobre cómo un don nadie (relativo, Orwell era un escritor bastante conocido) vive una tragedia histórica en primera persona, y a menudo no se da cuenta en absoluto de lo que significa nada de lo que está pasando. Los capítulos sobre los enfrentamientos entre comunistas y anarquistas (la guerra dentro de la guerra) están marcados por el ligero teatro del absurdo de guardias interminables, confusión generalizada y constantes recordatorios de que estaban pasando hambre. Las viñetas de la vida en el frente hablan sobre frío, botas hechas trizas y ratas de trinchera; los momentos de acción son cortos, ruidosos y torpes, donde la muerte es casi accidental.

Es George Orwell, al fin y al cabo, el hombre que nos advirtió del totalitarismo y (probablemente) el advenimiento de Pedro Sánchez. Algo tendrá que decir

Supongo que, siendo un libro sobre guerracivilismo y política, esperaréis que de su lectura haya extraído algún paralelismo con el mundo actual; una de esas lecciones profundas extraídas de la mente profunda del gran escritor de tiempos pasados. Es George Orwell, al fin y al cabo, el hombre que nos advirtió del totalitarismo y (probablemente) el advenimiento de Pedro Sánchez. Algo tendrá que decir.

Quizás en otros libros suyos así sea, pero no en Homage. Como señalaba Paul Preston hace unos años, Orwell quizás haga una descripción extraordinaria de sus vivencias durante la guerra, pero su análisis sobre el conflicto, els fets de maig (mi abuelo los mencionaba así, con reverencia) y la política de la época andaba bastante desencaminado. El propio Orwell, en el texto, reconoce abiertamente ser parcial, no tener una visión completa ni saber qué sucedió en muchos momentos. Nunca esconde su militancia, ni como esta hace que su narración sea menos fiable. Lo fascinante del libro, y de la historia que cuenta, es precisamente el hecho que es un punto de vista, un intento de racionalizar, defender y explicar qué es lo que había vivido, y cómo eso le había cambiado.

Los terrores del frente

Cuando George Orwell llegó a Barcelona en diciembre de 1936 era un escritor, activista e intelectual que aterrizó en un país que no conocía para luchar contra el fascismo. Durante los siete meses siguientes, esa lucha se mezclaría con enfrentamientos entre aliados, hambre, desorden, represión y dolor; los terrores del frente y el caos de una sociedad dividida. Orwell intenta explicar lo que sucede, el por qué de la violencia, las tensiones, y los desengaños de sueño revolucionario. Lejos de desanimarse, lo que ve es milicianos, civiles, soldados, oficiales, funcionarios, médicos y gente de a pie a su alrededor que siguen adelante, haciendo lo que pueden, intentando mantener su humanidad a cada paso. Meses después, camino de Francia, escribiría que la experiencia le había dejado "no con menos, sino con una mayor fe en la decencia del ser humano”.

Homenaje a Cataluña es un libro sobre una derrota (la del POUM, en el texto; de la república, poco después), pero es un libro lleno de esperanza. Son los recuerdos de alguien que luchó en el centro de la Historia del siglo XX, vio como le pasaba por encima, y volvió más convencido del espíritu de aquellos que le rodean. No es un libro sobre la guerra, es un libro sobre quienes la vivieron.

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