Europa se encuentra en una encrucijada estratégica en el ámbito de la innovación. Mientras que informes oficiales, como el European Innovation Scoreboard 2024 (EIS), destacan su liderazgo global, expertos como los profesores Enrico Colombatto y Henrique Schneider advierten sobre un trasfondo menos alentador: una excesiva regulación que ahoga el potencial de crecimiento y competitividad tecnológica del continente.
Un liderazgo ilusorio
Según el EIS, Europa supera a economías como Japón y China, y países como Suecia y los Países Bajos figuran como referentes innovadores. Y el problema es que nuestros burócratas se lo creen y presumen de ello. Sin embargo, la realidad muestra otra cara: las exportaciones de alta tecnología europeas apenas alcanzan el 19% de las exportaciones manufacturadas, comparado con el 27% de China y el 36% de Corea del Sur. Colombatto señala que, a pesar de su inversión en I+D (2,27% del PIB en 2023 según Eurostat), Europa no logra transformar este conocimiento en competitividad ni en productos disruptivos.
Schneider complementa este diagnóstico destacando que la excesiva regulación europea, ejemplificada en leyes como el Digital Markets Act y el próximo Artificial Intelligence Act, restringe la capacidad de experimentación e impone límites al desarrollo de tecnologías emergentes. En definitiva, la incontinencia legislativa europea hunde todo impulso innovador en papeles de burocracia limitando nuestra competitividad y por lo tanto el crecimiento.
El coste de la regulación excesiva
Europa ha adoptado un enfoque regulatorio prohibitivo, contrario al modelo estadounidense basado en la permisividad y el riesgo. Según Schneider, el enfoque europeo parte de la premisa de que es posible anticipar y controlar el curso de la innovación mediante marcos regulatorios detallados. Los ejemplos recientes nos demuestran una tendencia a regular preventivamente en lugar de fomentar la competencia y el dinamismo tecnológico.
Mario Draghi, en su informe EU Competitiveness: Looking Ahead (2024), refuerza esta tendencia al sugerir marcos regulatorios que "guíen" la innovación. Sin embargo, tal enfoque ignora la naturaleza impredecible del avance tecnológico, asumiendo que los reguladores pueden prever y determinar las necesidades futuras de la sociedad.
Ni una sola de nuestras compañías entra entre las diez primeras. La triste realidad es que la Unión Europea solo tiene una entre las veinte más grandes del mundo por valor en bolsa. Este dato refleja no solo una menor presencia de gigantes tecnológicos, sino también una falta de ecosistemas empresariales ágiles que impulsen el crecimiento
Mientras que las empresas tecnológicas estadounidenses dominan el mercado global, acumulando una capitalización bursátil diez veces superior a las de Europa. Ni una sola de nuestras compañías entra entre las diez primeras. La triste realidad es que la Unión Europea solo tiene una entre las veinte más grandes del mundo por valor en bolsa. Este dato refleja no solo una menor presencia de gigantes tecnológicos, sino también una falta de ecosistemas empresariales ágiles que impulsen el crecimiento.
Las cifras de 2020 son elocuentes. Según datos del mercado tecnológico global:
América del Norte: $9.300 mil millones de capitalización bursátil, impulsados por gigantes como Apple, Microsoft, Amazon y Alphabet.
Asia: $3.000 mil millones, liderados por empresas como Tencent, Samsung y Alibaba.
Europa: Apenas $600 mil millones, con contribuciones destacadas pero limitadas de SAP y ASML.
Estas cifras subrayan una brecha estructural evidente. Europa no solo queda rezagada frente a Asia y América del Norte, sino que también muestra un ecosistema empresarial menos dinámico, limitado por la regulación y la falta de incentivos para la experimentación. El dato mata el relato por mucho que en Bruselas no quieran verlo.
El éxito de Norteamérica y Asia no solo proviene de mayores inversiones, sino también de políticas que promueven un entorno propicio para la innovación. El contraste es evidente: mientras Estados Unidos invierte en iniciativas como el CHIPS Act, que busca impulsar la fabricación de semiconductores mediante incentivos fiscales y financiamiento, Europa depende de programas centralizados como Horizon Europe, criticados, una vez más, por su rigidez burocrática.
Escenarios futuros: entre la reforma y la inercia
Ambos autores coinciden en que Europa debe reconsiderar su enfoque para no perder relevancia global. Nos presentan tres escenarios posibles:
Mantener el enfoque actual: Continuar promoviendo políticas centradas en grandes proyectos innovadores perpetuando las ineficiencias, favoreciendo más la burocracia que los resultados concretos. Esto significa un entorno de bajo dinamismo, impulsando productos estandarizados sobre soluciones innovadoras.
Redistribuir recursos hacia pequeñas y medianas empresas: Este enfoque, fomentando la innovación descentralizada, podría ser atractivo desde una perspectiva política y podría revitalizar ciertos sectores, pero enfrentará serios obstáculos burocráticos y limitaciones en su alcance.
Reducir la burocracia y simplificar regulaciones: Aunque menos probable, este escenario generaría un entorno empresarial más dinámico y competitivo, favoreciendo una innovación más efectiva y de impacto tangible. Es decir, permitir al innovador abrazar el riesgo para poder competir globalmente mediante un ecosistema abierto y experimental.
En conclusión, Europa debe decidir si quiere liderar o seguir reaccionando ante el avance tecnológico global. Los datos muestran que la innovación necesita menos restricciones y más flexibilidad para prosperar. Nos enfrentamos a un dilema estratégico: o reconocemos y abordamos las deficiencias estructurales de nuestro ecosistema innovador, o nos arriesgamos a perder relevancia en mundo cada vez más competitivo. La clave no radica en producir más avances tecnológicos, sino en garantizar que estos puedan integrarse eficazmente en la economía para generar crecimiento y bienestar. Como concluye Colombatto, "la verdadera innovación necesita de mercados libres, no de intervenciones políticas mal dirigidas".