La reciente crisis financiera del gigante inmobiliario chino Evergrande ha traído por fin lo que estábamos esperando desde hace años: la explosión de la burbuja inmobiliaria china. Todos sabemos lo que viene después: derrumbe en cadena de empresas similares, destrucción del sistema bancario, intervención del Gobierno chino y, como siempre, un numeroso grupo de "expertos" que dirán que "no, esta vez es diferente", lo cual es parcialmente cierto, pues no todas las burbujas revientan exactamente igual, obviamente.
Las causas de este reventón son muchas y variadas pues, aparte de la principal, la pandemia, lo cierto es que el modelo chino, gracias a Trump, se agotó: eso de hacer comercio desigual, violar los derechos de propiedad intelectual, amenazar a tus vecinos y principales clientes mientras violas los acuerdos sobre Hong Kong y acosas a Taiwán no podía terminar bien.
También podría terminar peor, pero pensemos que no, que los estadounidenses y sus aliados sabrán contenerles y que los muy afortunados de los chinos, aunque no se lo merezcan, menguarán en poder relativo como antes hicieron los estadounidenses con los japoneses, caso con el que hoy contrataremos sus estadísticas.
Crisis y sector exterior
Al caso japonés no le hemos dedicado mucho espacio en esta bitácora porque, más allá de que me aburrieran en los noventa del pasado siglo con la no reforma de su vil partitocracia, van a piñón fijo al precipicio demográfico (China y nosotros también) y solo suelen servir de mal ejemplo, como cuando exploramos "guerra comercial y bolsa japonesa". Aún así, antes, vimos una especie de sorpresa japonesa (micro déficit en el comercio exterior de bienes), que luego se corrigió y que podría indicar que esto de contener a China ya se preparaba hacia 2014; se intentó antes, con el incidente del EP3 Orion en 2001, pero se aparcó por la crisis del 11S, hasta ahora.
El caso es que antes, con Japón, las cosas fueron mal en los Acuerdos Plaza tras aceptarlos y cumplirlos a la asiática, además, el premier Nakasone y otros, hacían, en su engreimiento, repetidos comentarios racistas; posteriormente, Bush padre, mientras negociaba con ellos, se indispuso en una cena teniendo que salir su mujer a tranquilizar al mundo. Todo malos augurios. ¿Se acuerdan? ¿Y de los listos que decían que EE.UU. estaba acabado y tocaba aprender japonés? El caso es que los estadounidenses, con paciencia y tiempo, los pusieron en su lugar e igual que los subieron los bajaron y, de forma similar, aunque no lo crean, las bobadas de ZP1 y ZP2, las estamos pagando.
En el caso chino, la caída no empezó, obviamente, con los Acuerdo Plaza, sino con los acuerdos Trump, que remató él mismo, tema que vimos en "Robert Lighthizer y las guerras del opio". ¿Pero, y el sector exterior qué?¿Se produjo en Japón un déficit comercial por su terapia? No (línea negra, siguiente gráfica), luego podría ocurrirle algo parecido a China, aunque su previsión no es muy buena (línea roja) y podría empeorarse, claro. Donde sí se notó la terapia a Japón fue en otra variable, lo que nos lleva al siguiente punto.
Déficit público
La posición comercial internacional de Japón se debe, como la de China, a la (antigua) Pax Americana, gracias a la cual sus cuentas públicas iban bien (siguiente gráfica), sobre todo cuando su producción se consolidó en segmentos de alto valor agregado, pero ese avance relativo se paró y, sorpresa, aparecieron otros competidores. China no llegó a tanto; ¿se acuerdan de Huawei, esa extraña empresa y cómo le cambió el futuro en tres años? Como decimos en este blog: "don't mess with the Americans"; tienen su parte benéfica y hay que saber llevarles, pero lamentablemente estamos en manos de sinvergüenzas que encima les toman por tontos destruyendo una alianza que, para nosotros, podría ser excepcional.
¿Crisis cambiaria?
En estas crisis siempre aparecen amantes del escándalo, el amarillismo y los aspavientos metiendo miedo con catástrofes en algún mercado monetario, pero es que esta terapia, que igual dura, si lo consiguen pacíficamente, dos décadas (o una generación), no va así. De hecho, cuando se estudia el caso japonés, que venía de una fuerte revaluación, lo que se observa es una continuidad de tendencia hasta que se hace asintótica (siguiente gráfica).
También es cierto que hacia ese 2012 que mencionamos hubo una fuerte revaluación (de 150 a 75 yens por dólar), que luego se corrigió y ahora están ahí, entre 100-125 yens por dólar y, si la contención de China lo requiriese, igual baja más. En China es distinto, pues no vienen de una fuerte revaluación, sino de lo contrario (siguiente gráfica); aun así, con esta crisis inmobiliaria, el yuan chino está fuerte y así podría seguir, con una traslación lateral como Japón desde 1992, veremos.
Es cierto que China ha tenido una pérdida de reservas internacionales (casi el 25%) hace unos años (2014-2017), pero no ahora, que aún son poco más del doble de las japonesas y ambos con mucha deuda americana (que podría comprar la FED sin problemas). Lo que si tienen difícil es generar confianza, pues como todos los comunistas, son amigos del robo y del saqueo, al punto de que sus empresarios más prominentes pueden "desaparecer" por manías de sus políticos mafiosos, como el fundador de Alibaba, que ha reaparecido por Mallorca y que, lógicamente, no quiere hablar de su "secuestro". Obviamente, con ese estado sin derecho el yuan no va a substituir al dólar nunca, de la misma forma que España, con su partitocracia depredadora y parasitaria, nunca podrá ser un buen lugar para canalizar el ahorro internacional.
Tamaño y guerra pacífica
Cuando George Bush padre dio su discurso sobre el Nuevo Orden Mundial, presumió de que su economía era el doble de la de su principal competidor en el Pacífico (Japón); hoy, tras la terapia pacífica, EE.UU. es casi cuatro veces más grande. Tema distinto es lo de China, que superó a los americanos en 2013, que se rearma exponencialmente (ya tiene superioridad absoluta regional) y que está construyendo una flota, no ya para invadir Taiwán, cosa que tenía hace décadas, sino para invadir Australia y lo que se le ponga por delante.
Con esas dinámicas, no se extrañen que antes de veinte años la muy envejecida Japón empiece a fabricar armas nucleares y misiles balísticos con la rapidez, volumen y calidad con que hacen tantos productos de alto valor, que la vida da muchas vueltas y me temo, que con semejante matón enfrente, no les queda otra. Por su parte, su aliado estadounidense enfrenta un escenario que recuerda, por dimensiones, a la hegemonía imperial británica, tema que tratamos en su momento.
AUKUS y más allá.
El Reino Unido tiene un enrome acerbo histórico, cultural y diplomático a nivel global que está usando (de momento bien) para compensar el Brexit y, además, es quien mejor ha entendido y anticipado en Europa la Nueva Pax Americana, seguida de Italia, y ambos aprovechan los planes de estímulo por la covid para rearmarse y poner sus armadas en forma; los peores de todos en entenderla son Francia y sus vasallos españoles rectores del nacionalsocialismo que nos arruina la vida.
Curiosamente, tras tomar posesión Boris Johnson, en uno de sus discursos listó las capacidades industriales británicas para compensar el Brexit resaltando la industria nuclear, de ahí que el año pasado anunciara que se construirían 16 minireactores nucleares para asistir en la descarbonización de la economía (idea que hoy le copia Macron fantasiosamente). Por otro lado, mientras China imponía sanciones a Australia (luego sufrió ciberataques, "casualidades") por pedir una investigación independiente del Covid, la UE (Francia y Alemania) castigaban al Reino Unido con temas Brexit. Así las cosas, ¿quién podría comprarles tecnología nuclear puntera? Blanco y en botella; Australia se acogió a la clausula de salida del contrato de submarinos diesel-eléctricos franceses que pasarán a ser nucleares angloamericanos (toda una historia).
El AUKUS no es solo submarinos y tampoco es la única alianza regional contra China, está el QUAD (Australia, Japon, EE.UU. e India), Cinco Ojos, más otros bilaterales, que no deberían permitir, bajo ningún concepto, un anschluss a la china porque, después de Taiwán, dónde está el freno. De modo que, si las cosas van a más (favorecerían a una Rusia semineutral), que es lo más probable, nuestra crisis de suministros (y de China) va a parecer un mero tropezón logístico producto, en buena parte, de haber abandonado a la América Latina prefiriendo corromperse con los saqueadores neocomunistas y su aliado ruso.
En los 90's del siglo pasado, los enemigos de la Libertad daban por acabado a EE.UU. y apostaban por Japón; en la primera década de este siglo, los mismos arruinavidas lo hacían por la UE y ahora por China. Menudos patanes, ellos y quienes les creen. En todo caso, vienen por delante años de una revolución militar, que tendrá enormes repercusiones económicas, con un enorme cambio comercial que nos afectarán a todos y, siendo cierto que las naciones libres están muy endeudadas, con todo lo que ello implica, y que Estados Unidos está en su crisis de cambio de ciclo generacional, estas décadas de hercúleo forcejeo asiático serán ideales para enrumbar un segundo siglo de hegemonía americana.