- Hola, amigo. ¿Ya has visto la segunda temporada de La Unidad? Me recomendaste la primera y acertaste. Y estaba pensando en ponerme con ella…
- En una noche. Me tragué los seis capítulos del tirón en una sola noche. Aunque eso supuso padecer lo indecible a la mañana siguiente cuando los niños tocaron dianas, mereció la pena verlos. Y ya he vuelto a ver alguno, como el primero y el último, que me parecen simple y llanamente dos obras de arte. O sea, no se puede escribir ni grabar dos capítulos más redondos que esos dos. Ergo ya imaginarás qué opino de esta segunda temporada.
- Que ya estoy tardando a verla.
- Eso es. Tienes que verla cuanto antes. Primero porque es un prodigio de la ficción española. Qué nivel de producción. Qué escenarios (la mayoría ficticios, pero bien creados). Qué despliegue de medios. Qué ambición tan necesaria. Qué forma de salirse de los tradicionales raíles del drama social. Qué forma de presentar a policías que, por una vez, no responden a los estereotipos de siempre. Qué nivel de acción. Qué giros en la trama. Qué ritmo narrativo tan intenso. Qué personajes tan bien construidos. Y, sobre todo y por encima de todo, qué manera de recordarnos que la amenaza yihadista, esa que parece invisible, sigue ahí, tan presente y tan terrible.
- No te emociones tanto. Parece que te han pagado para promocionarla.
- Te recuerdo que, como acabas de decir, ya te hablé muy bien de la primera temporada cuando se estrenó, en 2020, porque para mí fue una de las mejores series de ese año. De hecho, escribí entonces y escribo ahora que esta ficción fue la gran olvidada de esa temporada, porque se habló a todas horas de otras muy buenas como Patria, 30 monedas o Antidisturbios, pero no tanto de esta. Y lo merecía, como lo merece ahora.
Es como una mezcla de Homeland y The Shield. Me extraña que en Estados Unidos no hayan comprado sus derechos para hacerla igual pero ambientada allí
- De verdad, ¿tan buena te parece?
- Lo que me extraña es que en Estados Unidos no hayan comprado sus derechos para hacerla similar pero ambientada allí. Para mí es como una mezcla de Homeland y The Shield.
- Qué exagerado.
- Es que si la primera temporada era buena, los seis capítulos de la segunda son aún más adictivos.
- La veré, pero me la estás pintando tan bien que luego llega la frustración... - Mira, ya te he soltado unas cuantas de sus cualidades antes, querida, pero si tengo que elegir dos cosas, te diré que son los personajes y otra que no sabría cómo explicarte. Vayamos por partes. Lo primero...
- No te enrolles, que empieza el Clásico.
- Técnicamente hablando, lo mejor para mí está en los personajes. Bueno, en los actores, mejor dicho, porque bordan papeles de agentes de policía creíbles. Se salen, literalmente, los Nathalie Poza, Michel Noher, Marián Álvarez, Luis Zahera y compañía, interpretando, además, como ya decía, a tipos que se salen de los estereotipos sobre la policía que tanto abundan en otras series. Y lo segundo que quiero destacar es que...
- Abrevia.
- La valentía. Es una serie valiente. Es valiente en la temática elegida, que suele ser tabú por lo que antes te decía del peligro que nos recuerda. Es valiente en el planteamiento de la historia, en su desarrollo, porque esta segunda temporada cuenta algo impensable pero probable. Es valiente en la forma en que desaparecen determinados personajes. Es valiente, en una palabra. No puedes ni debes perdértela, insisto.
- Te haré caso, querido. Adiós.
-Hasta otra.