Opinión

Llega el sánchezchavismo

El sanchismo ha muerto, nace el sánchezchavismo. Es un día feliz para los enemigos de España y de los ciudadanos españoles libres e iguales, un día de fiesta para los n

El sanchismo ha muerto, nace el sánchezchavismo. Es un día feliz para los enemigos de España y de los ciudadanos españoles libres e iguales, un día de fiesta para los nacional–racistas catalanes y vascos. Qué dirán, entre carcajadas: la cobardía, el aguante y la estupidez de los gobiernos españoles (y de, al menos, la mitad de los españoles), no conoce límites.

Muchos comentaristas, incluso algunos al servicio de la progresía, se preguntan, al tiempo que se tiran de las greñas: ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Ya se los digo yo. Partimos de una Constitución ingenua. Una Constitución desigual desde el primer momento. Una Constitución que aceptaba desde el primerísimo instante la existencia de españoles de segunda. Es muy cómico leer y escuchar ahora lo de ¡españoles de segunda!, ¡como si fuera algo nuevo! Ya estaban en la Constitución, constitucionalmente segundones. Una Constitución probablemente demediada por tribales, que, más que como padres, actuaron como agentes de influencia. Si no, porqué esforzarse tanto en dejar por escrito y bien establecido por ley que, en la práctica, había en la España de los ciudadanos libres e iguales, algunos españoles “más iguales que otros”. Léase nacional–racistas catalanes y vascos. Toda esa imaginería de los fueros, las nacionalidades, las identidades y las “culturas propias”, fueron y son el abono de la desigualdad constitucional que nos ha traído hasta aquí.

Nunca fue verdad lo del café para todos, fue, esto sí, café para los chantajistas xenófobos y racialmente superiores y para el resto la borra, las sobras

¡Hasta el Rey tenía que respetar a las comunidades autónomas! ¡Jurando! Por qué. ¿No era suficiente respetar a los ciudadanos españoles libres e iguales que las habitaban? ¿No bastaba, para respetarlas, que fueran España? Noten que no digo que fueran “parte de España”. No. Digo que fueran, que son, España, que es muy diferente. Españoles de primera y segunda. Los de primera, catalanes y vascos. Nunca fue verdad lo del café para todos, fue, esto sí, café para los chantajistas xenófobos y racialmente superiores y para el resto la borra, las sobras

¿Quién es el máximo responsable de la deriva política y moral que ha desembocado en el sánchezchavismo? Ya se los digo: la Partitocracia. La Partitocracia no es Democracia. A ver si, españoles, lo asumen de una vez. En una Partitocracia, los ciudadanos no deciden nada. Sus supuestos representantes, a los que los ciudadanos no eligen, sólo y ante todo representan a los Partidos y a la Partitocracia que les asegura jugosos sueldos y prebendas sin fin. Es decir, les asegura pertenecer a una casta que nada tiene que ver, salvo para esquilmarlos, con los ciudadanos a los que, dicen, representan. Las castas políticas sólo se representan y velan por sí mismas. Las castas políticas son, por naturaleza, corruptas.

La clase política es una máquina de generar privilegios para la clase política. Es una máquina de generar desigualdad

Vivimos en un país donde la corrupción institucional es lo más natural y ampliamente aceptado y hasta perdonado, sobre todo si el ladrón o prevaricador pertenece a la mafia social–progresista. ¿Y qué me dicen de los aforamientos? Los aforamientos son, única y exclusivamente, una forma de corrupción descarada, a la vista de todos. ¿Por qué los políticos no deben someterse al mismo procedimiento legal que los ciudadanos?. Ya se lo digo: porque se saben superiores. Ellos mismos han legislado para que así sea. Y lo del aforamiento es sólo una pequeña muestra. La clase política es una máquina de generar privilegios para la clase política. Es una máquina de generar desigualdad.

Una vez en el poder, se acelerará la implantación del sánchezchavismo. Consistirá en la colonización, erradicación o neutralización de cualquier hálito de independencia en las estructuras de Poder, ya sea judicial, ejecutivo, o legislativo. Consistirá en el control y la depuración de las fuerzas del orden y, naturalmente de su envilecimiento y adoctrinamiento tras colocar al frente a secuaces del Amado Líder. Véase Marlaska o Armengol.

Con el sánchezchavismo tendremos más intromisión y control de la vida de los ciudadanos, menos libertades, más adoctrinamiento en las escuelas, más impuestos para pagar a sus parásitos, comprar votos y reclutar lameculos sindicales y esbirros en los medios de comunicación y en las instituciones. Y todo se hará en nombre de la igualdad, la convivencia, el feminismo, el progresismo y la lucha contra la derecha fascista.

Llega el sánchezchavismo, Se veía venir, pero nadie hizo lo que había que hacer para impedirlo: derrotar definitivamente al enemigo nacional–racista catalán y vasco. Rajoy tuvo en sus manos la posibilidad de salvar la España de ciudadanos libres e iguales, pero prefirió darse a la diarrea mental y a los jueguitos palaciegos con los mismos que lo querían defenestrar.

Y aún queda lo que, sin duda, hará revolverse en su tumba a los alcaldes de Móstoles: el regreso triunfal de Puigdemont.

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