Opinión

Los de la mani de Valencia

Los profesionales del lanzamiento de objetos contundentes a la fuerza pública y los agitadores profesionales están encantados

  • Manifestación en Valencia tras la DANA -

La izquierda unida a los pancatalanistas han hecho en Valencia lo único que saben hacer: liarla, un rasgo les define más que cualquier otro. Mientras España se vuelca en la ayuda a las víctimas - todos hemos visto como camiones, furgonetas y automóviles llegaban a los lugares afectados repletos de comida, objetos de primera necesidad, gente dispuesta a embarrarse y esperanza - la izquierda se manifiesta pidiendo la dimisión de Mazón enfrentándose con la policía. No saben hacer nada más. Destruir, nunca construir. Incapaces de organizar caravanas solidarias, se quejan de que lo que la gente dona no se vehicule a través de las “asociaciones” de siempre, es decir, las suyas. Pero la gente ya conoce la trampa y prefiere dar en persona a quién ve y comprueba que lo necesita porque en esto de las oenegés hay mucho negocio turbio y muchas explicaciones que dar. Antes que hacer la menor autocrítica acerca de por qué se derriban pantanos en lugar de construir más – recordemos que ZP descartó construir una presa en el 2004 que habría evitado el drama al menos a dieciséis pueblos de los arrasados por el agua y que los socialistas lideran el ránking europeo en demolición de presas con más de quinientas en los últimos veinte años – o de la inexistente acción de la ministra Teresa Ribera, salen en tromba a vandalizar el centro de Valencia. Justo lo que les hace más falta a los afectados. Los profesionales del lanzamiento de objetos contundentes a la fuerza pública y los agitadores profesionales están encantados. No saben gobernar, pero sí derribar; lo ignoran todo del prójimo pero se quieren enormemente a ellos mismos; piden dimitir a Mazón, pero callan como puertas ante casos como el de Errejón o Mónica Oltra.

Son sectarios porque no podrían ser otra cosa. Cuando defiendes una ideología que levanta muros y divide al mundo en malos y buenos según su adscripción ideológica, sus sentimientos religiosos, su sexo – recuerden, en España el hombre es culpable en casos de presunta violencia doméstica prescindiendo de la carga de la prueba – o su región no puedes pretender ser justo. En Valencia ha habido dos clases de personas, los que han ido a ayudar sin preguntar a nadie por su ideología y los que han ido a obtener tajada política de una hecatombe con muertos. Es la nueva inquisición, disfrazada de progre sabihondo generalmente subvencionado de una forma u otra, la que se enfrenta a la España que trabaja y les financia el gasto. 

¿Se puede caer más bajo? Claro que sí, y este cónclave de vividores, parásitos, acomplejados, matones y violentos, exige que se censure a los periodistas que osen ir en contra de la consigna emanada a diario desde Moncloa. Para quien haya leído algo de historia estos hechos indican que el régimen social comunista intuye que la gente ha empezado a abrir los ojos. En este mismo diario encontrarán una encuesta efectuada por Hamalgama Métrica en la que se ve como de cada cuatro votantes socialistas, tres rechazan la gestión de Sánchez con la DANA. Hasta quienes les votan se niegan a tragar ruedas de molino, mientras que las escuadras de choque sanchistas siembran el caos en Valencia.

Una advertencia: cuando un régimen totalitario sabe que va a caer – y vivimos en uno que roza este calificativo – es cuando comete las mayores barbaridades. Ahí lo dejo.

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